CAPITULO VIII
Temporada de caza
Al ritmo de Gary
El año 1998 no sólo fue el año de la consolidación de Marcelo
y Adriana del Valle como amantes estables, sino también el período en que Sajen
llevó casi a la perfección la difícil tarea de mantener -y sostener- a dos
familias paralelas.
También fue el año en que se produjo la mayor cantidad de
ataques atribuidos al violador serial y en el que, según los archivos
policiales, otros dos delincuentes sexuales (el policía Gustavo Machuca y otro
hombre de apellido Riquelme) cometieron la mayoría de sus crímenes.
Finalmente, 1998 fue el año del surgimiento de la pastilla
Viagra como droga de estimulación que mejora el rendimiento sexual.
"Se despertaba
alas 6.30 de la mañana conmigo para despedir a los chicos y desayunar con ellos
antes de ir al colegio. Después iba al kiosco a comprar el diario o se lo
compraba directamente a don Pepe Pino, que anda siempre por acá en bicicleta.
Siempre hacía eso porque nosotros vendíamos autos, para constatar si los avisos
nuestros habían sido publicados", el relato pertenece a Zulma Villalón.
Sin hacer ninguna referencia a Adriana, Zulma se anima
a resumir cómo eran aquellos días del año 1998.
"Después volvía
,a salir para comprar la comida y la mayoría de las veces traía también regalos
para alguno de los chicos". Los Sajen vivían en una casa ubicada
sobre la calle Ambrosio Funes al
2491 de barrio General Urquiza y, según Zulma, después de pasear un poco por el barrio, su marido se iba
"a dar vueltas", buscando algún auto que sirviera para
"hacer un buen negocio".
La familia seguía creciendo, porque el 17 de diciembre de
1996 Zulma había dado a luz a un
nuevo niño, el segundo hijo varón de Marcelo y el quinto de la familia.
El sábado 10 de enero de 1998, una joven de 22 años que se dirigía desde
su casa en barrio Yofre Sur hacia el
boliche Don Gómez,
en Obispo Salguero y Obispo Oro, fue tomada por la espalda por Sajen
justo en la esquina de San Lorenzo y Chacabuco en pleno centro de
barrio Nueva
Córdoba. Mediante una técnica de control que se perfeccionaba en
cada nuevo ataque, el depravado logra llevarla hasta la terminal de ómnibus (se
trata de la primera víctima obligada a ir a esa zona de la ciudad),
donde finalmente
es abusada.
1998 también fue un año importante para la Policía Judicial de Córdoba, que recién en ese período comenzó a
archivar organizadamente las denuncias que se registraban en las Unidades Judiciales. Todo indica que
las violaciones que se concentraron en los barrios Villa Argentina, San Vicente,
Cooperativa Los Paraísos y zonas
aledañas, entre 1991 y 1997, se perdieron en el camino de la burocracia. No es
casual que justo en el año en que se crearon esos archivos comenzaran a
aparecer ataques que se atribuyen al violador serial. Cabe pensar entonces que
existieron otros hechos cuyas denuncias quedaron abandonadas en los registros
de diferentes comisarías de barrio.
"Entre el '97 y el '99, Marcelo
vivía con Zulma y
conmigo. Vivía con las dos. Pasaba dos días con ella y después dos días
conmigo. Me dijo que no quería que siguiera en mi vieja casa, y alquiló un
departamento para nosotros. Cuando Zulma se
enteró lo quiso matar porque se vio venir que lo nuestro era en serio",
relata la Negra Chuntero.
"Salíamos mucho, pero él siempre se despertaba temprano.
Muchas veces íbamos a recorrer distintas zonas del centro, porque por esos años
Marcelo
me contaba todos los trabajos que le salían",
asegura la pareja paralela de Sajen, sin especificar a qué tipo de "trabajos"
se refiere.
Eran, según
cuentan los que conocían a Marcelo, épocas de muchas "tareas"
para él, ya que desde hacía años se mantenía gracias al delito y ahora se
encontraba ante el desafío de sostener a dos familias, incluido el hijo que Adriana tenía de una pareja anterior.
"Marcelo
empezó a decirme que quería tener un hijo conmigo y yo,
si bien dudé al comienzo, me moría de las ganas de darle un nene. En Así que finalmente
acepté y empezamos a buscarlo... nos dejamos de cuidar",
afirma, poniéndose todo lo colorada que puede la Negra Chuntero.
El
viernes 20 de marzo en la esquina de Rondeau
y Chacabuco,
Sajen
reduce a una chica y la obliga a acompañarlo hasta la pista de patinaje del Parque Sarmiento. Abusa sexualmente de
ella.
"En esos años Marcelo
laburaba mucho porque tenía que bancar a Zulma y toda la joda que llevaba con la Chuntero. Ahí fue cuando empezó
a laburar solo, y eso se debía a una cuestión práctica que se puede explicar
fácilmente: cuando yo llegaba a mi casa con 700 pesos se los daba a mi mujer
para que los administre; él tenía que separar la mitad para cada una y además
quedarse con algo para sus gastos porque estaba doblemente controlado",
contó Carlos, "compañero
de trabajo" de Sajen, durante la entrevista mantenida en un
bar de Nueva
Córdoba.
Según surge de los distintos testimonios, Sajen estaba concentrado en el
robo de automotores en diferentes barrios cercanos al centro, y principalmente
en esa barriada.
"Aunque era chiquito todavía, muchas veces
cuando se iba a dar vueltas en el auto lo llevaba a nuestro hijo mayor para que
fuera aprendiendo el negocio. Lo que hacían era buscar autos que se pudieran
comprar y vender más caros con unos pocos arreglos. Eso a Marcelo le encantaba
porque él siempre fue Tierrero y disfrutaba mucho de trabajar en todo lo que
tuviera que ver con eso", explica Zulma al referirse a esa época en la que a su marido y a ella les
iba tan bien que llegaron a tener tres coches.
Por aquellos
días, Adriana logró quedar
embarazada y cumplir su sueño más deseado: darle un hijo al hombre que amaba.
El 15 de abril (miércoles) una joven que
se dirigía a su domicilio, en la calle Chascomús
de Villa Revol, fue abordada en la esquina de Chascomús y Merlo. Es
obligada a caminar media cuadra hacia un baldío del barrio, donde es abusada.
Al igual que lo había hecho el año anterior, Sajen ataca en las horas
cercanas al cumpleaños de su hija más grande. También, al igual que el año
anterior, este hecho fue denunciado relativamente cerca de la casa donde
vivía la familia de Sajen.
Zulma
Villalón siempre se ubica de cara al
mundo desde el interior de su casa, como si ése fuera el sitio esencial desde
donde observaba también la vida de su marido: "Marcelo era meticuloso, detallista en todo y principalmente con
los autos. Además, siempre le gustó que yo y mis chicos tuviéramos un buen pasar...".
"Él era muy desprendido -insiste-
todo lo que yo le pedía me lo daba, porque a mí me gusta
tener la casa con muebles y bien linda. Lo mismo con mis chicos, que toman
leche Nido y comen cereales desde que nacieron".
Un mes después del último ataque, el
jueves 21 de mayo, una chica de 22 años que iba camino a la casa de su hermano
fue abordada cuando caminaba por Chacabuco,
entre las calles Obispo Oro y Derqui.
Sajen
la lleva hasta la Isla Crisol en el Parque
Sarmiento para abusar de ella.
A los 10 días, otra joven, de 19 años, es
interceptada por el depravado en Independencia
y Peredo. Es conducida hasta la mencionada
isla, donde cerca de las 22.30 es abusada.
"¿Leche Nido y cereales? La Zulma lo tenía loco a Marcelo pidiéndole cosas porque ella creía que yo vivía como una
reina y no de la manera humilde en que siempre viví. Mi negro siempre me decía
que tenía que darle todo porque si no le ponía los chicos en contra. Era como
si él le tuviese miedo a lo que ella pudiera hacerle. Muchas veces yo iba a la
cocina y veía que me faltaba un paquete de yerba, arroz o alguna otra comida, y
era que Marcelo me lo había robado para llevárselo a ella. Todo lo que
le pedían, pobrecito, él se los daba", asegura Adriana, quien se autodefine como económica.
El Parque Sarmiento sigue
siendo el lugar elegido por Marcelo Sajen para cometer sus abusos, a la
par que su método de ataque comienza a perfeccionarse. El sábado 27 de junio
comete uno de sus hechos más impresionantes al abordar no a una sino a dos personas,
con la particularidad de que una de ellas era varón. En el primer hecho de ese
tipo que consta en la causa, los intercepta en Chacabuco, entre San Juan
y Rondeau, y los obliga a
acompañarlo hasta la pista de patinaje del parque. Allí, ante la impotente mirada
de su novio de 21 años, que es apuntado con un arma, Sajen viola a la chica de 18
años y huye.
"Venían con la Paola (Palacios) del brazo a tirarme piedras a mi casa. Imagínate de lo
que es capaz una mujer que busca a la ex amante de su marido para venir a
atacarme a mí. Aprovechaban cuando Marcelo no estaba y me hacían eso", recuerda
la Negra Chuntero. "Eso sí, un montón de veces la Zulma vino sola a buscarlo a él, y Marcelo salía afuera y
le decía que se fuera porque estaba conmigo y ella no tenía derecho a
molestarme".
Diecisiete días después del ataque a la
pareja en la pista de patinaje, Sajen vuelve a su lugar favorito. Al igual que
la otra vez, se trata de una joven de apenas 18 años que es abordada en la
calle Ituzaingó.
"Me imagino que Marcelo levantaba
autos solo porque rinde más. No es cierto que él fuera parte de una banda, no.
Él, digamos que era el eslabón más débil de la cadena. Le pedían un auto y lo
levantaba, después cobraba lo que le correspondía y a otra cosa. Imaginate que
con las dos familias necesitaba tener sus buenos manguitos por día",
confirma Daniel Sajen.
El lunes 31 de agosto, otro ataque
atribuido a Sajen
se produce en barrio Cofíco. Dos
chicas son abordadas en la calle Campillo,
entre Fragueiro y Lavalleja. Las obliga a caminar hasta
un descampado cercano a las vías férreas, entre Urquiza y Fragueiro,
donde son abusadas.
Después de este hecho los registros muestran una pausa importante de
42 días sin ataques denunciados atribuibles al serial, pero una nueva violación
rompe ese impass y, de manera muy significativa, muestra cómo al promediar ese
año Sajen
ya se había convertido en un especialista en delitos sexuales gracias al
increíble perfeccionamiento de su técnica de ataque.
El lunes 12 de octubre, dos chicas de 20 años fueron abordadas cuando
regresaban del boliche Pétalo de Sol,
ubicado en Cañada y bulevar San Juan. El hecho sobresale en
la serie, porque contó con particularidades que permiten hablar de un atacante
temerario y muy confiado en que no pueden descubrirlo. El abuso demuestra,
además, que Sajen
comenzaba a burlarse de las fuerzas policiales que no sólo seguían
desconociendo su "serie", sino que buscaban en
ese momento a tres violadores seriales -Machuca, otro de apellido Rodríguez y
Riquelme- y no a cuatro como realmente existían. A esa altura, el
número de víctimas de Sajen superaba ampliamente las 20.
Aquella noche las jóvenes estaban
abordando un Fiat 147 estacionado
en Caseros casi esquina Belgrano cuando, furtivamente, Sajen
aprovechó el momento para encañonarlas y meterse en el vehículo. Cabe pensar
que la primera intención de Sajen fue robar el vehículo y que, al aparecer
las jóvenes, el delincuente interpretó rápidamente que se presentaba una
oportunidad para dar rienda suelta a su perversión.
Una vez dentro del auto, obligó a una de
las jóvenes a manejar e hizo que la otra pasara atrás. Como ya lo había
comprobado en el ataque a la pareja del Parque
Sarmiento, Sajen
sabía que la conjunción entre el miedo que provocaba su arma y la solidaridad
de la otra persona a la que tenía amenazada, era el seguro principal con el que
contaba para mantener el control de la situación.
Hizo que la joven que estaba al volante
manejara hasta la calle Crisol,
entre Obispo Trejo e Independencia. Allí, el delincuente
pasó a la parte trasera del auto y abusó de una de las chicas. Envalentonado,
se hizo llevar nuevamente al centro obligándolas a detener el auto en la calle
Vélez Sarsfield, frente al Teatro San Martín. Casi al frente del
edificio de la ex escuela Olmos,
donde supo trabajar en su etapa carcelaria, arremetió contra la otra chica, que
había sido obligada a intercambiar su lugar dentro del auto con su amiga.
Después, sin dejar nunca de encañonarlas con su pistola 11.25, se alejó
caminando.
El embarazo
de la Negra Chuntero avanzaba. El
nuevo hijo de Marcelo
Sajen había cumplido seis meses de gestación y Adriana sentía que le estaba dando una familia a la persona que
amaba. "Marcelo
siempre me cuidó mucho. Cuando yo iba al centro no me dejaba ir sola. Me decía:
'No, negra, vos no podés andar por ahí sin nadie que te proteja'. Era porque él
pensaba que había muchos violadores dando vueltas y que alguien me podía hacer
daño. Eso era cuando yo no estaba embarazada. Imagínate cuando tenía a su hijo
en mi panza", recuerda la Negra Chuntero.
Dos semanas después del ataque anterior, el viernes 30 de octubre,
una mujer de 23 años que acababa de bajar del colectivo en barrio Jardín para ir
a la casa de su novio, se cruzó con el delincuente en la esquina
de las calles Villa Nueva y Javier Díaz. El violador la obliga a
caminar hasta un descampado de la calle Comercio
al 900 para abusar de ella.
Los ataques sexuales no se detienen, ni
decaen su frecuencia e intensidad. Sajen no llega a soportar que pase una semana
sin hacerlo nuevamente, y el jueves 5 de
noviembre lleva a dos chicas de 20 años desde la calle Bolivia, entre Buenos Aires
e Ituzaingó hasta un descampado de
la Ciudad
Universitaria, donde las somete.
"Cómo nos íbamos
a imaginar que podía ser él, si nunca demostró siquiera una inclinación de ese
tipo. Después de que cayó, se contaban miles de anécdotas que siguen
haciéndonos dudar. El otro día un chanta me recordó lo que le pasó a él un día.
Estaba comiendo un asado con Marcelo y las mujeres de ambos. Resulta que estaban con el Marcelo al lado del
fuego y hacía un calor insoportable, así que se saca la remera y lo invita a Marcelo a. hacer lo
mismo... ¿Sabés qué le contestó? Lo miró enojado y le dijo: 'Pero ¿vos estás
loco? Está tu señora, está mi señora, cómo le voy a faltar el respeto así a
ellas?'. Por esas cosas ni en el barrio, ni en el ambiente se nos ocurrió nunca
una cosa así. Lo podías acusar de cualquier cosa menos de ser violador, y menos
todavía de ser el serial", relata un amigo de Sajen.
"Con las chicas (sus
hijas mujeres) Marcelo siempre era muy cuidadoso. Muchas veces hasta las amigas
de ellas le pedían que fuera a los bailes para cuidarlas. Decía que no iba a
poder perdonarse nunca si a ellas algún día las agarraba algún degenerado y les
hacía algo", afirma por su lado Zulma.
Un mes después, el sábado 5 de diciembre,
otra chica, de 21 años, que se dirigía a la casa de un amigo en la calle Obispo Salguero es ¡levada desde Larrañaga esquina Buenos Aires hasta la terminal de ómnibus, donde se abusa de ella.
Los ataques de este año terminan el 20 de
diciembre, tres días después del cumpleaños de quien por entonces era el hijo
más pequeño de Sajen.
Una chica de 25 años es abordada en Obispo Oro y Buenos Aires y violada en un descampado de la Ciudad Universitaria.
"Tan pequeña es, tan frágil es...".
La canción que el cantante melódico-cuartetero Gary hizo famosa a mediados de la década del '90 era una de las
preferidas de Marcelo
Mario
Sajen,
que solía cantársela a Zulma
mientras la sorprendía abrazándola por la espalda y obligándola a bailar con
las mejillas de ambos una al lado de la otra.
De esa manera recuerda Zulma la relación de su marido con la música, antes de asegurar que
ella nunca fue a un baile de cuarteto porque ese ambiente no es de su agrado. Sajen,
en cambio, por aquellos años era un asiduo asistente a los bailes, a los que
iba acompañado de su novia, la Negra Chuntero,
quien afirma: "Siempre que Sebastián venía a Córdoba, lo íbamos a ver. Además, era loco por
Gary y le gustaba mucho La Barra. Íbamos a verlos siempre que podíamos".
Chuntero también
asegura que en los últimos meses de 1998 las cosas entre Marcelo Sajen y su mujer estaban
muy mal, porque él le habría comunicado a Zulma
que quería divorciarse y que pensaba irse a vivir directamente con Adriana. "Si hasta
ese momento le hacía la vida imposible, imagínate lo que fue a partir de ahí",
comenta la amante de Sajen, mientras pone los ojos en blanco y cierra
la frase con un suspiro de resignación.
Albardeo
El segundo
encuentro con Carlos se concretó en
pleno centro de Córdoba, un martes,
también cerca de las 10 de la noche. El lugar de reunión fue esta vez "mucho
más público", por sugerencia nuestra: la céntrica esquina de Colón
y General Paz.
El objetivo
era caminar con Carlos por la calle
para ver si el común de la gente lo miraba con alguna desconfianza o si, como
finalmente sucedió, su imagen no llamaba en nada la atención. Además, se le
hizo la propuesta -a la que Carlos accedió con cierta desconfianza- de ir a cenar
a un local ubicado en la calle San Luis
y La Cañada, lugar que fue asaltado
por Marcelo
Sajen en el año 1999.
"Así que acá perdió Marcelo... Mirá vos, parece bastante simple. Además, esta zona
por aquellos años era mucho menos iluminada que ahora y estaba llena de putas.
La verdad que me llama la atención...”
»Debe haber sido un juicio abreviado, porque si no hubiera
salido mucho después. Además, el abogado de Marcelo
era Albornoz
y el Pelado es un grande para esas cosas. Yo diría que es el mejor. En el ambiente
lamentamos mucho cuando entró de fiscal porque se perdió a un tipo que era de
fierro y honesto. Somos muchos los que alguna vez fuimos defendidos por él.”
«Marcelo lo respetaba
mucho a Albornoz, y creo que de alguna
manera el tordo también lo respetaba a él. Siempre que Marcelo no podía
arreglar las cosas solo, lo buscaba. Yo te diría que si bien ambos se dedicaban
a cosas diferentes, siempre se fueron fieles. Y otra cosa, Albornoz la adora a Zulma;
siempre la adoró.”
»Marcelo me contó que
todos los años le regalaba a Albornoz una
botella de champaña. Además, él siempre le presentaba a Albornoz nuevos clientes.”
»¿Qué
significa arreglar las cosas solo?
Bueno, hay muchas maneras, algunas te las
puedo contar y otras no. Por ejemplo, si vas a un lugar a meter el caño y
perdés, te agarra la Policía. Lo primero que podés hacer es mandar a alguien
de confianza para hablar con la víctima y pedirle que levante la denuncia. El
precio de eso lo medís vos en relación con tu situación y con la necesidad que
tengas de zafar, ése es un mercado que mueve desde plata hasta autos y casas.”
»Después, está lo que no te puedo contar... pero te lo
podés imaginar, ¿o vos creés que en la Justicia de Córdoba no hay gente con la
que se puedan arreglar cosas? Tengo un amigo que ya le lleva entregadas más de
35 Lucas (35 mil pesos) a un
funcionario judicial”.
»Así que acá metió el caño aquella vez... Se lo tendrías
que preguntar al mismo Marcelo, pero este lugar no parece dar para demasiado. Lo primero
que te puedo decir es que si afanó acá fue, o porque estaba sin un mango, o
porque andaba al bardeo, como se dice cuando estás buscando guita para
financiar un golpe grande. En esa época Marcelo hacía cosas grandes y muchas veces te hacen falta unos
pesos para poder conseguir las armas y los autos que necesitás. Algo le debe
haber pasado para entregarse así como vos me decís que hizo".
El hombre lobo
Mientras
seguía manteniendo sus dos familias paralelas, los conocidos de Sajen
señalan esa época como la más intensa de su vida delictiva. "Metía mucho el caño, se podría decir que estaba medio
cebado. Había armado una pequeña bandita que andaba muy bien y con la que hizo
un par de golpes bastante buenos a concesionarias y a algún que otro negocio
grande. Sin embargo, él siempre andaba laburando solo. Metiendo el caño en dos
o tres lugares cada noche que salía a trabajar", dice Daniel Sajen.
Aunque para
la Policía de Córdoba Marcelo Sajen prácticamente "no
existía" como delincuente era conocido como un "buen
levantador de autos", pero nada más que eso, y mucho menos como violador, el hombre seguía
burlándose de quienes supuestamente debían estar persiguiéndolo.
Comenzaba el
año 1999 y sólo un error cometido a consecuencia de esa intensa actividad
delictiva pudo frenar lo que, a todas luces, iba camino a convertirse en el año
más acentuado de los ataques del violador serial. Prueba de ello es que,
durante los primeros 39 días del año, Sajen abusó en promedio de una mujer cada
cinco días, acelerando de manera notable el ritmo de los ataques, ya que a lo
largo de los dos años anteriores se había producido un ataque cada 27 días
aproximadamente.
Este es un
breve resumen de siete de esos ocho ataques que parecen demostrar que el hombre
que delinquía y engañaba estaba dejando de ser un hombre y comenzaba a
convertirse en una bestia imparable.
La primera
violación del año que consta en la causa se produjo el 19 de enero, un día
martes. Esa noche, una joven de 25 años que estaba trabajando en un bar de la
calle San Lorenzo salió con un
billete de 100 pesos a buscar cambio. Ese hecho cotidiano fue interrumpido por
Sajen,
quien la llevó hasta la pista de patinaje del Parque Sarmiento para abusarla. Apenas seis días más tarde, el 25
de enero, otra chica que se dirigía a su departamento en la calle Montevideo tuvo la desgracia de
cruzarse en el camino del delincuente sexual cuando caminaba por Hipólito Irigoyen y acababa de cruzar
la calle Independencia. Una vez
"controlada" fue obligada a caminar hasta un descampado de
barrio Güemes, sobre la calle Laprida, entre Arturo M. Bas y Bolívar.
Sin
descanso, tres días después, el 28 del mismo mes, Sajen vuelve a atacar y lo hace
con descaro: tres chicas de menos de 20 años que vivían juntas en un
departamento de la calle 25 de Mayo
fueron abordadas en un descampado en la esquina con David Luque de barrio General
Paz. Recién llegadas de pasar las Fiestas en sus casas, habían decidido
hacer las compras en el Hiper Libertad
antes de que el dinero comenzara a desaparecer. Sajen las detuvo cuando
regresaban cargando las bolsas de comestibles. Las tres fueron abusadas
sexualmente.
Cinco días
después de abusar de aquellas tres chicas, el delincuente arranca febrero
violando a una joven que caminaba por la calle Ambrosio Olmos, rumbo a su departamento en Obispo Salguero. No la hace caminar, no la quiebra, no duda. A la
altura de Ambrosio Olmos e Ituzaingó, en el mismo lugar donde la
reduce, la obliga a saltar una pared que separaba la vereda de un baldío. Entre
escombros y yuyos, la ataca sin que ella tenga oportunidad de verle el rostro.
Cuando
declaró ante el sumariante, la joven de 22 años sólo pudo explicar que el
hombre era muy ágil y se movía "... como un
orangután. Después de hacer lo que me hizo, de un salto, subió al muro de dos
metros y se fue".
Seguía
cebado. El anteúltimo ataque de esta pequeña serie del año 1999 es ejecutado el
5 de febrero contra una chica de 19 años que caminaba por Nueva Córdoba rumbo a la casa de su novio. En la esquina de las
calles Estrada e Independencia, Sajen se interpone en su
destino para obligarla a caminar hasta la Ciudad
Universitaria. Allí, en medio de la oscuridad inmensa del predio, el violador
serial la marca para siempre. En la causa este hecho figura como el ataque
número 28.
El dinero no
alcanzaba. La Negra Chuntero estaba
a punto de dar a luz, Zulma estaba
enojada y Sajen
se encontraba descontrolado porque de la misma manera en que necesitaba
desesperadamente dinero, tenía que saciar sus impulsos y lo hacía cada vez con
más frecuencia.
Y quedaba un
ataque más, antes de que Marcelo Mario Sajen dejara de violar por un período de más
de dos años.
El asadito
Eran las 7 de
la tarde de aquel domingo y Marcelo, después de pasar un rato con sus
hijos en casa de Zulma, había
decidido ir a pasar la noche en la casa de Adriana
Castro, donde, según asegura hoy su amante, se había instalado
definitivamente "desde hacía unos meses".
Acostumbrada
a que su hombre fuera callejero y a que en esa época tuviera que trabajar para
mantener a sus dos familias, Adriana
-con
la fecha de parto muy próxima- no se extrañó de que Marcelo
organizara un asado con amigos para la noche y saliera antes de que llegaran
los invitados.
"A él no le gustaba hacer el fuego, así que le dejó dicho
a mi hermano (el Negro Chuntero, de quien Adriana heredó
su apodo) que fuera encendiendo las brasas mientras
él salía a hacer un par de cosas". La mujer recuerda que
con esa recomendación Marcelo se fue de su casa cerca de las 20 del
domingo 7 de febrero de 1999.
"Ya teníamos el cochecito y las cosas del ajuar para el
bebé, pero faltaba algo de ropa y además me había prometido que íbamos a
comprar la cuna al día siguiente en el centro. Marcelo estaba muy contento porque estaba por ser papá de
nuevo, pero también estaba nervioso porque la Zulma estaba furiosa y desde hacía unos días le venía haciendo
escenas y pidiéndole cosas para ella y para todos los chicos. Esa noche lo
esperé, pero las horas pasaban y él no aparecía...".