Henil
Desiré Landrú
Nació en 1869 en Paris, hijo de una familia burguesa
y religiosa. Su padre era un pequeño industrial y su madre costurera. Durante
su adolescencia trabajó en un estudio de arquitectura.
Su prima, Mademoisehle
Remy, fue su primera conquista amorosa, de cuya unión nació una hija y,
como no podía deshonrar a la muchacha, contrajo matrimonio.
Cumplió con sus obligaciones militares sus
compañeros lo recordarían como el Sargento Landru: obsesivo, meticuloso,
acicalándose su barba en plena batalla en el río Mame, y también. recordarían cómo en virtud de su distracción un
esquirla de mortero lo hiere y es dado de baja.
Su primer empleo después de su experiencia militar
fue como empleado de una tienda, cuyo dueño era un personaje bastante inescrupuloso que en reiteradas
ocasiones abusa de Henri y estafa en materia de dinero. En ese
momento, el antiguo sargento del ejército francés toma la decisión de vengarse
a través de la comisión de sus propios delitos.
Para Landrú, cuya inclinación a la estafa ya había
desencadenado la muerte de su padre, la Gran
Guerra de 1914-1918 le proporcionó la oportunidad de refinar este talento.
Y es que, las bajas que a diario se producían en el frente de batalla,
aumentaba constantemente el número de viudas; quienes colocaban en los
periódicos anuncios matrimoniales. Esta lectura fue para Désiré una revelación. Comprendió que un hombre como él, atractivo
y joven aún, podía aprovecharse de esta situación.
Fue entonces que instaló un estudio de arquitectura
para mantener a su familia ,y es en esos tiempos cuando comienza a realizar
pequeñas estafas. En ocasión de una de estas maniobras es descubierto y
sentenciado a cumplir dos años de cárcel. Algunas fuentes aseguran que, en
dicho período y situación, Landrú intentó quitarse, la vida.
Con su prima tuvo tres hijos más, cometió varios
delitos menores más que lo mantuvieron en prisión por algún tiempo, y esta
situación de deshonestidad afectó tanto a su padre que, para evitar la
vergüenza, se suicidó.
Durante la Primera
Guerra Mundial su ingenio funcionó al máximo. Debido a las grandes bajas de hombres en el frente
de batalla, abundaban las mujeres solas y viudas que publicaban avisos en los
diarios para formar pareja nuevamente. Estos singulares avisos despertaron en Landrú una gran codicia, un enfermizo afán de riqueza. Para
alcanzar sus objetivos, el incipiente asesino pergeñó un plan a prueba de
fallos.
Desde entonces publicaba en los diarios un aviso
que decía :
«Señor serio
desea casarse con viuda o mujer incomprendida entre treinta y cinco y cuarenta
y cinco años» o «Viudo, dos hijos, cuarenta y tres años, solvente, afectuoso, serio
y ascenso social, desea conocer a viuda con fines matrimoniales ».
Las cartas de las frituras consortes lo inundaron y
las fue clasificando en un fichero según la importancia: aquellas que estaban muy apuradas las catalogaba
SF (sin fortuna), a las otras les enviaba cartas para sondear
los beneficios económicos que podrían beneficiarlo con la relación.
Landru utilizó un viejo truco para hacer saber
que era un viudo de buena posición que deseaba casarse: simplemente puso un
anuncio en los periódicos.
Recibió miles de contestaciones. Seleccionó las que
le parecieron más interesantes, alquiló una villa aislada en las afueras
llamada "Ermitage", y
empezó a hacer contacto con las pretendientes. Atento y encantador se ganaba su
confianza, especialmente mujeres solitarias, viudas y con algún capital.
Jeanne Cuchet fue la primera incauta que cayó en
sus redes: era una viuda de 39 años, que tenía un hijo de 17 y,
fundamentalmente, una fortuna bastante atractiva. Fue fácil para Landrú seducirla con sus modos amables de señor respetable, sostuvo que
su nombre era Diard, que había sido
expulsado de Lila por la ocupación
alemana, y que ejercía el oficio de inspector de reos —llegó a ofrecerle un trabajo para el hijo de la viuda—.
La joven, totalmente obnubilada, lo siguió hasta un
piso que Landrú
había alquilado en Vernouillet.
Madre e hijo desaparecieron sin dejar rastros y lo peor fue que la policía,
ocupada en detener desertores, no investigó absolutamente nada.
Esta situación alentó al asesino, que comprobaba
que su proyecto era perfecto. Seguro de su accionar desarrolló varias
conquistas sentimentales entre los años 1915 y 1919, sin apartarse del
personaje que había creado.
Las incautas tenían todas el mismo perfil: jóvenes,
solas y adineradas, que quedaban deslumbradas con este hombre culto que les
ofrecía amparo y contención.
Su personalidad era tan subyugante que las mujeres
no dudaban en darle el manejo de sus negocios, sus joyas, ahorros y hasta los
muebles. Después las llevaba a una romántica luna de miel en el campo...
En cierta ocasión sintió que los vecinos de Vernouillet sospechaban de él, entonces
decidió mudarse a una casa en Gambais,
11 da La Ermita, que estaba rodeada
de muro de ladrillos, cuando se encontraba en el lugar, la estufa funcionaba sin parar.
Su vida transcurría normalmente, intercalaba sus
días en París con su esposa e hijos, a quienes no descuidaba atendía muy bien,
con su «vida paralela» para la que adoptaría diferentes nombres: Dupont, Frémyet, George Cuchet, Raymond Diard y otros.
Las mujeres ausentes eran varias, por lo tanto
algunos familiares de las víctimas habían denunciado sus desapariciones.
Obviamente, por los datos filiatorios falsos que aportaba Landrú, era imposible ubicarlo,
y sólo se tenía una descripción física del seductor (abundante barba negra,
estatura mediana y calvo).
Su juego comenzó a finalizar cuando la hermana de Celeste Boisson conto que la última vez que la había visto,
estaba acompañada por un hombre calvo, muy amable y de barba negra, y que había
vuelto a ver ese hombre comprando en un negocio, acompañado por una joven.
Como las características correspondían con las de Henil Landrú,
se da aviso a la policía y el comisario Dautel,
que ya estaba investigando logra averiguar su dirección. De esta manera simple
fue detenido el 12 de abril de 1919 por la Brigada
Móvil en París, bajo los cargos
de robo y estafas reiteradas.
Al presentarse la policía en su domicilio, asesino
niega los cargos, presentado un documento con identidad falsa, luego simula un
desmayo se deja llevar.
Mientras lo conduce la policía carita un aria de la
ópera Manon, de Jules Massenet: «Adieu, notre petit table... » Este
aspecto actoral, mordaz y humorístico también lo pondrá de manifiesto durante
el juicio.
Al mismo tiempo, se realizó un inspección en la
casa de Gambais. Allí se encontraron
gran cantidad de muebles, ropas de mujer y cien kilos de sustancias incineradas,
un kilo de huesos humanos (103 pedazos de cráneos, 4 apófisis y 48 falanges)
dos cuerdas, dos hachas, una sierra un martillo, tres puñales, tijeras,
tenazas, pinzas, dos valijas
y la famosa estufa.
El proceso de Landrú, duró dos años. El público cambió las
preocupaciones de la reciente guerra por el juicio del hombrecito calvo,
barbudo y con perfil de pájaro que negaba con calma, bromeaba con cinismo y
daba en todo momento muestras de la más delicada cortesía.
Sus ficheros terminaron de inculparlo, así como una
libreta de ahorros donde anotaba el nombre de la acompañante de turno, el valor
de los dos pasajes de ida y el valor de uno sólo de regreso.
Henri Desiré Landrú había enamorado a 293
mujeres, y acumulado entre 1915 y 1919 nada menos que 35.642 francos con 50
centavos (cada franco equivalía, por entonces, a 290 gramos de oro puro).
El proceso duró 4 años. Allí el asesino se dirigió
a Gilbert, presidente del tribunal y
dijo: «Me
procesan por diez mujeres, cuando he conocido centenares... ¡Qué generoso es
este tribunal!... Estafador lo admito pero asesino, no. Ellas estaban solas y
yo les he dado un poco de esperanza. Las he amado, las he despojado, pero no
las he matado. ¿Qué fue de ellas? No sé. ¡Es increíble cómo, pueden desaparecer
tantas mujeres sin dejar rastros...! ¡Que me traigan las pruebas!».
En otra oportunidad sostuvo: «No me crean si
no quieren, pero nunca he sabido encender un fuego!».
El fiscal Godeffroy
fue categórico, acusándolo
de estrangular, descuartizar e incinerar en la casa a muchas mujeres de las
cuales sólo 10 fueron identificadas.
Mientras esperaba el veredicto en prisión, recibió bombones, puros y propuestas
matrimoniales de parte de sus muchas admiradoras.
La sentencia se dictó el 30 de noviembre d 1921, y Landrú permaneció
inmutable y se dirigió su abogado con estas palabras: «Le he confiado una causa dificil.. digamos
desesperada... En verdad es la primera vez que se condena a un inocente».
El día de la ejecución se mostró tranquilo, se vistió elegantemente y se
perfumó, se despidió de su familia y dirigiéndose al sacerdote dijo: «Vamos no hagamos esperar a estos señores».
En la madrugada del 22 de febrero de 1922, su cabeza rodó bajo la hoja de la
guillotina.
En 1697, Charles
Perrault escribió una fábula referida a un tal Barba Azul. En dicho cuento, una pareja de hermanas se ve tentada
con la oferta de matrimonio de un portentoso ejemplar de hombre. Las muchachas
temen porque ese mismo hombre había desposado a 7 viudas con anterioridad y
nunca se supo más de ellas.
Si bien se llegó a especular en cifras exageradas
que Landru
pudo asesinar a casi 300 mujeres, el secreto de sus asesinatos se enterró con
él, pues en ningún momento reconoció su culpa ni dio ningún tipo de pista que
pudiera esclarecer su caso. En todo caso con casi total seguridad estos nombres
que a continuación se citan pertenecen a las "hazañas" de tan frío
asesino
Finalmente, Fátima,
la menor y más hermosa de las hermanas,
se casa con Barba Azul, y en ausencia
de su mando descubre su terrible secreto: el sótano de su casa de campo esconde
los cadáveres desangrados de las siete viudas desaparecidas. El hombre regresa
y descubre que su esposa conoce su secreto, con lo que la íntima a reunirse con
sus otras víctimas En el último momento, Fátima
es rescatada por sus hermanos hereda la fortuna del asesino, que es ultimado.
Como se puede apreciar Landrú
no fue precisamente un innovador , aunque su destino fue precisamente lo mismo
que del villano de la historia de Perrault.