Historia de Carl Panzram
Carl Panzram con su alias de Jeff Davis"Yo reformo a las personas que tratan de
reformarme y la manera de hacerlo, es
matándolas..."
Carl Panzram
Sin lugar a dudas Carl Panzram fue uno de los hombres más
peligrosos de su tiempo, como ladrón y asesino serial tiene un lugar asegurado
en la historia pero también lo tiene por ser una de las más visibles víctimas
del fallido sistema penal norteamericano de principios del siglo pasado. Nació
en un pueblito llamado Warren del
estado de Minnesota el 28 de Junio
de 1891. Hijo de John y Matilda
inmigrantes de origen prusiano y de ocupación granjeros que como la gran
mayoría de los de su tipo en ese tiempo, vivían casi en la miseria. Las
jornadas de trabajo comenzaban con el amanecer y terminaban al anochecer sin
que sus esfuerzos coronaran en riqueza. Tuvo cinco hermanos y una hermana,
todos ellos honestos y laboriosos granjeros, características que Carl no compartía
pues según propias palabras desde siempre había sido un ladrón y mentiroso.
Cuando tenía 7 años, sus padres se separaron. Aunque
hablando con mayor exactitud, un día su padre salió de casa para no regresar
jamás. Después del divorcio de facto, la familia enfrentó peores tiempos de
estrechez económica. Panzram relata que sus hermanos por cualquier
motivo y en cualquier momento agarraron la costumbre de apalearlo sin
misericordia. El día que se introdujo en la casa de unos vecinos para robar
dinero y pertenencias y fue descubierto por uno de sus hermanos, recibió una
paliza tremenda hasta quedar desmayado. A causa de este primer gran robo, Carl
fue enviado al reformatorio juvenil en 1903. Llegando al Minnesota State Training School el recibimiento fue de lujo: un
oficial le ordeno al chico desnudarse por completo y procedió a revisarle el
pene y el recto a la vez que le interrogaba acerca de sus costumbres sexuales.
Básicamente deseaba saber si había sido fornicado o sodomizado y hasta si se
había masturbado. Aquello fue el pequeño gran comienzo de lo que sería su vida
en aquel sitio.
A principios del siglo pasado las instituciones
correccionales carecían de supervisión externa. Por lo que el gobierno y la
vida interna eran asuntos completamente en manos de los encargados en turno. Lo
cual implicaba la existencia y tolerancia de abusos que hoy día resultan
inimaginables. Eso considerando que aún hoy día la vida en un reformatorio
juvenil o en cualquier cárcel puede ser un infierno.
La enseñanza cristiana era impuesta con enorme severidad
como parte del programa para reformar a los delincuentes. Cualquier falla o
demora en aprender las lecciones era rápidamente castigada. Panzram
carecía de instrucción escolar y fallaba seguido en las lecturas y en el aprendizaje
por lo que muy pronto cayó víctima de palizas y reprimendas. Desde esos días la
asociación entre cristiandad e hipocresía habría de cristalizar en su persona.
En vez de conocer valores, ética o moral, fue acumulando odio y enojo hacia la
sociedad.
Después de incontables castigos con cinturones, y palas de
madera la venganza llegó a Panzram cuando gracias a un ingenioso
dispositivo de su creación prendió fuego a uno de los edificios del
reformatorio, mientras disfrutaba al máximo el espectáculo del fuego,
instalaciones federales con valor de $100,000 dólares ardían hasta los
cimientos. A fines de 1905 Carl Panzram compareció ante el comité de
libertad del reformatorio, armado de la mayor hipocresía convenció a los
miembros del jurado que era otro chico, ya reformado por las enseñanzas
cristianas de los maestros del lugar. Pero según propias palabras "Había aprendido mas de como mentir, robar, incendiar y
matar que otra cosa... aparte de que había conocido otros usos para el pene
aparte de orinar y de otras cosas para las que podía servir el ano..."
Cuando su madre lo llevó de vuelta a su casa, Carl Panzram era otra persona,
se había tornado silencioso y oscuro. Sin embargo muchas otras preocupaciones
poblaban la vida de su madre, que no podía lidiar con un chico rebelde y
problemático. A pesar de las circunstancias, Panzram siempre guardó
resentimiento contra ella. Al principio la señora contaba con el amor y respeto
de su hijo, pero gradualmente estos se tornaron en desaprobación y odio pues
"...ella era muy tonta para enseñarme algo
bueno."
Negándose a trabajar incansablemente en la granja, Panzram
convenció a su madre para enviarlo a otra escuela, sin embargo pronto comenzó a
tener problemas con un maestro quien frecuentemente lo castigaba a cintarazos.
Armó un plan para asesinarlo enfrente de todos y para tal efecto llevó una
pistola a la escuela, pero en un forcejeo con otros muchachos, el arma cayó
ruidosamente al suelo. Inmediatamente fue expulsado del lugar. Pocos días
después y contando 14 años, Carl Panzram abandonó para siempre su granja
de Minnesota para abrazar la vida de
vagabundo. Trepó al vagón de un tren con rumbo incierto pensando que el
propósito de su vida sería el de robar, engañar y hacer daño a todo aquel que
se cruzara por su camino.
Pronto le ocurriría una nueva gran desgracia al
jovencito Carl
Panzram cuando un día se encontró con unos sujetos que acampaban
quienes le prometieron conseguirle ropa limpia y un buen lugar para dormir.
Pero antes de eso, le pidieron algo a cambio... y los cuatro hombres lo
sometieron a una cruel violación tumultuaria sirviendo de absolutamente nada
los lloros y las suplicas que externo Panzram. Si quedaba algo de humanidad,
misericordia y simpatía en el espíritu del joven vagabundo, el vil acto al que
fue sometido terminó por extinguir esos sentimientos para siempre. Durante
mucho tiempo esta sería su vida, viajando de un lado para otro sin más
propósito que el de sobrevivir, durmiendo en vagones de trenes cargueros.
Robando y pidiendo limosna para poder comer. Siempre cuidando su espalda de
otros pordioseros y aún de los oficiales ferroviarios, hombres a veces de mayor
cuidado que los propios vagabundos.
Carl Panzram con su alias de Jefferson Rhoades
En 1906 cae de nuevo en un reformatorio juvenil, esta vez del
estado de
Montana donde rápidamente
adquiere reputación de criminal nato. Un día ataca brutalmente a un guardia a
quien le había agarrado tirria de tantos maltratos que le propinaba. A la
primera oportunidad cuando el guardia le dio la espalda lo golpeó en la cabeza
con un tablón de madera. Por aquel acto recibió numerosas palizas y fue puesto
bajo rigurosa observación. La única forma de salir del aprieto era escapar del
lugar, propósito en el que se le unió un compañero llamado
Jimmie Benson con quien finalmente lo logra en el año de 1907.
Juntos viajaron con rumbo al este robando y quemando iglesias, actividad de
primerísima importancia para
Panzram que mostraba especial encono contra todo
aquello que oliera a religión. Así se mantuvieron por cerca de un mes, cargados
de dinero robado y armas hasta que decidieron tomar caminos separados.
En el invierno de 1907 Panzram aún siendo adolescente se encontraba
tomando en un bar del pueblo de Helena
en Montana, lugar por cierto donde
la ley, era la del revólver y cuyos habitantes se componían de cazadores,
peleteros y pescadores rudos. Dentro del tugurio escuchó un discursillo dictado
por un reclutador de la armada. Esa noche y tras mentir acerca de su edad, Panzram
se enlistó en la armada de los Estados
Unidos y fue enviado al fuerte William
Henry Harrison ubicado en una remota región de Montana. Desde el primer día de actividades fue acusado de diversos
cargos por insubordinación. Durante el mes que perteneció al ejército fue
encarcelado numerosas ocasiones por sus constantes ofensas y desobediencia
crónica. Era imposible de controlar y con frecuencia aparecía en estado de
ebriedad. Era simplemente imposible que Panzram se ajustara a cualquier clase de
régimen disciplinario, fuera civil o militar. En Abril de 1908 fue descubierto
cuando se había introducido a los almacenes del cuartel militar para robar
diversas provisiones con las cuales planeaba desertar y luego venderlas.
Entonces fue sometido a juicio en un tribunal militar que en aquellas épocas
castigaba con excepcional firmeza los delitos cometidos por hombres del
ejército. La sentencia final dictaba la expulsión de Panzram sin honores ni
compensación y tres años de trabajos forzados en la penitenciaría federal de Leavenworth en Kansas y fue ratificada por William
H. Taft, futuro presidente de los Estados
Unidos que en ese momento fungía como secretario de Guerra.
Tras un paradisíaco viaje de 1000 millas en tren, encerrado
sin alimento ni agua junto a otros criminales peligrosos, Panzram arribó a la
prisión federal ubicada en las cercanías del río Missouri en medio de una vasta planicie de Kansas. Leavenworth era
una vieja prisión usada durante la guerra civil para guardar prisioneros de
guerra. Por aquella época había caído en abandono por falta de fondos y
mantenimiento sin embargo los nuevos prisioneros eran empleados como fuerza de
trabajo para remodelar y reparar las instalaciones del lugar. A mediados de
1908 y contando 16 años, Panzram cae en esa terrible fortaleza, donde
era impuesta una férrea disciplina de silencio para los prisioneros. Aquella
imposición era parte de los usos y costumbres penales que se creía idónea para
reformar a los prisioneros. Todos los días los hombres debían formarse en los
patios no importando el clima imperante y cualquier desobediencia al código de
silencio era castigada rápida e implacablemente.
Debido a su naturaleza rebelde e incorregible Panzram
pronto se vio envuelto en graves problemas con los celadores. Eran frecuentes
las palizas que recibía y prolongados los periodos de confinamiento en
solitario a que era sometido. Pronto sintió desesperación por escapar del lugar
y mientras tanto un día logra incendiar parte de las instalaciones sin que se
le levantaran cargos formales. La vida en prisiones de este tipo era un frágil
equilibrio de violencia y paz entre guardias y prisioneros. Los primeros
imponían el orden y la disciplina por medio de golpes y torturas, pues no
conocían otra manera de imponerse entre sujetos tan peligrosos como los que
cuidaban. Panzram
estaba sujeto a una bola de acero de 22 kilos que debía llevar a donde fuera y
durante 10 horas al día todos los días de la semana picaba piedras. Este severo
régimen hizo que se volviera muy fuerte y musculoso. Cada día que transcurría,
su amargura y enojo se incrementaban y no veía venir la hora de salir para
descargar su furia contra la humanidad. En 1910 es liberado de Leavenworth deseando solamente jamás
volver al maldito lugar y sintiéndose la personificación del mal.
A los 19 años, Panzram carecía de hogar, familia o amigos.
Todo aquello estaba negado en su existencia. A pesar de su buena apariencia
masculina y no siendo necesariamente homosexual no tenía ningún interés por las
mujeres. Solo deseaba hacer daño, como una respuesta a todos los agravios
recibidos desde su niñez. Durante años se mantuvo errante por Kansas, Texas llegando hasta California
dejando una estela de robos, hurtos e incendios por doquier. Cualquier
situación y lugar era el indicado para hacer maldades como dejar suelto el
ganado o caballos. Si entraba a robar lo primero era encontrar las armas, luego
incendiaba los lugares. Si la oportunidad se daba, tiroteaba ventanas, quemaba
graneros, cobertizos, cabañas y hasta pastizales o parajes abandonados.
Cualquier hombre que se cruzara en su camino y habida la oportunidad era
asaltado y violado no importando raza, edad u otras condiciones. Bastaba que fuera
un ser humano apto para dañarlo. Varias veces fue detenido por robo y tantas
otras escapó de las penitenciarias. Se mantenía a salto de mata y cuando la
situación se salía de control, trepaba al primer tren que pasara para alejarse
del peligro. Una vez que iba en un vagón de tren en compañía de un par de
vagabundos, ideaba violar al mejorcito de ellos cuando les cayó un oficial del
tren, quien trató de extorsionarlos pero Panzram fue más astuto que todos y a
punta de pistola le robó el reloj y dinero al oficial ferroviario. Acto seguido
lo violó y con un poco de persuasión obligó a los otros vagos que hicieran lo
mismo, tras lo cual los arrojó del tren para continuar solo hacia Oregon.
Pasaba el tiempo y Panzram únicamente conocía la mala vida siendo
arrestado casi por todos lados en que caminaba. Los cargos variaban desde el
típico robo, piromanía y sodomía. En el pueblo de Chinook en Montana lo
agarran de nuevo y es sentenciado un año de prisión en la prisión de Deer Lodge a donde es ingresado el 27
de Abril de 1913 y se encuentra con su antiguo compinche Jimmie Benson con quien rápidamente planea el escape, sin embargo
este último es transferido por lo que escapa solo en Noviembre del mismo año
pero poco después fue recapturado en un pueblo vecino. Según sus palabras, no
había trabajo en Deer Lodge y el
lugar estaba pobremente administrado por lo que se dedicó a sodomizar a todo lo
que se moviera. Su ferocidad y fuerza intimidaban al resto de los prisioneros
quienes no oponían resistencia a sus odiosos abusos. Finalmente el 30 de Marzo
de 1915 fue liberado antes que nada con los parabienes del gobernador del
presidio.
Como no conocía ninguna otra manera de vivir que
no fuera delinquir casi a cada respiración, Panzram se mete en nuevos
problemas con la ley en Oregon donde
va a caer en la penitenciaría estatal del estado por ahí de Junio de 1915.
Aquella prisión era gobernada con mano de hierro por un fulano de nombre Harry Minto que no reparaba en
violencia y tortura para mantener a raya a los prisioneros. Más rápido que de
inmediato los guardias conocieron de la rebeldía de Panzram que de nuevo en su vida,
fue sometido a los peores rigores y castigos, como el aislamiento por semanas a
puro pan y agua, ser colgado con cadenas en las paredes, trabajos forzados,
palizas y hasta baños de agua a presión. También hizo de las suyas, incendiando
algunas instalaciones e incluso ayudó a escapar a otro prisionero quien tiempo
después se encontraría cara a cara con el señor Minto dándole muerte. Aquel extraordinario suceso provocó que las
condiciones dentro de la prisión empeoraran. En Septiembre de 1917 logra
escapar para ser arrestado nuevamente, puesto que Panzram ya tenía una bien ganada
fama de criminal peligroso e incorregible. Mediante un anuncio un oficial lo reconoció
y lo arrestó no sin antes batirse a plomazos. Estando en custodia Panzram no
dejaba de pelear para liberarse. Finalmente en Mayo de 1918 se vuelve a escapar
de la odiada prisión de Salem en un acto digno de un argumento hollywodense.
En medio de una lluvia de balas se perdió entre los bosques para escapar en un
tren. Tomó rumbo a la costa este de los Estados
Unidos.

En su vida nadie fotografió a Carl Panzram de
otra manera que no fuera para encarcelarlo
Panzram continuó su labor destructiva robando
y quemando pequeñas iglesias por doquier pero siempre guardando precaución para
no ser apresado de nuevo. En 1920 establece su base de operaciones en la ciudad
de
New Haven en
Connecticut, lugar de mucha actividad y bullicio donde pasaría
desapercibido para la policía y donde había mucho trabajo que realizar. Si no
asaltaba al usual borracho en las noches, se ocupaba de violar jovencitos y si
no, se metía a saquear residencias. Hasta que un día decide meterse en una
residencia que lucía muy apetitosa, tal vez perteneciera a un aristócrata. Una
vez dentro comenzó la colecta de joyas, dinero y armas. Cuál sería la sorpresa
de
Panzram cuando
vio que estaba dentro de la residencia del entonces presidente
Taft a quien por cierto el culpaba de
haberlo mandado 3 años a
Leavenworth
cuando este fungía como
Secretario de
Guerra. El botín fue cuantioso por valor de $3,000 dólares y obtuvo una
Colt calibre .45 del presidente
Taft.
Con esas riquezas se hizo de un yate con el que comenzó a navegar de aquí a
allá como un pirata. Inmediatamente concibió un plan para delinquir a modo con
su nueva faceta. Frecuentemente bajaba a las calles de los puertos que visitaba
para reclutar marineros a quienes con cualquier promesa convencía para trabajar
en su bote aunque fuera un día. Una vez que los incautos caían en sus garras,
los emborrachaba o esperaba a que durmieran para robarlos, violarlos y
matarlos. Se deshacía de los cuerpos atándoles piedras pesadas en el cuello y
soltándolos en las aguas. Un día un fuerte temporal lo aventó a las rocas,
apenas él y los dos marineros que estaban a punto de perecer en sus manos
lograron escapar nadando a la orilla.
En 1921 y tras otras escaramuzas y presidios en Connecticut, Panzram huye del estado y aborda
un buque mercante con el que termina en Angola,
en ese entonces colonia Portuguesa. En territorio africano se emplea en una
compañía petrolera, que por ese entonces exploraba yacimientos en aquellas
tierras. Un día que estaba sentado sin hacer nada, por azares del destino llegó
un niñito negro no mayor a los 11 años y no pasaron más que unos instantes para
que Panzram urdiera
atacarlo. Mediante algún embuste lo llevó a un lugar apartado donde lo violó y
asesino de un rocazo en la cabeza. Cuando Panzram se alejo de la escena del crimen el
cerebro se escurría por los oídos del desafortunado negrito. Los habitantes de Lobito Bay, comunidad pesquera donde
habitaba Panzram,
sospechaban del extraño norteamericano, pero no hubo manera de demostrar nada.
Poco tiempo después Panzram organizó una expedición para cazar
cocodrilos río arriba y contrató 6 nativos del lugar para que lo asistieran.
Adentrados en la jungla sacó su pistola y uno a uno fue terminando con sus
vidas, según sus propias palabras aquel crimen fue de lo más fácil siendo más
complicado matar chicos de 11 o 12 años como acostumbraba. Después de darles el
tiro de gracia, alimentó a los cocodrilos con los cadáveres de aquellos
infelices. Como había muchos testigos que lo vieron apalabrar a los seis
negros, al regresar huyó del lugar. Luego de pocos días de estar a salto de
mata por las costas africanas, llega a Portugal,
sin embargo la policía local ya estaba al tanto de su racha de asesinatos en África así que en cuanto pudo abordó un
buque de regreso a América. Para 1922 estaba de nuevo en los Estados Unidos.
En el extranjero le había resultado increíblemente sencillo
asesinar personas lo cual le agradaba mucho a Panzram, tanto que pensaba
dedicarse a ser un asesino a sueldo. Sin embargo su idea no prosperó y regresó
a sus actividades de siempre. Cuando cometía algún crimen se alejaba del lugar
lo más pronto posible ya fuera abordando un tren o pidiendo aventón en las
carreteras. Su vida era estar huyendo permanentemente a un paso o dos de la
policía. Sin reposo y jamás pisando poblaciones y ciudades más de lo necesario.
Un ritmo de vida inimaginable hoy día y a pesar de todo, siempre furioso y
sediento de violencia.
Tras unas cuantas semanas en suelo norteamericano, Panzram
decide renovar su licencia de marino y arreglar los papeles de su viejo bote el
Akista
y procede a explorar los puertos para hallar un yate igual o parecido pues
planeaba robarlo para después renombrarlo. Así recorre varios lugares sin
hallar lo que busca hasta llegar al pueblo de Salem en Massachussetts,
lugar donde hacía siglos enjuiciaban a las brujas. Dentro del pueblo se
encuentra en una calle a solas con un chico con quien traba plática. Aquel niño
había estado la mayor parte del día dentro del restaurante de un vecino y había
salido por un encargo. Panzram le ofrece 5 centavos por cumplirle
otro encargo. Juntos entran a una tienda de abarrotes y al salir le ofrece un
viaje en el transporte del lugar. Pronto el inocente niño baja con Panzram
en un paraje solitario. Después de tres horas de torturarlo y violarlo, lo
asesina con una roca. Para silenciarlo le había retacado la boca con hojas de
una revista. Lo tapa con algunas ramas de árbol y huye del lugar. Tras su
horrendo crimen Panzram
es visto a poca distancia por un par de residentes de Salem, más tarde declararían que vieron a un sujeto apresurado y
nervioso alejándose del lugar con un periódico en mano. Tres días le tomo al
pueblo hallar el cadáver de George Henry
McMahon de 11 años de edad. ¿Por qué lo había
hecho? Simplemente por el afán de cebarse con los inocentes y
los débiles.
Después de lo de Salem,
viajo al norte a Nueva York y se
mantuvo en movimiento por el área de Connecticut
hasta que encontró el yate idóneo para robárselo. Una vez que tuvo uno de 38
pies en su poder, comenzó a navegar de aquí para allá demostrando gran destreza
como marinero en toda condición y clima. Cualquier lado era bueno para asaltar
yates o embarcaciones donde se hacía de joyas, ropas y armas que posteriormente
vendía. Todo era ganancia fácil y redituable. Tan prolífico ladrón era Panzram
que hasta bajaba del barco para meterse a casas y negocios y hasta se introdujo
en el yate del comisionado de policía de New
Rochelle, sustrayendo un revolver calibre .38 entre otros objetos de valor
y dinero.
En Junio de 1923 Panzram entra al río Hudson y se había hecho de la compañía de un muchachito de 15 años
que había conocido en un empleo temporal hacía meses. De nombre George Walosin, este jovenzuelo
compartía el gusto por la sodomía con Carl Panzram, sin embargo este último cometió
el error de violarlo. Luego, atraca en un pequeño muelle y se aventura en las
poblaciones del lugar para ofrecer en venta el yate. Pronto un joven sujeto
decide ver el bote para comprarlo. Este hombre en realidad planeaba asaltar a Panzram
pero como entre agujas no se pican, llegado el momento quien terminó sometido y
asesinado fue el supuesto comprador. Después de atestiguar los alcances del
capitán O'Leary como tal se hacía
llamar Carl
Panzram, Walosin decide
huir y salta a la primera oportunidad al agua para nadar a tierra firme.
Reporta a la policía de los abusos cometidos contra su persona y las
autoridades montan un operativo en el río hasta capturar al elusivo pirata O'Leary.
El largo brazo de la ley alcanzó a Panzram el 29 de Junio de 1923 y
fue puesto a disposición de la comisaría de
Yonkers City donde permaneció unos cuantos días antes de ser confinado por
tratar de escapar del lugar. Entonces busco la ayuda de un abogado local cuyo
apellido era Cashin. A este abogado
le prometió que si lo sacaba de la cárcel le pagaría con el yate, el cual
valdría varios miles de dólares. El abogado se apresuró a tramitar la fianza
que pagó con sus propios recursos y a los pocos días el capitán O'Leary fue liberado. Claro que Panzram
nunca regresó con el abogado para arreglar las cosas, cuando Cashin trató de registrar el bote, se
descubrió que era robado. Entonces la policía confisco el yate y además la
fianza quedó perdida.
Después de su graciosa huida, Panzram se dirigió al sur de Connecticut, área donde se movía con
comodidad, con el firme propósito de robar otro barco y esta vez navegar hacia Sudamérica. Para capitalizarse se
dedicó a robar transeúntes de la ciudad de New Haven cuando la noche del 9 de
Agosto de 1923 se topó en la calle con otro muchachito que iba solo. Lo sometió
a punta de navaja y lo condujo a los bosques cercanos. Una vez ahí le aplicó el
mismo tratamiento que al joven McMahon,
violándolo sin piedad hasta que ya satisfecho procedió a estrangularlo con el
cinturón que llevaba el chico de origen judío. Según sus declaraciones, Panzram
disfrutó de esta fechoría como ninguna otra. Dejó el cuerpo ahí tirado y se
retiró del lugar tan tranquilo que nadie notó nada extraño al verlo caminar por
la carretera. Este crimen permanecería en el misterio hasta que Panzram
lo confesó muchos años después.
Después Panzram se dirigió a Manhattan donde se empleo como empleado de limpieza en un buque que
partiría a China, sin embargo antes
se emborrachó y participó de una trifulca entre marineros y fue expulsado de la
expedición. Sin dinero y con hambre se sube a un tren con dirección al pueblo
de Larchmont sitio de lujo y
esparcimiento para la alta sociedad de la región. Una noche de Agosto de 1923 Panzram
se introdujo en los depósitos de la estación de trenes para robar. Había usado
un hacha que encontró cerca del sitio para romper una ventana. Para su mala
ventura, fue descubierto por un oficial que efectuaba su rondín nocturno. Tras
un feroz forcejeo, el oficial Richard
Grube arrestó a Panzram que fue incriminado con otros tres
cargos más por robo y la fianza le fue impuesta por $5,000 dólares. En este
punto Panzram
decide comenzar a hablar y declara ser fugitivo del estado de Oregon donde aún debía purgar 14 años
de prisión. La policía conocía de ciertos hombres que comenzaban a declarar en
demasía con el propósito de ser transferidos a otros sitios sin embargo deciden
enviar telegramas a Oregon para
averiguar. La respuesta fue que Jeff
Baldwin alias de Panzram al momento de su encarcelamiento en Oregon era harto requerido por la
justicia del estado. La suerte del criminal llegaba a su fin.
Pocas semanas después de su arresto, la corte de Larchmont lo sentenció a 5 años de
prisión por los robos cometidos en aquella jurisdicción. A pesar de que Panzram
había intentado una negociación con el fiscal para recibir una sentencia menor
a cambio de declararse culpable. Entonces fue enviado a la famosa prisión de Sing Sing pero no permanecería ahí por
mucho tiempo pues fue enviado a la prisión estatal de Clinton, lugar a donde eran enviados los criminales más peligrosos
e incorregibles. Gobernado y mantenido por sucesivas familias de celadores
locales, Clinton era famosa por la
rudeza y crueldad con que eran "reformados" los reos. Dannemora, el agujero infernal era como
se conocía comúnmente dicho sitio. La población de reos era considerada un
puñado de animales a quienes había que tratar acorde a ello. Los guardias
estaban armados de bastones de acero que usaban para someter cualquier
insubordinación por mínima que fuera. Bajo el implacable yugo de los guardias,
numerosos reos sufrían de colapsos nerviosos y entonces eran enviados al
hospital mental donde eran arrojados ante una población de dementes y eran
olvidados tras una muralla de negligencia y burocratismo.
Luego de unas semanas Panzram intentó armar un incendio, pero el
dispositivo que había colocado fue desmantelado por los guardias. Intentó
asesinar a otro de ellos dándole un tablazo en la cabeza y claro está, también
intentó escapar del lugar. Trepó una de las paredes de la prisión y cayó casi
de una altura de 10 metros a una plataforma de concreto. Se rompió ambas
piernas y tobillos y tuvo lesiones en la espina dorsal. A pesar de sus graves
lesiones fue aventado a su celda sin ningún tratamiento médico. Ni siquiera
yeso o tablillas le fueron colocados. Tras 14 meses de agonía en que nadie lo
ayudo fue operado perdiendo un testículo a causa de los daños sufridos. A pesar
de esta larga odisea, Panzram no se corregía en lo absoluto, pues tiempo
después de su cirugía fue hallado sodomizando a otro prisionero por lo cual fue
arrojado al confinamiento donde sus sufrimientos se multiplicaron siendo
ignorado por absolutamente todo mundo. Nada que hiciera o pidiera tenía una
respuesta positiva. Tras años de padecer este aislamiento Panzram enloquece de furia y
resentimiento. Elabora planes para armar matanzas masivas. Como soltar arsénico
en un río para asesinar a todos los pobladores sin excepción. Finalmente tras 5
años de habitar las entrañas del infierno, Panzram es liberado de Dannemora. Lleno de profundas cicatrices físicas y mentales este
asesino en serie toca de nuevo el mundo.
Y por enésima vez Panzram robó, incendió y asesinó al menos a un
sujeto como parte de su venganza contra el mundo hasta ser capturado de nuevo.
Durante su presidio en Washington
finalmente comenzó a cantar la verdad. Los guardias pronto notaron que el reo Charles Panzram
frecuentemente hablaba de haber asesinado niños. Comenzó una extensa
averiguación en diferentes jurisdicciones para clarificar la información.
Pronto surgieron los datos que corroboraban las aseveraciones del reo. Cuando
fue registrado en la cárcel un joven guardia recién ingresado al servicio y de
nombre Henry Lesser preguntó a Panzram
¿cuál es tu crimen? a lo cual respondió
"Lo que yo hago es reformar personas..."
Pasaron algunas semanas en que el joven Lesser
notó el extraño comportamiento de Panzram quien raramente entablaba conversación
con los demás. Mientras tanto, éste último no perdía el tiempo y raspaba el
concreto alrededor de las barras de su ventana con el fin de escapar, pero fue
delatado por otro prisionero. Entonces es sometido a las usuales torturas en
boga. Esta vez Panzram
maldijo inclusive a sus padres por haberle dado la vida. Por el paso de los
años en una vida pendenciera y sin rumbo. Sometido a las más salvajes torturas
y condiciones carcelarias de su tiempo el legendario criminal Carl Panzram
decide confesar absolutamente todo. Día tras día aporta datos de sus fechorías,
en especial la violación y asesinato de los jovencitos McMahon y Alexander Luszzock. Por alguna razón
Lesser se compadece del rabioso y
odiado criminal y en un gran gesto de su parte se convierte en su único
confidente en la prisión. Un día le da un dólar para que Panzram comprara cigarros y
comida. Pronto ambos hombres se hacen amigos y Lesser convence a Panzram de escribir sus memorias.
Ultima foto del asesino en serie Carl Panzram
Aquella enorme declaración de más de 20,000 palabras abarca
toda la carrera criminal de
Panzram incluyendo descripciones de todas y
cada una de sus encarcelaciones a lo largo y ancho del territorio. A pesar de
la falta de comunicación entre agencias y prisiones de aquel tiempo, la mayoría
de los datos aportados fueron corroborados. Estaban incluidos arrestos y alias
usados desde 1900 hasta 1930. No solo habló de su vida, sino también del
sistema penal norteamericano al cual propinó acres críticas, tachándolo de
inútil y nocivo. Uno de sus lemas más recurrentes era que la fuerza daba
derecho. También aseguraba que por todos sus crímenes no guardaba
arrepentimiento alguno y que todas y cada una de las leyes de Dios y de los
hombres en algún momento las había roto. Si hubiera nuevas leyes, con gusto las
quebraba también.
Muy pronto de todas partes comenzaron a surgir ordenes de
presentación contra Panzram y pronto comprendió que este era el
final de su carrera delictiva. A principios de 1929 escribió la siguiente carta
al fiscal de Salem, acerca del crimen contra el jovencito McMahon:
"Ya hice una total confesión acerca del asesinato de
McMahon. Usted ha enviado testigos desde Salem para identificarme, lo cual han
hecho a cabalidad. En ningún sentido cambio mi confesión del hecho. He cometido
tal crimen. Yo solo soy el culpable... No solo he cometido ese asesinato sino
otros 21 mas y puedo asegurarle ahora mismo que si alguna vez salgo libre y
tengo la oportunidad, asesinare a otros 22 mas!..."
Fue llevado a juicio y el mismo fungió como su propio
abogado, claro que lo hizo de la manera más torpe y burda que pueda haber,
aterrorizando constantemente a los testigos y a los miembros del jurado. La
sentencia llegó el 12 de Noviembre de 1928 y el juez Walter McCoy le dio 25 años de cárcel en Leavenworth, ante lo cual Panzram atinó a gritarle "Vaya a visitarme!..."
El 1 de Febrero de 1929 llegó Carl Panzram a la conocida
prisión de Leavenworth y al serle
leídas las reglas por el guardia principal declaró serenamente que asesinaría
al primer sujeto que se metiera contra él. Y en efecto, así ocurrió cuando uno
de los guardias la tomo contra él a la primera oportunidad lo masacró con una
barra metálica. Estaban dentro de la lavandería, empleo que Panzram
había solicitado dada su precaria condición física y después de terminar con la
vida del oficial Warnkle Panzram
entró en un frenesí de locura atacando al resto de los aterrorizados
prisioneros que no podían escapar por la puerta pues estaba cerrada. Por los
gritos y el ruido del desorden llegaron los demás guardias a poner orden en la
masacre. Cuando llegaron vieron por las ventanas a Panzram armado de una barra
metálica de varios kilos de peso, cubierto de pies a cabeza de sangre y con las
ropas hechas jirones. Una vez que el sicótico prisionero se calmó abrieron la
puerta y lo condujeron silenciosamente a su celda.
Por este terrible crimen fue llevado nuevamente a juicio.
Esta vez ni siquiera solicito un abogado, ya no lo necesitaba. Durante su
confinamiento en solitario continuó la comunicación con Lesser a quien le comentó que le faltaban cosas que leer, pero que
en general era mucho mejor tratado que antes. Si tan solo así hubiera sido
desde un principio el trato en prisión, tal vez muchas personas no hubieran
sido robadas, abusadas y asesinadas de la manera en que había ocurrido. Al juicio
fueron llevados como testigos guardias y prisioneros que contaron con lujo de
detalles los acontecimientos del día en que fue masacrado el señor Warnkle. La sentencia fue la horca, no
bien fue dictada por el juez, Panzram quedó inclusive agradecido y feliz. Al
ser retirado de la sala y cuando todos dejaban el lugar aún se podían escuchar
sus horribles carcajadas.
Antes de su ejecución no faltaron las almas caritativas que
trataron de interceder por Panzram, como el doctor Karl Menninger que solicitó entrevista con el condenado a muerte.
Pero Panzram amenazó de muerte a las asociaciones civiles que ya desde entonces
se oponían a la pena capital. Durante la corta entrevista, el reo se mostró
irritado y nada cooperativo. Para Menninger
quedó claro que ese hombre era capaz de matar a quien fuera con tal de escapar
si la menor oportunidad se presentara. Las opiniones del buen doctor fueron
rechazadas tajantemente por Panzram quien dejó en claro que aborrecía cualquier
intervención a su favor y que deseaba llegara ya la hora de su muerte para bien
de él y de todos.
El 5 de Septiembre de 1930 a las 6 de la mañana y ante
numerosos testigos de la prensa y la prisión, Panzram fue colgado y declarado
muerto a las 6.18 a.m. Su cuerpo no fue reclamado y fue enterrado en un
sepulcro del lugar. Hasta el momento de su muerte se comporto desafiante e
incorregible como siempre. Subió alegremente los escalones hasta el cadalso.
Tuvo tiempo de escupir y apresurar al verdugo. Según testigos pasó la noche en
vela caminando por su celda y canturreando una canción obscena de su propia
creación.
Bibliografía:
* Panzram A
Journal of Murder, Thomas E. Gaddis, James O. Long y Harold Schechter
* Deranged: The
Shocking True Story of America's Most Fiendish Killer!, Harold Schechter