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Este Blog, no es de carácter científico, pero si busca seriedad en el desarrollo de los temas.
Está totalmente dirigido a los amantes del género. Espero que todos aquellos interesados en el tema del asesinato serial encuentren lo que buscan en este blog, el mismo se ha hecho con fines únicamente de conocimiento y desarrollo del tema, y no existe ninguna otra animosidad al respecto.
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Jorge Omar Charras
ajedrez, informatica, casos reales, policiales etc.
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//28 de Septiembre, 2010 |
Richard Chase - El Vampiro de Sacramento |
por
jocharras a las 10:16, en
Hombres Asesinos |
Richard Chase - El Vampiro de Sacramento
“Si devoré a esas personas fue porque tenía hambre y me estaba muriendo”.- Richard Chase
Richard Trenton Chase nace
el 23 de mayo de 1950 en Sacramento,
California (Estados Unidos). Desde muy joven, es conocido por su conducta
psicótica con rasgos de apatía y constante agresividad. Sufre enuresis hasta
los ocho años, y mojar la cama es algo que le causa constante vergüenza, pero
que no puede controlar. Desde los doce años, Chase sufre las constantes peleas de sus
progenitores. Su padre, alcohólico, no escatima insultos y violencia contra su
esposa, quien lo acusa de querer envenenarla y de ser un drogadicto además de
un borracho. Diez años duran las peleas. Este escenario termina en divorcio y
su padre vuelve a casarse poco después, pero para entonces, toda la situación
de violencia ha marcado profundamente la psique del chico. Su único desahogo es
escribir un diario, que llevará por años. A duras penas, concluye sus estudios
de secundaria. Su autoestima se devalúa cada vez más.
Para 1969, Richard
Chase consigue un empleo en el cual dura algunos
meses. Después de que lo despiden, sólo encuentra trabajos de un par de días. A
los veintiún años, Chase se va de casa para compartir piso con unos
amigos. Allí, continuamente drogado, su estado mental se deteriora
aceleradamente: empieza a obsesionarse con la idea de que una organización
criminal trata de acabar con él. Para protegerse, clava con tablas la puerta de
su habitación, entrando y saliendo de ella por un pequeño agujero que hace en
el fondo de un armario de pared. Duerme poco y mal, vigilando constantemente
para que no lo atrapen los sicarios cuando por fin lleguen. En su diario
escribe:
“A veces
oigo voces por teléfono. Ignoro qué voces. Amenazas. Suena el teléfono y
alguien me dice cosas extrañas: que mi madre me envenena poco a poco y que me
voy a morir. Me siento observado. Sé que alguien me vigila…”
Incapaz de tener trabajo, sus padres lo mantienen económicamente y vive a veces
en casa de uno y a veces en casa del otro. Poco tiempo después, Chase se afeita la cabeza y acude asustado al
médico, alegando que su cráneo se está deformando poco a poco y los huesos le
agujerean la piel. También dice sentir que se muere porque alguien le ha
extraído la arteria pulmonar, y nota que su sangre no puede circular. Para
aliviarlo, se inyecta sangre de conejo en las venas. Chase es internado en un hospital psiquiátrico,
saliendo al poco tiempo, pese a la opinión de algunos médicos que lo consideran
peligroso. Una vez libre, deja de tomar la medicación y su conducta comienza a
empeorar. Chase se convence de que su sangre se está
convirtiendo en polvo y que necesita sangre fresca para sobrevivir.
Nuevamente se inyecta y bebe sangre de conejo, tragándose además las vísceras
de los animales. Al poco tiempo cae enfermo y los médicos, tras percatarse de
su obsesión por consumir sangre, lo internan de nuevo, diagnosticándole
esquizofrenia paranoide. De nuevo en el manicomio, Chase emula al personaje de Renfield que aparece en la novela Drácula, de Bram Stoker,
y se dedica a cazar pájaros, a los cuáles les arranca la cabeza a mordidas para
beber su sangre. En su diario comenta sus acciones meticulosamente, habla sobre
la forma en que mata animales pequeños y describe el sabor de la sangre.
También menciona:
“Mi sangre
está envenenada y un ácido me corroe el hígado. Es absolutamente necesario que
beba sangre fresca”.
En 1977, de nuevo en la calle, comienza a secuestrar a numerosos perros y
gatos, a los cuáles decapita, descuartiza y bebe su sangre mezclada con Coca
Cola. Guarda los collares, formando una macabra colección. Luego ataca vacas y
ovejas en el campo para beber su sangre.
Su padre intenta acercarse a él; pasa los fines de semana en su compañía, le
compra regalos y se lo lleva de excursión. Pero es inútil: Chase está totalmente demente. No puede pensar en
otra cosa más que en el ficticio deterioro de su cuerpo. También se obsesiona
con los extraterrestres y habla constantemente sobre Ovnis. Cuando se
encuentra a algún antiguo conocido, le dice que una agrupación nazi lo
persigue desde que estaba en la secundaria. Richard
Chase está convencido de que, a causa de la supuesta
falta de sangre, su estómago se está pudriendo, su corazón disminuye de tamaño
y sus órganos internos se desplazan en su interior. En su mente, se trata de
una metamorfosis que lo transformará en un vampiro humano.
Para
septiembre de ese mismo año, Chase discute con su madre. Incapaz de
controlar su violencia, toma al gato de la casa y lo asesina. Su colección de
collares crece. Luego roba un perro que ve en la calle, y esta vez lo tortura
antes de asesinarlo, beberse su sangre y comerse sus vísceras. Después se
entera de que los dueños ofrecen recompensa; eufórico, los llama por teléfono y
les cuenta cómo torturó y mató al animal.
El 7 de diciembre, Chase va a una armería y se compra un revólver
del calibre .22. Las desapariciones de mascotas continúan. Fascinado por los
crímenes de los primos asesinos, Kenneth
Bianchi y Ángelo Buono,
cometidos en Los Ángeles, guarda
celosamente los recortes de prensa que los mencionan. Señala en los periódicos
los anuncios puestos por personas que regalan gatos o venden perros.
Chase
practica con su nueva pistola. Dispara contra el muro sin ventana de la casa de
una familia apellidada Phares. Al
otro día, dispara contra la ventana de una cocina, partiéndole el cabello a la
señora Polenske, quien está
inclinada y evade la muerte por milímetros.
Richard Chase
decide que es hora de practicar sobre otros blancos, tiene 28 años y una mente
hecha pedazos.
El 28 de diciembre toma su revólver, sale a la calle y le dispara a Ambrose Griffin,
un desconocido a quien ve en la calle. Lo mata mientras el hombre regresa del
supermercado con su esposa, disparándole desde su furgoneta. Griffin vive justo enfrente de la casa
de los Phares, donde Chase
efectuó su primer disparo. Chase comienza a coleccionar recortes de
periódico sobre el crimen aparecidos en el Sacramento
Bee. El 16 de enero, le prende fuego a un granero para alejar a unos
adolescentes que habían puesto música a volumen alto.
Está enloquecido: necesita beber sangre y ya no queda satisfecho al
conseguirla desangrando animales. Ha llegado a la conclusión de que es un
vampiro, así que inicia una cacería humana. El 23 de enero por la mañana,
intenta allanar una casa entrando por la ventana, pero se topa de frente con el
rostro de la dueña. Se sienta entonces en el jardín y allí se queda un rato,
pasmado. La mujer llama a la policía, pero Chase se marcha antes de que lleguen.
Luego se dirige a un centro comercial. Lleva la camisa manchada de rojo y tiene
costras de sangre seca en la boca. Hiede y se nota perdido. Una amiga suya de
la secundaria está en el aparcamiento. Ella no le reconoce hasta que él le dice
quién es. Lo evade, se mete a un banco, pero él la espera hasta que sale. Ella
intenta alejarse y al subirse a su auto, Chase trata de meterse por el asiento del
copiloto pero la mujer logra escaparse.
Richard
Chase
sigue vagando, luego entra al jardín de otra casa. Es la vivienda de una mujer
llamada Terry
Wallin, una joven de veintidós años con tres meses de embarazo, que
se encuentra sacando la basura. Chase la obliga a entrar en la casa; una vez
adentro, le arranca la sudadera, en pantalón y el sujetador, y después dispara
dos veces sobre ella; aún viva, le abre el vientre para arrancarle los
intestinos, y los esparce cuidadosamente por el suelo.
La mujer no deja de proferir alaridos de dolor. Le mete un cuchillo en uno de
los pechos y retuerce la hoja dentro de la herida; ella muere entre espantosos
dolores. Luego le extirpa el hígado, el diafragma, un pulmón y los riñones,
colocándolos encima de la cama. Chase golpea varias veces el cuerpo sin vida y
después va por un vaso a la cocina. Se dedica a beber la sangre de la mujer,
fresca y caliente. Mastica algunos trozos de vísceras y devora parte de los
órganos internos; se pinta además el rostro con la sangre. Finalmente, abandona
la casa, satisfecho.
A las 18:30 horas, David Wallin, el
esposo de Terry, regresa a su casa
después de trabajar y se encuentra con la carnicería. Aterrado, llama a la
policía. Nunca se ha visto un crimen igual en Sacramento. Los policías acuden al FBI y quien acude es el agente Robert
K. Ressler, creador del concepto “asesino serial”, quien realiza un
perfil del criminal, que es casi coincidente con las características de Richard
Chase.
La policía busca al asesino, pero no consiguen encontrarlo. Cuatro días
después, la sed se apodera nuevamente de Richard Chase, a quien los periódicos han bautizado ya
como “El Vampiro de Sacramento”.
Entra en una casa elegida al azar; una vez allí, se dedica a disparar contra
los habitantes. Mata a Evelyn Miroth, de treinta y seis años; a su hijo Jason,
de seis; y a un amigo de la familia llamado Daniel J. Meredith, de cincuenta y
dos.
Chase lleva el cadáver de Evelyn Miroth a la recámara, donde
la sodomiza. Luego le aplica una puñalada; después le vacía un ojo y se lo
come. A continuación la eviscera y engulle parte de sus órganos internos y bebe
su sangre en un vaso de cristal.
Lleva el cadáver del niño a la bañera; rompe y abre el cráneo del niño, y
comienza a devorar el cerebro. El agua de la tina queda manchada de rojo y con
trocitos de masa encefálica. Alguien llama a la puerta de la casa y se asusta,
así que decide marcharse. En la casa hay además un bebé de veintidós meses, Michael Ferreira,
a quien Chase
secuestra. Se roba la camioneta Ranchera de Daniel J. Meredith y escapa en ella. Abandona el vehículo a unas
cuantas calles, con las llaves puestas; allí lo encuentra la policía.
Ya en su casa, Chase
tortura al bebé un rato. Cuando se aburre, toma un cuchillo y, mientras el bebé
sufre lo indecible, le corta la cabeza, bebe la sangre con fruición, rompe el
cráneo y devora el cerebro crudo.
La gente se muestra aterrorizada. La policía se ve presionada. Los
medios convierten los asesinatos en noticia nacional. “El Vampiro de Sacramento” cosecha fans: mucha
gente asegura que se trata de un vampiro verdadero y que hay que comprenderlo,
no cazarlo. Sesenta y cinco policías dan caza al criminal, en una zona cercana
al lugar donde abandonó la camioneta. Chase sale de casa y, ante el temor de que la
policía lo capture, dispara contra un perro en un club de campo cercano y lo
destaza, bebiendo nuevamente sangre de animal. La policía se entera y estrecha
el cerco.
La ex compañera de la secundaria a quien Richard Chase encontró en el centro comercial decide
acudir a la policía; les cuenta lo ocurrido y les comunica sus sospechas de que
él es a quien buscan. Los agentes encuentran sus datos enseguida. Chase
vive a una manzana de distancia del lugar donde se encontró la camioneta
abandonada. Varios policías se colocan alrededor de su domicilio; saben que
posee un revólver y que está totalmente trastornado. Vigilan la casa en espera
de que se asome. Chase aparece poco después. Corre hacia su furgoneta
llevando una caja bajo el brazo. Los policías caen sobre él; Chase
lucha con ellos. Durante el forcejeo, intenta sacar el revólver, pero se le cae
al piso. Finalmente, los agentes logran reducirlo. En la caja lleva varios
trapos ensangrentados y la cartera de Daniel
Meredith está en el bolsillo trasero de su pantalón.
La casa de Chase es un sitio hediondo:
lleno de basura, excremento y trozos de vísceras podridas. Hay sangre seca por
todas partes, periódicos viejos, latas de cerveza vacías, cartones de leche,
trapos sucios, un plato con restos de cerebro encima de la cama y recipientes
con órganos humanos y animales. La policía encuentra un cuchillo de caza con
una hoja de treinta centímetros, una caja de herramientas cerrada con llave y
unas botas de caucho manchadas de sangre. También hallan su colección de
collares de perro y gato, así como tres licuadoras que Chase usa para moler órganos y
sangre.
Hallan su
diario. En la pared
de la cocina hay además un calendario, con la palabra “Hoy” escrita en
las fechas de los asesinatos. Lo peor es que la misma palabra aparece
escrita cuarenta y cuatro veces más, en fechas futuras. Chase planeaba asesinar por lo menos en otras cuarenta
y cuatro ocasiones. El cuerpo del bebé asesinado es encontrado a mediados
de 1978, enterrado cerca de la casa del asesino. Una de las anotaciones finales
de Chase
dice:
“La primera persona a la que maté fue por accidente. Mi coche estaba
estropeado. Quería irme pero no tenía transmisión. Tenía que conseguir una
casa. Mi madre no me quería acoger en Navidades. Aquel año no me dejó ir a su
casa y disparé desde el coche y maté a alguien. La segunda vez, las personas
habían ganado mucho dinero y tenía envidia. Me estaban vigilando y disparé a
una señora (conseguí algo de sangre de aquello). Fui a otra casa, entré y había
una familia entera ahí. Les disparé a todos. Alguien me vio allí. Vi a una
muchacha. Ella había llamado a la policía y no habían podido localizarme, yo
estaba intentando sacar información. Dijo que se había casado con otro y no
quiso hablar conmigo. Toda la Mafia estaba ganando dinero haciendo que mi madre
me envenenara. Sé quiénes son y creo que se puede sacar esto en un juicio si,
como espero, logro recomponer las piezas del rompecabezas…”
El juicio se cambia de la ciudad de Sacramento
a Palo Alto. Chase trata de justificar sus
macabros crímenes diciendo que unas voces de seres extraterrestres y otras
criaturas lo acosaban continuamente, obligándolo a matar. El juicio se inicia a
principios de 1979 y el 6 de mayo de aquel año.
Sólo hay juicio porque la fiscalía se empeña en pedir la pena de muerte, la
defensa quiere que Chase sea considerado mentalmente enfermo e
incapaz de someterse a juicio, pero la fiscalía argumenta que Chase
ha tenido suficiente “astucia y conocimiento” en el
momento de los crímenes para ser considerado responsable de sus actos y tener
que responder por ellos.
El jurado sólo delibera un par de horas y lo declara culpable de todos los
asesinatos. El juez lo manda al Corredor
de la Muerte de San Quintín a la espera de su ejecución en la silla
eléctrica.
Tras el juicio, Robet K. Ressler describe su encuentro con Richard Chase
en su libro Asesinos en serie:
John Conway y yo visitamos a Chase en el Corredor de la Muerte de San Quintín en 1979. Conway era el enlace del FBI
con las cárceles de California.
“Visitar a Richard Chase fue una de las experiencias más extrañas que
jamás tuve. Escuché ruidos extraños, gemidos y otros sonidos casi inhumanos
provenientes de las celdas. Nos sentamos en un cuarto a esperar a Chase y lo oímos acercarse por el pasillo. Llevaba
grilletes en las piernas y hacía un sonido metálico seco al andar, lo que me
hizo pensar enseguida en el fantasma de Marley del libro Una canción de Navidad
de Charles Dickens. Además de llevar grilletes, iba esposado y tenía puesto uno
de esos cinturones a los que van atadas las esposas. Sólo podía arrastrar los
pies a duras penas.”
“Su aspecto me dio otro susto. Era un hombre joven, flaco, extraño, con el
pelo negro y largo, pero lo que realmente me impactó fueron sus ojos. Nunca los
olvidaré. Eran como los ojos del monstruo de la película Tiburón. No había
pupilas, sólo puntos negros. Eran ojos malvados que recordé durante mucho
tiempo después de la entrevista. No mostró ninguna señal de agresividad,
simplemente se sentó y se quedó pasivo. Tenía un vasito de plástico en las
manos, algo de lo que no habló al principio. Chase
y yo hablamos con bastante facilidad, considerando su estado mental.
Lo que ponía en peligro su vida era el ‘envenenamiento de jabonera’. Cuando le
dije que no conocía la naturaleza del envenenamiento de jabonera, me ilustró al
respecto. Todo el mundo tiene una jabonera, dijo. Si levantas la pastilla de
jabón y la parte de abajo está seca, estás bien. Pero si esa parte está
pegajosa, significa que sufres de envenenamiento de jabonera. Le pregunté por
los efectos del veneno y me contestó que convierte la sangre en polvo, lo
pulveriza básicamente; la sangre entonces va consumiendo el cuerpo y su energía
y reduce las habilidades de la persona.”
“ Simplemente acepté su explicación y no me puse a discutir al respecto.
Apliqué la misma regla cuando empezó a contarme que era judío de nacimiento (sabía
que no era verdad) y que los nazis lo habían perseguido toda su vida porque
tenía una estrella de David en la frente, que procedió a mostrarme (cosa que no
tenía). Dijo que los nazis habían estado conectados con los Ovnis que flotan
continuamente sobre la tierra y le habían ordenado por telepatía que matara
para reponer su sangre. Concluyó su exposición diciéndome: ‘Así que ya ve,
señor Ressler, está muy claro que maté en defensa propia "
“Quizá la información más relevante que saqué de la entrevista fue la
respuesta que me dio cuando le pregunté cómo había elegido a sus víctimas.
Había estado escuchando voces que le decían que matara y simplemente fue de
casa en casa, probando si la puerta estaba cerrada o no. Si la puerta estaba
cerrada, no entraba. Pero si estaba abierta, entraba. Le pregunté por qué no
rompió simplemente una puerta si quería entrar en una casa en particular. ‘Oh’,
dijo, ‘si una puerta está cerrada, significa que no eres bienvenido’. ¡Qué
delgada era la línea entre los que evitaron ser víctimas de un crimen horrendo
y los que sufrieron una muerte atroz a manos de Chase!
Finalmente, le pregunté por el vasito de plástico que llevaba en la mano. Me
dijo que era una prueba de que en la cárcel estaban intentando envenenarle. Me
lo enseñó y dentro había una sustancia amarilla y pegajosa que más tarde
identifiqué como los restos de una cena precocinada de macarrones y quesos.
Quería que me lo llevara al laboratorio del FBI en Quántico para que lo
analizaran. Era un regalo que no podía rechazar. La información obtenida en esa
entrevista ayudó a confirmar el retrato que estábamos elaborando del ‘asesino
desorganizado’, que era radicalmente diferente del retrato del ‘asesino
organizado’. Chase no se limitaba a encajar
en el perfil del asesino desorganizado, sino que se podría afirmar que era su
personificación.”
“Chase también nos escribía a Conway y a
mí para decimos que tenía que desplazarse a Washington, D.C., para trabajar en
su apelación. Tenía la convicción de que al FBI le interesaría saber que los Ovnis
estaban relacionados con los accidentes aéreos y las armas antiaéreas que los
iraníes empleaban contra Estados Unidos. ‘Sería fácil para el FBI detectar los Ovnis
por radar’, me escribió, ‘y verían que me siguen y que son estrellas en el cielo
por la noche que se encienden por medio de algún tipo de máquina de fusión
controlada.”
“Fue la última vez que Chase me escribió.
Justo después de la Navidad de 1980, lo encontraron muerto en su celda en
Vacaville. Había estado ahorrando muchas pastillas antidepresivas de las que
recibía para controlar sus alucinaciones y convertirlo en un preso manejable, y
se las había tomado todas de una vez. Algunos dijeron que era un suicidio;
otros siguieron creyendo que había sido un accidente, que Richard Trenton Chase
había ingerido todas las pastillas en un intento de acallar las voces que lo
habían impulsado a matar y que lo atormentaron hasta el día de su muerte”.
Fuente : Universo Paranormal
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