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Este Blog, no es de carácter científico, pero si busca seriedad en el desarrollo de los temas.
Está totalmente dirigido a los amantes del género. Espero que todos aquellos interesados en el tema del asesinato serial encuentren lo que buscan en este blog, el mismo se ha hecho con fines únicamente de conocimiento y desarrollo del tema, y no existe ninguna otra animosidad al respecto.
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Jorge Omar Charras
ajedrez, informatica, casos reales, policiales etc.
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| « Entradas por tag: bundy
//31 de Julio, 2010 |
|
por
jocharras a las 22:43, en
Hombres Asesinos |
Asesino . Ted Bundy, un psicópata atractivo.
Ted Bundy
Ted Bundy era un hombre inteligente y atractivo, un seductor
irresistible. Cada mes recibía cientos de cartas de amor repletas de piropos,
proposiciones indecentes y besos pintados con carmín sobre el papel. Ese
envidiable correo le era remitido a la prisión de Starke, en Florida,
donde permaneció recluido hasta que el 24 de enero de 1989 fue ejecutado en la
silla eléctrica. Era su castigo por haber matado sádicamente a más de 30 bellas
muchachas.
Acaso
el asesino en serie más famoso de la historia, Bundy ejercía sobre el público una fascinación casi
obscena. La audiencia devoraba con glotonería cada una de sus palabras.
Esperaban resolver el enigma de por qué un WASP arquetípico había elegido
trazar semejante laberinto de sangre.
Porque Bundy
, nacido en 1946 y antiguo
boy scout, no encajaba en el perfil macabro del psicópata. Licenciado
Psicología, se había involucrado en política y se le consideraba como una joven
promesa del Partido Republicano. Bundy era además un ‘gentilhomme charmant’, un joven
guapo y jovial con facilidad de palabra. Aquella máscara escondía a un monstruo
despiadado.
Para cometer sus crímenes, Bundy apelaba a la bondad de sus víctimas. Paseaba
por los campus universitarios con muletas o con el brazo en cabestrillo, y
dejaba que sus libros se cayeran al suelo a la vista de alguna chica. Ellas no
podían negarle ayuda a un sujeto que inspiraba confianza y ternura, y le
acompañaban hasta su coche. Entonces Bundy las golpeaba con una palanca e iniciaba la
pesadilla.
Más de una treintena de brutales crímenes
Las
autoridades policiales jamás pudieron determinar el número exacto de mujeres
que sucumbieron a las atrocidades de Bundy en los 70. Ese secreto se lo llevó a la tumba,
aunque confesó cerca de treinta asesinatos, siempre de mujeres con larga melena
peinada con raya al medio. Ese era el ‘look’ de Stephanie Brooks, el primer amor de un Bundy con el que rompería tras un año de relación.
Los expedientes de aquellos casos evidenciaban escabrosas violaciones,
descuartizamientos y prácticas necrófilas. Cuando todavía vivía en Washington, Bundy se deshacía de los cadáveres en los frondosos
bosques a las afueras de Seattle.
Sin embargo, regresaba a la escena del crimen con frecuencia enfermiza. Pudo
comprobarse que en ocasiones se llevaba a casa cabezas decapitadas para
aplicarles maquillaje.
El ímpetu homicida de Bundy se cobraría víctimas no sólo en Washington, sino también en Oregón, Utah, Idaho, Colorado y Florida. Desafortunadamente, nadie era capaz de conectar los
sucesos entre sí. Hasta que a Bundy le abandonó la suerte.
Detención y fuga
En el verano de 1975, la policía
lo detuvo por conducción errática. Registraron su vehículo y se encontraron con
una cámara de los horrores en el maletero: esposas, pasamontañas, barras de
hierro… Y unas facturas de gasolina que lo situaban en los lugares y las fechas
en que numerosas chicas habían desaparecido.
Bundy fue encarcelado en Colorado en febrero de 1976. No obstante, dos meses más tarde logró
escapar, saltando desde una altura de dos pisos a través de la biblioteca de la
cárcel. Su huida duró seis días, pero en la víspera de Nochevieja volvió a
fugarse, esta vez a través de los conductos del aire. Había adelgazado varios
kilos para caber por el hueco.
Esa segundo evasión acarrearía consecuencias catastróficas. Bundy ,
presa prioritaria en la lista del FBI,
cruzó el país hasta llegar a Florida,
donde se dejó barba y cambió de nombre. Sólo dos semanas después de su fuga,
entró en una residencia de estudiantes femenina y mató a dos jóvenes. Otras dos
quedaron seriamente malheridas, y a menos de un kilómetro una quinta víctima
fue atacada aquella noche. Sin embargo, el crimen que más conmocionó a la
sociedad fue el de Kimberly Leach. La pequeña de 12 años fue
brutalmente violada y asesinada.
La captura definitiva de Bundy fue nuevamente producto de la casualidad.
Conducía un Volkswagen Beetle sin
las luces puestas, y atrajo la atención de un agente que logró reducirlo y
llevarlo al calabozo, para exasperación de Bundy . “Claro que me
enfado”, comentaría en una entrevista televisiva, “Me enfado y me indigno. No me gusta que me encierren por
algo que no he hecho. No me gusta que me arrebaten la libertad. No me gusta ser
tratado como un animal. No me gusta que la gente me escudriñe como si fuese un
bicho raro. Porque no lo soy”.
Esperpento en el tribunal
Bundy durante el juicio.
Muchos
Estados solicitaron su extradición, pero el primer juicio tendría lugar en Florida. Bundy había despedido a sus abogados y obtuvo
permiso para defenderse a sí mismo y protagonizar ante el tribunal un
lamentable espectáculo ‘made in America’. Él mismo
interrogaba a los testigos pidiendo que recordaran lo sucedido, y paladeaba con
regocijo cada detalle de la experiencia revivida.
Quedó tan claro como nunca que Bundy era un perturbado. Pero su presencia,
hipnótica y morbosa, atraía a decenas de ‘groupies’. El esperpento judicial
alcanzó su cima cuando Bundy , aprovechando una vieja ley que
permitía contraer matrimonio estando bajo juramento, se casó en plena sesión
del tribunal con una admiradora llamada Carole
Ann Boone. El fruto de las visitas conyugales (frecuentes hasta su
separación en 1986) fue una hija que permanece actualmente en el más estricto
anonimato.
Espeluznantes historias de amor aparte, Bundy fue condenado a muerte en 1980, una sentencia
que su madre lamentaba: “Mi educación
cristiana me dice que arrebatar la vida del prójimo es deleznable bajo
cualquier circunstancia. Y no creo que el Estado de Florida esté por encima de
las leyes de Dios”. Louise
todavía confiaba en la inocencia de su hijo, que no le confesó la verdad hasta
la noche antes de su ejecución
Bundy, tras ser ejecutado
Agonía prolongada
Bundy esquivaría la muerte durante casi nueve años,
agotando todos los recursos judiciales e incluso manipulando a las autoridades.
Cual Sherezade de vocación
siniestra, ganaba tiempo ofreciendo a los investigadores datos de asesinatos
jamás resueltos.
Su crédito negociador se agotó definitivamente el 24 de enero de 1989. Aquella
mañana, cientos de personas se arremolinaban en el exterior de la prisión de Starke. Había un ambiente carnavalesco
y de júbilo apenas disimulado a la espera de la ejecución de Bundy .
Las pancartas rezaban lemas líricos tan inspirados como ‘Las
rosas son rojas/ Las violetas azules/ Buenos días, Ted/ Te vamos a matar’.
Se filtraron informaciones de que Bundy empezó a tartamudear cuando vio la silla
eléctrica. Él, siempre carismático y petulante, perdió su legendaria compostura
cuando llegó su hora. En aquel instante, ni siquiera las cartas de amor que
acumulaban polvo en su celda eran un consuelo. Era el momento de saldar deudas
con sus viejos fantasmas.
Como no, su vida se llevó al cine.
FUENTES:
www.elmundo.es
www.labutaca.net
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