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Hombres y Mujeres Asesinos
Blog dedicado especialmente a lecturas sobre Casos reales, de hombres y Mujeres asesinos en el ámbito mundial.
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Este Blog, no es de carácter científico, pero si busca seriedad en el desarrollo de los temas.

Está totalmente dirigido a los amantes del género. Espero que todos aquellos interesados en el tema del asesinato serial encuentren lo que buscan en este blog, el mismo se ha hecho con fines únicamente de conocimiento y desarrollo del tema, y no existe ninguna otra animosidad al respecto.

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//20 de Septiembre, 2010

Henil Desiré Landrú

por jocharras a las 09:20, en Hombres Asesinos

Henil Desiré Landrú


 

Nació en 1869 en Paris, hijo de una familia burguesa y religiosa. Su padre era un pequeño industrial y su madre costurera. Durante su adolescencia trabajó en un estudio de arquitectura.

Su prima, Mademoisehle Remy, fue su primera conquista amorosa, de cuya unión nació una hija y, como no podía deshonrar a la muchacha, contrajo matrimonio.

Cumplió con sus obligaciones militares sus compañeros lo recordarían como el Sargento Landru: obsesivo, meticuloso, acicalándose su barba en plena batalla en el río Mame, y también. recordarían cómo en virtud de su distracción un esquirla de mortero lo hiere y es dado de baja.

Su primer empleo después de su experiencia militar fue como empleado de una tienda, cuyo dueño era un personaje bastante inescrupuloso que en reiteradas ocasiones abusa de Henri y  estafa en materia de dinero. En ese momento, el antiguo sargento del ejército francés toma la decisión de vengarse a través de la comisión de sus propios delitos.

Para Landrú, cuya inclinación a la estafa ya había desencadenado la muerte de su padre, la Gran Guerra de 1914-1918 le proporcionó la oportunidad de refinar este talento. Y es que, las bajas que a diario se producían en el frente de batalla, aumentaba constantemente el número de viudas; quienes colocaban en los periódicos anuncios matrimoniales. Esta lectura fue para Désiré una revelación. Comprendió que un hombre como él, atractivo y joven aún, podía aprovecharse de esta situación.

Fue entonces que instaló un estudio de arquitectura para mantener a su familia ,y es en esos tiempos cuando comienza a realizar pequeñas estafas. En ocasión de una de estas maniobras es descubierto y sentenciado a cumplir dos años de cárcel. Algunas fuentes aseguran que, en dicho período y situación, Landrú intentó quitarse, la vida.

Con su prima tuvo tres hijos más, cometió varios delitos menores más que lo mantuvieron en prisión por algún tiempo, y esta situación de deshonestidad afectó tanto a su padre que, para evitar la vergüenza, se suicidó.

Durante la Primera Guerra Mundial su ingenio funcionó al  máximo. Debido a las grandes bajas de hombres en el frente de batalla, abundaban las mujeres solas y viudas que publicaban avisos en los diarios para formar pareja nuevamente. Estos singulares avisos despertaron en Landrú una gran  codicia, un enfermizo afán de riqueza. Para alcanzar sus objetivos, el incipiente asesino pergeñó un plan a prueba de fallos.

Desde entonces publicaba en los diarios un aviso que decía :
«Señor serio desea casarse con viuda o mujer incomprendida entre treinta y cinco y cuarenta y cinco años» o «Viudo,
dos hijos, cuarenta y tres años, solvente, afectuoso, serio y ascenso social, desea conocer a viuda con fines matrimoniales ».

Las cartas de las frituras consortes lo inundaron y las fue clasificando en un fichero según la importancia: aquellas que estaban muy apuradas las catalogaba SF (sin fortuna), a las otras les enviaba cartas para sondear los beneficios económicos que podrían beneficiarlo con la relación.

Landru utilizó un viejo truco para hacer saber que era un viudo de buena posición que deseaba casarse: simplemente puso un anuncio en los periódicos.

Recibió miles de contestaciones. Seleccionó las que le parecieron más interesantes, alquiló una villa aislada en las afueras llamada "Ermitage", y empezó a hacer contacto con las pretendientes. Atento y encantador se ganaba su confianza, especialmente mujeres solitarias, viudas y con algún capital.

Jeanne Cuchet fue la primera incauta que cayó en sus redes: era una viuda de 39 años, que tenía un hijo de 17 y, fundamentalmente, una fortuna bastante atractiva. Fue fácil para Landrú seducirla con sus modos amables de señor respetable, sostuvo que su nombre era Diard, que había sido expulsado de Lila por la ocupación alemana, y que ejercía el oficio de inspector de reos —llegó a ofrecerle un trabajo para el hijo de la viuda—.

La joven, totalmente obnubilada, lo siguió hasta un piso que Landrú había alquilado en Vernouillet. Madre e hijo desaparecieron sin dejar rastros y lo peor fue que la policía, ocupada en detener desertores, no investigó absolutamente nada.

Esta situación alentó al asesino, que comprobaba que su proyecto era perfecto. Seguro de su accionar desarrolló varias conquistas sentimentales entre los años 1915 y 1919, sin apartarse del personaje que había creado.

Las incautas tenían todas el mismo perfil: jóvenes, solas y adineradas, que quedaban deslumbradas con este hombre culto que les ofrecía amparo y contención.

Su personalidad era tan subyugante que las mujeres no dudaban en darle el manejo de sus negocios, sus joyas, ahorros y hasta los muebles. Después las llevaba a una romántica luna de miel en el campo...

En cierta ocasión sintió que los vecinos de Vernouillet sospechaban de él, entonces decidió mudarse a una casa en Gambais, 11 da La Ermita, que estaba rodeada de muro de ladrillos, cuando se encontraba en el lugar, la estufa funcionaba sin parar.

Su vida transcurría normalmente, intercalaba sus días en París con su esposa e hijos, a quienes no descuidaba atendía muy bien, con su «vida paralela» para la que adoptaría diferentes nombres: Dupont, Frémyet, George Cuchet, Raymond Diard y otros.

Las mujeres ausentes eran varias, por lo tanto algunos familiares de las víctimas habían denunciado sus desapariciones. Obviamente, por los datos filiatorios falsos que aportaba Landrú, era imposible ubicarlo, y sólo se tenía una descripción física del seductor (abundante barba negra, estatura mediana y calvo).

Su juego comenzó a finalizar cuando la hermana de Celeste Boisson conto que la última vez que la había visto, estaba acompañada por un hombre calvo, muy amable y de barba negra, y que había vuelto a ver ese hombre comprando en un negocio, acompañado por una joven.

Como las características correspondían con las de Henil Landrú, se da aviso a la policía y el comisario Dautel, que ya estaba investigando logra averiguar su dirección. De esta manera simple fue detenido el 12 de abril de 1919 por la Brigada Móvil en París, bajo los cargos de robo y estafas reiteradas.

Al presentarse la policía en su domicilio, asesino niega los cargos, presentado un documento con identidad falsa, luego simula un desmayo se deja llevar.

Mientras lo conduce la policía carita un aria de la ópera Manon, de Jules Massenet: «Adieu, notre petit table... » Este aspecto actoral, mordaz y humorístico también lo pondrá de manifiesto durante el juicio.

Al mismo tiempo, se realizó un inspección en la casa de Gambais. Allí se encontraron gran cantidad de muebles, ropas de mujer y cien kilos de sustancias incineradas, un kilo de huesos humanos (103 pedazos de cráneos, 4 apófisis y 48 falanges) dos cuerdas, dos hachas, una sierra un martillo, tres puñales, tijeras, tenazas, pinzas, dos valijas y la famosa estufa.

El proceso de Landrú, duró dos años. El público cambió las preocupaciones de la reciente guerra por el juicio del hombrecito calvo, barbudo y con perfil de pájaro que negaba con calma, bromeaba con cinismo y daba en todo momento muestras de la más delicada cortesía.

Sus ficheros terminaron de inculparlo, así como una libreta de ahorros donde anotaba el nombre de la acompañante de turno, el valor de los dos pasajes de ida y el valor de uno sólo de regreso.

Henri Desiré Landrú había enamorado a 293 mujeres, y acumulado entre 1915 y 1919 nada menos que 35.642 francos con 50 centavos (cada franco equivalía, por entonces, a 290 gramos de oro puro).

El proceso duró 4 años. Allí el asesino se dirigió a Gilbert, presidente del tribunal y dijo: «Me procesan por diez mujeres, cuando he conocido centenares... ¡Qué generoso es este tribunal!... Estafador lo admito pero asesino, no. Ellas estaban solas y yo les he dado un poco de esperanza. Las he amado, las he despojado, pero no las he matado. ¿Qué fue de ellas? No sé. ¡Es increíble cómo, pueden desaparecer tantas mujeres sin dejar rastros...! ¡Que me traigan las pruebas!».

En otra oportunidad sostuvo: «No me crean si no quieren, pero nunca he sabido encender un fuego!».

El fiscal Godeffroy fue categórico, acusándolo de estrangular, descuartizar e incinerar en la casa a muchas mujeres de las cuales sólo 10 fueron identificadas. Mientras esperaba el veredicto en prisión, recibió bombones, puros y propuestas matrimoniales de parte de sus muchas admiradoras.

La sentencia se dictó el 30 de noviembre d 1921, y Landrú permaneció inmutable y se dirigió su abogado con estas palabras: «Le he confiado una causa dificil.. digamos desesperada... En verdad  es la primera vez que se condena a un inocente». El día de la ejecución se mostró tranquilo, se vistió elegantemente y se perfumó, se despidió de su familia y dirigiéndose al sacerdote dijo: «Vamos no hagamos esperar a estos señores». En la madrugada del 22 de febrero de 1922, su cabeza rodó bajo la hoja de la guillotina.

En 1697, Charles Perrault escribió una fábula referida a un tal Barba Azul. En dicho cuento, una pareja de hermanas se ve tentada con la oferta de matrimonio de un portentoso ejemplar de hombre. Las muchachas temen porque ese mismo hombre había desposado a 7 viudas con anterioridad y nunca se supo más de ellas.

Si bien se llegó a especular en cifras exageradas que Landru pudo asesinar a casi 300 mujeres, el secreto de sus asesinatos se enterró con él, pues en ningún momento reconoció su culpa ni dio ningún tipo de pista que pudiera esclarecer su caso. En todo caso con casi total seguridad estos nombres que a continuación se citan pertenecen a las "hazañas" de tan frío asesino

Finalmente, Fátima, la menor y más hermosa de las hermanas, se casa con Barba Azul, y en ausencia de su mando descubre su terrible secreto: el sótano de su casa de campo esconde los cadáveres desangrados de las siete viudas desaparecidas. El hombre regresa y descubre que su esposa conoce su secreto, con lo que la íntima a reunirse con sus otras víctimas En el último momento, Fátima es rescatada por sus hermanos hereda la fortuna del asesino, que es ultimado. Como se puede apreciar Landrú no fue precisamente un innovador , aunque su destino fue precisamente lo mismo que del villano de la historia de Perrault.

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