Charles Whitman: "El Francotirador de Austin"
"Odio a mi padre con una pasión mortal. Y no puedo soportar las presiones que hay sobre mí. Voy a enfrentarlas solo".
Charles Whitman, en las anotaciones finales de su DiarioCharles
Joseph Whitman nació en
Florida el 24 de junio de 1941. Fue el mayor de
los tres hijos de
Charles A. Whitman, un plomero contratista de
Lake
Worth, Florida.
Charles Whitman de niño, sosteniendo dos rifles en sus manos
El
joven
Charlie, en tanto hijo mayor, pronto aprendió que era más seguro
hacer lo que su padre pedía, pues de otra manera podían golpear su
cabeza o la de su madre.
A
su vez, aprendió que cualquier muchacho debía conocer y manejar con
habilidad las armas, pues si lo olvidaba, su padre se encargaría de
recordárselo.
Charles Whitman con su violento padre
Whitman llegó a ser
boy scout
de primera clase a los doce años, una proeza inusual en sí misma, y a
la vez tenía la ruta más grande y eficiente de entrega de periódicos de
su ciudad. Llegó a ser un pianista aficionado, un jovencito modelo que
otros padres ponían de ejemplo a sus propios hijos.
Whitman con su familia
Poco
después, se integró a algunas actividades eclesiásticas. El mundo
adoraba a ese apuesto monaguillo, pero desconocía que
Charlie ocultaba
una historia de horror doméstico: la de un padre dispuesto a golpear a
su madre o a tomarla contra él.
Whitman como monaguillo
Nadie
ponía atención a su manía compulsiva de morderse las uñas, porque
dentro de sí sabía que nada de lo que hiciera podía ser lo
suficientemente bueno para su progenitor.
En su
Diario,
Whitman hablaba de su padre:
“Era estricto con sus tres hijos, era cosa de 'sí, señor' o 'no, señor'. Todos lo obedecían”.El Diario de Whitman
Luego de graduarse de la preparatoria en 1959,
Whitman decidió unirse a los
marines,
donde fue entrenado como francotirador. Su puntería era excelente. En
1964 ganó media beca para estudiar ingeniería en la
Universidad de
Texas, donde conocería a su futura esposa,
Kathleen Leissner, “Kathy”.
Kathleen Leissner, “Kathy”, esposa de Whitman
El día de su boda
Charles
Whitman se destacó como un tirador experto en el Ejército: su padre le
había enseñado el manejo de las armas y, sobre todo, le había impuesto
una férrea disciplina a través de una violencia inaudita.
Whitman como marine
Ex
marine, ex
boy scout y ex monaguillo, una serie de circunstancias dieron de golpe en la personalidad de ese joven triunfador.
Whitman de vacaciones antes del estallido
Whitman durmiendo con su perro
Una
personalidad perfeccionista desarrollada por medio de la fuerza de su
padre; la obligación de mantener una escala alta en su último año de
estudios en la Universidad; la tirante relación con su madre cuando ella
decidió abandonar a su marido que la golpeaba; los trabajos de medio
tiempo para solventar sus necesidades financieras; un incipiente
matrimonio y, para colmo, un tumor que crecía en su cerebro y del cual
él no tenía conocimiento.
Le
comentó a sus amigos la posibilidad de dejar a su esposa antes de
comenzar a golpearla, pero lo convencieron de seguir con ella. Habló
entonces con
Maurice Dean, el psiquiatra de la Universidad, a quien le
comentó que se sentía como si pudiera
"subir a la torre con un rifle de caza y empezar a dispararle a la gente”. Pero el médico no le hizo caso.
El psiquiatra de Whitman
En
1966, sus padres se separaron tras veintiséis años de matrimonio a
causa de los maltratos del padre de
Whitman. El 31 de julio de 1966,
Charles Whitman se sentó en su escritorio y escribió en su
Diario:
"No
comprendo qué me lleva a escribir esto. Ya fui al psiquiatra. He tenido
miedos e impulsos violentos. En el pasado tuve dolores de cabeza
tremendos. Después de mi muerte, quiero que me hagan una autopsia para
ver si tengo un daño cerebral. Intenté matar a mi esposa después de
haberla recogido del trabajo. No quiero que tenga que enfrentarse a la
vergüenza que mis actos seguramente le causarán. La vida no vale la pena
vivirla".Todo
se colapsó al otro día. Por la tarde escribió algunas cartas de
despedida. Unos amigos suyos lo visitaron en su casa y después se
marcharon; lo notaron muy tranquilo. La madrugada del 1 de agosto de
1966, después de recoger a su esposa en el trabajo y regresar a casa,
tomó una pistola y fue a casa de su madre.
La Torre del Reloj en la Universidad de Austin, Texas
En
el forcejeo, una de las manos de la madre acabó con los dedos rotos
porque
Whitman se los aplastó con la puerta; luego la hirió en el
mentón;
Whitman la tiró al piso y la apuñaló varias veces en el pecho,
hasta que su madre cayó al piso. Una vez allí le disparó en la nuca,
matándola instantáneamente. La levantó y la colocó en la cama para
simular que dormía. Luego limpió las manchas de sangre de la alfombra.
Junto al cuerpo dejó una nota acusando a su padre. Además, el mensaje
decía:
"Amo a mi madre con todo mi corazón".El edificio donde vivía la madre de Whitman
El cadáver de la madre de Whitman
Cuando regresó a su casa, agregó a su
Diario lo siguiente:
"12:30 de la noche. Acabo de matar a mi madre. Si existe el cielo, ella está allí ahora. Si no existe, ha dejado de sufrir". Fue entonces a su habitación y apuñaló a su esposa, quien dormía desnuda, hasta matarla. Agregó a su
Diario:
“3:00 de la mañana. Madre y esposa, muertas”.El cadáver de la esposa de Whitman y la casa del asesino
A
las 9:00 de la mañana dejó su casa y compró una carabina de segunda
mano .30 M-1. Se dirigió a otra tienda y compró cientos de balas. A las
9:30 estaba en
Sears & Roebuck comprando una escopeta calibre 12.
Después fue a una tienda de herramientas para comprar una carretilla.
Regresó a su casa, donde alteró las armas compradas e incluso se detuvo a
platicar con el cartero.
Posteriormente,
el cartero declaró que sabía que lo que
Whitman hacía con las armas era
ilegal, pero en ese momento no pensó que habría problema alguno. Cerca
de las once de la mañana,
Charles Whitman sudaba copiosamente. Había
terminado de guardar el equipo que consideraba necesario: un par de
escopetas, dos rifles, tres pistolas y mil cartuchos, todo ello envuelto
en una sabana dentro de una maleta. Y con éstos, doce latas de comida,
seis paquetes de pasas, un termo con café,
masking tape, una
llave inglesa, un martillo, un desarmador, un radio, tapones para los
oídos, cerillas, combustible para fogatas, once litros de agua, once de
gasolina, un reloj, una linterna, pinzas para colgar ropa, papel
higiénico, lentes oscuros. Y, para rematar, desodorante en aerosol y un
antídoto para mordeduras de serpientes.
Whitman no iba de campamento: se
preparaba para la caza mayor. Tomó sus armas (
siete en total) y las
puso en la carretilla. Se puso dos overoles grises, colocó el armamento
en su auto y partió a la universidad.
El arsenal
Cuando
llegó a su destino, la Torre del Reloj de 93 metros de altura en la
Universidad de Austin, la temperatura era de 37 grados.
Whitman
condujo su camioneta al elevador de la Torre y caminó hacia
Edna
Townsley, de 51 años, quien trabajaba en un escritorio.
Whitman la
golpeó en el cráneo con la culata del rifle, pero no la mató. Tomó sus
armas y siguió su camino.
Pocos
minutos después, una familia salía del elevador para subir por unas
escaleras hacia la cima de la Torre, cuando
Whitman apareció y soltó
tres tiros al grupo. Mató a
Mark Gabour, de 15 años, y a su tía
Marguerite Lampo, de 45, e hirió a los demás.
Mientras
el elevador iniciaba su ascenso hacia el piso 27 de la Torre de la
Universidad de Austin, Texas,
Whitman descubrió que no podía dar marcha
atrás. Se sintió el dueño del mundo y respiró hondamente observando al
universo a sus pies, y a los humanos como pequeñas hormigas que
pululaban en aquella ciudad triste y agresiva.
Whitman
atrancó la puerta que daba a la cima de la torre y regresó con la
recepcionista, a quien le dio el tiro de gracia. Salió al mirador de la
Torre, donde halló protección tras el muro de 45 centímetros de espesor
que lo rodeaba.
A
las 11:45, se parapetó en aquella terraza desde donde podía disparar a
sus anchas. Cortó cartucho en su rifle
Remington. En el ojo de su mente
sólo estaba la imagen de su padre. El césped, las paredes blancas, los
tejados rojizos del campus habían desaparecido: para
Whitman el universo
se había reducido a una serie de puntos de colores estáticos o móviles
que resaltaban en la hierba y el asfalto. No lo pensó más: el primer
disparo atravesó la pierna de un ciclista y el impacto de bala inicial
fue suficiente para que la adrenalina fluyera como agua cristalina que
en unos cuantos segundos se tiñó de rojo; la víctima era
Alec Hernández,
de 17 años, quien entregaba periódicos en el campus. Después comenzó a
disparar a todo aquel digno de sus balas.
El sitio desde el cual Whitman disparó
La
primera llamada a la policía fue a las 11:52. En poco tiempo todos los
policías disponibles de
Austin estaban en la escena. Uno de ellos,
Billy
Speed, de 22 años, se escondía detrás de una balaustrada cuando un
disparo de
Whitman lo alcanzó y lo mató. Los puntos en la hierba caían
como los patitos mecánicos de un parque de diversiones. La imagen era
digna del Apocalipsis: una lluvia de plomo que traía destrucción y
muerte aquella mañana del primero de agosto de 1966.
Como
a 100 metros de la escena del drama, un electricista se bajó de su
camioneta para ver lo que pasaba cuando recibió un impacto de bala en el
mentón que lo mató en poco tiempo.
Una
de las tácticas usadas por
Whitman para matar más gente fue la de usar a
los heridos como anzuelo. Cuando alguien trataba de ayudar a una
víctima,
Whitman le disparaba. Así le sucedió a
Paul Sonntag, de 18
años, quien corrió para ayudar a su novia,
Claudia Rutt, quien recibió
un disparo mientras compraba algo. Cuando se acercó a ella fue
aniquilado. Ambos murieron antes de que alguien más pudiera ayudarles.
Pero
los asesinatos no se limitaron a distancias cortas.
Harry Walchuk, de
38 años, estaba a algunos centenares de metros hojeando unas revistas
cuando una bala le atravesó la garganta, matándolo.
Whitman miraba hacia
todos lados, disparando en todas direcciones, lo que hizo que la
policía pensara que se trataba de una pandilla disparando desde la
torre. La mayoría de las muertes ocurrieron en los primeros veinte
minutos de la masacre. La puntería de
Whitman era mortalmente precisa,
atinándole a la mayoría de sus víctimas en órganos vitales,
principalmente alrededor del corazón. Los
Marines le habían dado buen entrenamiento.
La
policía abordó un helicóptero para intentar darle un tiro a
Whitman,
pero treinta minutos después desistió a causa del viento y por temor a
que el asesino le disparara a la hélice. La policía se dirigió al
edificio; tres oficiales entraron en la torre, donde se encontraron con
Alan Crumb, antiguo miembro de la Fuerza Aérea, y subieron las
escaleras.
Alrededor
de las 13:20, dos oficiales,
Ramiro Martínez y
Houston McCoy, junto con
Alan Crumb, alcanzaron la cima de la torre para enfrentarse a
Whitman.
Explicaron que él intentó dispararles, pero ellos se anticiparon, aunque
no hubo evidencia de esto.
Whitman
recibió por lo menos seis balas de la pistola de
Martínez, quien le
vació el arma. Pero
Whitman se seguía moviendo y no soltaba su rifle. Le
dieron dos tiros de escopeta en el cuerpo a bocajarro, pero seguía
vivo. Finalmente,
Martínez le dio un escopetazo en la cabeza, matándolo.
Algunas
horas después, el nombre de
Whitman inundó la prensa. Cuando su padre
llamó a la policía para preguntar por la madre y la esposa de
Whitman,
se le explicó lo sucedido.
El padre de Whitman, entrevistado y lloroso durante el funeral de su hijo
En
total, sumaron quince las víctimas, más uno de los heridos que murió
después. Entre los caídos estaban dos mujeres embarazadas, una de ellas
con ocho meses de gestación que recibió un tiro en el estómago, matando
al bebé, lo que elevaría la cifra a diecisiete.
Las víctimas
La
autopsia reveló que
Whitman tenía un tumor cerebral en la parte que
controla las emociones. Esto derivó en dos teorías: un informe indicó
que el tumor era maligno y que hubiera acabado con su vida en un año,
además de que pudo contribuir a que perdiera por completo el control.
Otro informe señaló que el tumor era benigno y no le causaba dolor. Lo
cierto es que
Whitman no se equivocó al suponer que tenía algo mal en la
cabeza.
Houston McCoy
Ramiro Martínez
El cadáver de Charles Whitman tras ser abatido a tiros
El
caso
Whitman se convirtió en materia de estudio y escándalo, y más
tarde llegó al cine a manera de inquietante ficción o terrible
documental, como lo muestran las impactantes imágenes reales que se
incluyen en
El asesinato de los Estados Unidos (1983): un escalofriante documento verista de
Sheldon Reenano.Los titulares sobre el asesino en masa
Caricatura sobre Whitman
Asimismo,
Kurt Russell interpretó a
Charles Whitman en el eficaz telefilme
La torre de la muerte(1975) de
Jerry Jameson. Curiosamente,
The deadly tower
(
su título original) no se centra en
Whitman, quien permanece como una
remota máquina de matar, sino en el oficial
Ramiro Martínez policía
mexicano estadounidense, quien arriesgó su vida para inutilizar a
Whitman con un certero disparo en la cabeza.
Mapa de los crímenes
El caso
Whitman alcanzó altas dosis de delirio fílmico con el audaz debut del ex joven prodigio
Peter Bogdanovich con su filme
Míralos morir (
Targets)
(1968), que disfraza con habilidad el hecho verídico para trazar una
historia de horror y locura urbana que tiene como protagonistas al cine
mismo y a una extrema psicopatía criminal.
Tumba de Charles Whitman
La
Torre del Reloj se reabrió al público en julio de 1967, pero se
produjeron varios suicidios, así que fue cerrada de nuevo en 1975. Las
pertenencias que
Whitman llevó a su cacería en la torre permanecieron
bajo custodia policial hasta 1972. Luego se subastaron y un vendedor de
armas de
Kansas pagó $1,500.00 dólares por el lote de rifles.
Tumba de su esposa Kathy
Tumba de su madre