Erzsebet Bathory alias "La Condesa Sangrienta"
Nació en 1560 en
Hungría. Su familia célebre y distinguida
pertenecía a la aristocracia, su primo era
Primer Ministro, y su tío
Rey de Polonia, entre varios otros príncipes de
Transilvania.
Más conocida como "
La Condesa Sangrienta", debido a los macabros y
sádicos crímenes que cometió,
Erzsebet Bathory fue una aristócrata
húngara perteneciente a una de las más ilustres familias de
Europa. De
hecho, de esta misma familia también fueron
Esteban y
Sigmund Bathory
que ocuparon los tronos de
Polonia y
Transilvania, respectivamente,
además de varios dignatarios de la Iglesia y ministros de
Hungría.
Los Báthory descendían de un poderoso clan de los hunos y
comenzaron a ganar relevancia a partir de mediados del siglo
XIII.
Abandonando sus costumbres tribales, la familia adoptó el nombre de sus
estados como apellido (
Bátor significa, de hecho, «valiente»). Su poder
e influencia iría desvaneciéndose paulatinamente, hasta desaparecer
completamente hacia la segunda mitad del siglo
XVII.
Como en otras tantas familias de la nobleza europea de la época,
los
Báthory contrajeron ;matrimonio entre ellos en numerosas ocasiones,
y esta conducta endogámica trajo consecuencias fatales como la
aparición de diversos grados de enfermedades mentales y psicosis de
diferente índole, de entre las que sin duda se destaca la de
Erszebet
Báthory.
A muchos de los familiares de la condesa les gustaban el esoterismo
y la magia negra, la alquimia, y la propia condesa desde
niña recibió influencias de su nodriza, quien le enseñaba prácticas
de brujería y otras habilidades relacionadas con estas artes
prohibidas.
Dueña de una excepcional belleza, cuando
Erzsebet tenía 15 años, el
conde
Ferencz Nádasy, conocido como "
El Héroe Negro" por sus cuantiosas
victorias en los habituales campos de batalla de la
Europa del este de
ese tiempo, se convierte en su esposo y el matrimonio se muda al
recóndito
Csejthe, a uno de los 17 castillos que poseían en los
Cárpatos.
Obviamente, el lugar estaba alejado de cualquier centro urbano de
importancia, reduciendo de manera drástica el abanico de diversiones al
que podía acceder una joven aristócrata de la época.
La «Doncella de Hierro», un sofisticado aparato de tortura de la condesa Báthory.
Esta joven era, como dijimos, una mujer muy hermosa pero aburrida,
debido a las largas ausencias de su esposo que participaba en cuanta
batalla se produjera en los alrededores, que era sin duda una de las
zonas de mayor conflicto del momento ya que en esas tierras se
encontraban los limites entre los
Reinos Cristianos y el
Imperio
Otomano.
Así, la condesa utilizaba su tiempo ocioso dedicándose cada vez con
más entusiasmo al esoterismo, y se rodeó de brujos, hechiceros y
alquimistas, amén de todo tipo de charlatanes y
paralelamente comienza a manifestarse su perversidad; ella sostenía que
sus dolores de cabeza desaparecían al morder a sus doncellas, por lo
tanto, cada vez que sufría una de esas jaquecas las pobres muchachas
eran mordisqueadas por la condesa.
También ocupaba su tiempo libre con pasatiempos igualmente
deleznables, que consistían en pinchar a sus jóvenes costureras con
agujas y mirar como fluía la sangre; además le gustaba untar el cuerpo
de alguna sirvienta con miel y observar cómo las hormigas la
torturaban.
La condesa tuvo tiempo para criar y educar a cuatro hijos, pero los
sucesivos embarazos la hacían verse vieja y fea, condíción que ella
rechazaba en forma enfermiza, deseaba no perder nunca la belleza y la
juventud que la caracterizaban.
Estas preocupaciones se las manifestó a su nodriza que aún la
acompañaba esta le dijo que los poderes de la sangre los sacrificios
humanos daban muy bueno resultados, aconsejándole que se bañara con
sangre de doncella para conservar eternamente la juventud.
Esta solución mágica pronto se puso de manifiesto. Cierto día en
que una de sus doncellas la acicalaba le tiró el pelo y la condesa la
abofeteó con tanta fuerza que hizo sangrar su rostro la sangre salpicó
la mano de
Erzsebet y ella, al observarse, creyó que la piel interesada
estaba más blanca y tersa que el resto de su cuerpo, confirmando los
dichos de su nodriza.
La Virgen de Hierro, una muñeca de tamaño natural que
Erzsebet utilizaba en sus ritos de sangre.
Convencida de que la única forma para anular el envejecimiento era
bañarse o beber sangre de doncellas jóvenes, desparramó toda la maldad
de la que ella era capaz en pos de obtenerla y disfrutarla.
Manipulada por su dueña, la
Virgen de Hierro era un objeto de
tortura. Era de metal, con cabellera rubia, joyas, maquillaje y siempre
se presentaba desnuda. Con falsa y perversa amabilidad, la autómata
recibía y luego abrazaba a las jóvenes víctimas de la condesa. Cuando
las tenía entre sus brazos, sus falsos senos se abrían y apuñalaban a
la presa. Estando las víctimas malheridas, eran degolladas y su sangre
era bebida por
Erzsebet. Y, si la cantidad era suficiente, hacía llenar
una gran bañera con la sangre de las doncellas y se sumergía en ella,
buscando desesperadamente la fuente de la juventud.
Teniendo certeza de que la sangre rejuvenecía los tejidos,
inmediatamente mando a que cortaran las venas de la desafortunada
sirvienta se vertieran la sangre en la bañera para que pudiera
sumergirse en ella. Luego de este momento los baños de sangre serian su
obsesión, así como los placeres lésbicos ya que su esposo fallece en
1604 dejandola libre y haciéndola dueña de todos sus bienes.
Sus sádicos gustos eran consentidos por el enano bufón,
Ficzk, y un
grupo de brujas que la acompañaban para reclutar jóvenes guapas y de
buena salud que eran llevadas al castillo y, una vez allí, eran
sometidas a todo tipo de suplíos y tormentos: eran azotadas hasta que
morían, quemadas en los pechos, los pies y los genitales con hierros
candentes, etc.
El carruaje negro con el emblema de la
Condesa Báthory recorría los
Cárpatos en busca de nuevas victimas, que eran engañadas con la promesa
de trabajo en el castillo y, si se resistían, eran drogadas y llevadas
a la fuerza.
En los aposentos de la condesa cortaban las venas y las arterias de
las desafortunadas, que tenían las bocas cosidas para que no molestaran
con sus gritos.
La sangre llenaba lentamente la bañera para que ella tomara sus
baños rejuvenecedores. A veces hacía derramar la sangre directamente
sobre su cuerpo y, para evitar el roce de las toallas sobre su piel,
ordenaba a sus sirvientas que la lamieran suavemente, En muchas
ocasiones, las jóvenes raptadas debían esperar su turno en las cárceles
de la fortaleza, donde vivían en condiciones infrahumanas pasando frío
y hambre o comiendo la carne chamuscada de sus compañeras.
La jóvenes que parecían más saludables eran encerradas en el
sótano, y su sangre era drenada periódicamente para que
Erzsebet la
bebiera.
Le gustaba jugar con las desdichadas. si era invierno, las empapaba
con agua y dejaba que murieran afuera, aprisionadas por el hielo, pero
el más famoso entretenimiento fue «
La Doncella de hierro>, una
estatua huera provista en su interior con afilados cuchillos que
permitían desangrar lentamente a las muchachas.
Durante once años la condesa disfrutó de esta vida, sepultando los
cuerpos en las afueras del castillo y guardando los huesos para que sus
hechiceros los utilizaran es sus experimentos alquímicos.
Tan largo tiempo de desapariciones sin explicación hicieron caer
todas las sospechas sobre su castillo. Los campesinos estaban aterrados
y no dejaban salir a sus hijas, otros eran involuntarios testigos de
los desgarradores gritos que provenían de las torres del macabro lugar.
Pero ella era una mujer de la nobleza y por lo tanto intocable,
sólo a partir de que unos lobos desenterraron los cuerpos de cuatro
jóvenes, en las cercanías del castillo, la justicia comenzó a actuar.
El
Rey Matías en persona se ocupó del caso y visitó imprevistamente,
junto con su corte, el castillo de
Csejthe, en 1610.
Al entrar encontraron el cuerpo pálido y desangrado de una mujer;
otra, aún con vida; y una más muerta debido a las torturas, azotes y
pinchaduras. En las habitaciones había gran cantidad de elementos de
tortura y una libreta en la cual la condesa había anotado prolijamente
el nombre de 610 victimas.
En los calabozos, algunas de las jóvenes aún permanecían con vida
pero totalmente débiles, debido al permanente sangrado de que eran
objeto; en otra ala del castillo la condesa y su séquito de brujos
fueron sorprendidos realizando un sangriento ritual. Inmediatamente
fueron detenidos y llevados a juicio.
Frente a las evidencias no pudieron defenderse, sus cómplices
fueron quemados y su bufón decapitado. El
Tribunal Supremo,
considerando la alcurnia de la condesa, le perdonó la vida pero fue
emparedada en una habitación del castillo con sólo una ranura por donde
pasaba el alimento y el agua. Finalmente y después de soportar,
asombrosamente, cuatro años esta sepultura en vida,
Erzsebet Báthory
muere a la edad de 54 años.
La crónica oficial de su muerte deci «
Erzsebet Bcithory, esposa del
influyente sen Ferencz Nádasdy, magistrado del rey y gran maestre de
los caballos, viuda e infame y homicida, ha muerto en prisión en
Csejthe. Muerta repentinamente sin luz y de 1614».
Gran parte de los investigadores achacan los malvados instintos de
Erzsebet a la degeneración genética a la que habían llegado los
miembros de esta familia debido a la endogamia, pues la única manera de
mantener las posesiones era el matrimonio entre familias nobles
húngaras.