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Este Blog, no es de carácter científico, pero si busca seriedad en el desarrollo de los temas.
Está totalmente dirigido a los amantes del género. Espero que todos aquellos interesados en el tema del asesinato serial encuentren lo que buscan en este blog, el mismo se ha hecho con fines únicamente de conocimiento y desarrollo del tema, y no existe ninguna otra animosidad al respecto.
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Jorge Omar Charras
ajedrez, informatica, casos reales, policiales etc.
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//20 de Noviembre, 2010 |
Dennis Andrew Nilsen |
por
jocharras a las 11:40, en
Hombres Asesinos |
DENNIS ANDREW NILSEN
"Temía
despertarlo por miedo a que me abandonase. Temblando de miedo le
estrangulé. El se debatía, y cuando estuvo muerto volví a llevar su
joven cuerpo a la cama conmigo y fue el principio del fin de la vida que
yo había conocido. Había empezado a recorrer la avenida de la muerte y a
poseer un... Ver mas
"Temía
despertarlo por miedo a que me abandonase. Temblando de miedo le
estrangulé. El se debatía, y cuando estuvo muerto volví a llevar su
joven cuerpo a la cama conmigo y fue el principio del fin de la vida que
yo había conocido. Había empezado a recorrer la avenida de la muerte y a
poseer un nuevo tipo de compañero de piso."
El caso de Dennis Andrew Nilsen es increíble. Pues fue un hombre tan
atormentado por la soledad que asesinaba a sus diferentes amantes por
temor al abandono.
El 3 de febrero de 1983, en el número 23 de Cranley Gardens, al norte de
Londres, los ocupantes descubren que sus lavabos están atascados por
enésima vez. Otras averías similares ya habían derrotado con
anterioridad a un fontanero local, y ese día llamaron al fontanero de
una compañía privada para que les ayudase en la tarea.
Lo primero que hizo el fontanero fue inspeccionar la fosa séptica que
había junto a la casa, diciendo que en toda su vida profesional nunca
había olido una pestilencia tan increíble como la que salía de allí. Al
dirigir su linterna hacia el fondo del agujero de tres metros, se llevó
la desagradable sorpresa de ver una capa de un líquido blanquecino
viscoso salpicado por unas manchas de algo que parecía sangre. Al bajar
al agujero descubrió trozos de carne putrefacta, algunos de ellos con
pelo adherido a la piel. Inmediatamente se avisó a la policía, quien
realizó una inspección de la fosa al día siguiente y encontró más
fragmentos de carne y huesos, identificados rápidamente como humanos.
Entre los residentes se encontraba Dennis A. Nilsen, de 37 años. Dennis
era un hombre alto, delgado, con los hombros ligeramente inclinados
hacia adelante y pelo castaño. Tenía una actitud franca y directa, una
gran inteligencia y mirada fija y penetrante. Cuando regresó del trabajo
a su casa, la tarde del miércoles 8 de febrero, fue recibido por tres
detectives de la policía, expresó cierta sorpresa por el hecho que la
policía se interesara por algo tan insignificante como un drenaje
atascado. Cuando los agentes le hablaron de los restos hallados exclamó
horrorizado: "¡Dios mío, qué espanto!".
Uno de los inspectores se dejó llevar por su experiencia e intuición y,
desconfiando replicó rápidamente diciéndole que no les hiciese perder el
tiempo en pesquisas y que les mostrase el resto del cadáver. Para gran
sorpresa del inspector, la respuesta de Dennis fue: "Dentro de dos
bolsas de plástico en el armario. Venga, se lo enseñaré". Atónitos, le
preguntaron si se trataba de un cadáver o dos, a lo que respondió,
encogiéndose de hombros con resignación, que era una larga historia y
que prefería contarlo en un lugar más tranquilo, en la comisaría por
ejemplo, puesto que era un alivio el poder desahogarse.
Mientras era conducido a la comisaría de policía, confesó que ya
imaginaba que iba a ser detenido al llegar a casa, pero que decidió
resignarse a esa suerte porque "era inevitable". Ni siquiera se tomó la
molestia de deshacerse de los restos humanos que quedaban en su
apartamento, pues eran las evidencias para demostrar que no mentía.
También reconoció haber pensado en el suicidio al principio, pero pronto
desechó la idea porque si moría nunca se sabría lo que había hecho.
Su aparente autocontrol y frialdad mientras confesaba desconcertó a los
agentes, quienes pensaron estar ante un verdadero psicópata sin
escrúpulos, pero Dennis, al estar consciente de ello, les explicó que
sólo permanecía imparcial para que su testimonio fuese lo más objetivo
posible para ellos, pues si daba rienda suelta a sus sentimientos de
arrepentimiento y a su angustia interior, le costaría muchísimo guardar
la calma: "Nadie debe verme llorar por las víctimas, eso forma parte de
mi dolor personal".
Toda su declaración fue fría y pausada alegó que su arrepentimiento
estaba por dentro. El 11 de febrero comenzó un interrogatorio fuera de
lo común que duró once días. El asesino en serie más prolífico de la
Gran Bretaña dictaría más de 30 horas de confesión muy detallada sobre
los distintos crímenes, ayudando a la policía tanto como le fue posible
con detalles y descripciones para que los investigadores pudiesen
identificar a las víctimas. Apenas tuvieron que interrogarle, pues él
mismo había trabajado como policía en período de pruebas y sabía de
sobra cómo se desarrollaba un interrogatorio. Comenzó diciendo que tenía
un cargo de conciencia demasiado grande y posteriormente detalló toda
su historia como criminal, no sin antes advertirles que una
investigación concienzuda de su vida y obras podría producirles
angustia.
Confesó que había un total de 15 o 16 cuerpos que él mismo había
asesinado desde 1978: tres en Cranley Gardens y unos trece en su
dirección anterior de la Avenida Melrose, en Cricklewood. Además,
explicó que había intentado asesinar a otros siete jóvenes, pero no lo
consiguió porque las víctimas lograron escapar y de otras se arrepintió.
Melrose 195, la residencia donde cometió sus crímenes. Dennis se
mostraba profundamente arrepentido de sus hechos, e incluso agradeció
numerosas veces a los policías que lo habían detenido: "Ahora me siento
culpable, merecedor de castigo. Estoy convencido de que merezco toda la
pena a la que un tribunal pueda condenarme. Es un alivio que me hayan
detenido, porque si lo hubiesen hecho a los sesenta y cinco años, podría
tener a mis espaldas cientos de cadáveres".
El asesino dijo que los jóvenes que había matado eran casi todos de
ambientes marginales o vagabundos sin domicilio fijo que deambulaban por
las calles de Londres sin que nadie les prestase mucha atención, por
eso sus desapariciones no fueron denunciadas y nadie echó de menos su
ausencia. Al preguntarle por el móvil que le había incitado a cometer
esos crímenes, Dennis dijo que lo había hecho por miedo a la soledad,
que no quería que algo tan agradable como es el amor, fuese algo
esporádico de una noche, que necesitaba a sus amantes: "En ninguno de
los casos estoy consciente de sentir odio hacia ninguna de las
víctimas... recuerdo que salía en busca de compañía y amistad, pero
nunca pensaba en la muerte, el asesinato o hechos pasados. Vivía
únicamente para aquel momento y para el futuro. Invité algunas personas a
casa y otras se invitaron solas, aunque el sexo siempre estaba en un
segundo orden. Sólo deseaba una relación cálida, buscaba alguien con
quién poder hablar, aunque es una sensación muy agradable y relajante
tener a alguien en la cama a tu lado durante toda la noche. Después de
matarlos, experimentaba un sentimiento doloroso de desesperación y una
sensación de vacío. Aunque sabía que el cuerpo estaba muerto, pensaba
que la personalidad estaba todavía dentro de él, consciente y atenta a
mis palabras. Trataba de conseguir desesperadamente una relación que
nunca estuvo a mi alcance".
Al registrar la vivienda, los agentes hallaron los demás cadáveres
descuartizados tal y como Dennis les había indicado: tras decapitar los
cuerpos sin vida, hervía las cabezas a fuego lento mientras escuchaba
música clásica con unos audífonos. Luego, troceaba el resto de los
cuerpos y tras meterlos en bolsas de plástico las guardaba en el
armario. En efecto, dentro del armario hallaron dos grandes bolsas que
contenían otras más pequeñas con brazos, piernas, tórax, torsos sin
cabezas y, más desagradable, un corazón, pulmones, riñones e intestinos.
Con su testimonio y los restos de las víctimas los agentes tenían
pruebas suficientes como para acusarlo, y le recomendaron la defensa de
un abogado. Nilsen rechazó toda defensa legal en un principio,
considerando que era capaz de defenderse solo, pero finalmente los
mismos agentes le consiguieron un representante para el juicio. Su
primer abogado le aconsejó declararse culpable, pero cuando su caso
llegó al Tribunal de Old Bailey, ya había cambiado de letrado. Este le
había dicho que cambiase su primera alegación por la de "responsabilidad
disminuida" debida a un trastorno mental.
Dennis "amaba" a sus víctimas, se enamoraba de ellas. Ese fue el motivo
que le llevó al asesinato. No estaba consciente de las muertes, según
mostró en las confesiones o los poemas que escribía a los cadáveres: Una
de sus víctimas descuartizadas dentro de una bolsa. "Le puse al joven
los calzoncillos, la camiseta y los calcetines y volví a taparlo. Me
bañé, me metí en la cama con él, lo acurruqué contra mí abrazándolo y
empecé a explorar su cuerpo por debajo de las sábanas; entonces me di
cuenta de que su cuerpo estaba frío y mi erección desapareció
automáticamente, al día siguiente lo coloqué en el suelo de la cocina y
decidí descuartizarlo, pero me resultaba imposible hacer nada que
pudiera estropear aquel cuerpo maravilloso".
"Aquí, en el umbral de la abundancia, nada hay ahora. Sólo tú en mis
brazos, más unas figuras sombrías que se acercan con algunas
formalidades para hacerte entrar en su "sistema", y yo. Pienso en tu
vida solitaria. Pronto será mañana y se meterán en nuestros asuntos La
intimidad no tiene fronteras que no puedan ser franqueadas en nombre de
la ley". El mismo Dennis llegó a su propia conclusión, que explicó al
jurado: "Puede ser que cuando mataba a aquellos hombres me matase a mí
mismo, pues me quedaba de pie muy apenado y sumido en una profunda
tristeza, como si acabase de morir un ser muy querido".
Finalmente, todos los miembros del jurado estuvieron de acuerdo en
declarar a Dennis Andrew Nilsen culpable de la muerte de seis personas y
dos tentativas de asesinato, por lo que el juez le condenó a cadena
perpetua, como mínimo 25 años de condena.
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