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Hombres y Mujeres Asesinos
Blog dedicado especialmente a lecturas sobre Casos reales, de hombres y Mujeres asesinos en el ámbito mundial.
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Este Blog, no es de carácter científico, pero si busca seriedad en el desarrollo de los temas.

Está totalmente dirigido a los amantes del género. Espero que todos aquellos interesados en el tema del asesinato serial encuentren lo que buscan en este blog, el mismo se ha hecho con fines únicamente de conocimiento y desarrollo del tema, y no existe ninguna otra animosidad al respecto.

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//20 de Noviembre, 2010

Hans Reiser

por jocharras a las 11:28, en Hombres Asesinos

Hans Reiser

                Hans Reiser en 2005

Hans Reiser (nacido en diciembre de 1963) es un programador estadounidense famoso por sus aportes a la comunidad de software libre en el campo de los sistemas de ficheros. En particular, es el máximo responsable del desarrollo del sistema de ficheros ReiserFS, y su nueva versión Reiser4.

En 1997, Reiser fundó la empresa Namesys, especializada en sistemas operativos y en el desarrollo y soporte de sus sistemas de ficheros.

Reiser residía en Oakland, California. El 10 de octubre de 2006, fue acusado del asesinato de su esposa, Nina Reiser, y fue encontrado culpable el 28 de abril de 2008 por un jurado popular. Cumple condena de 15 años en Mule Creek State Prison, Ione, California.

Hans Reiser, hijo de Ramón Reiser y Beverly Palmer, nació en diciembre de 1963. Creció en California y dejó los estudios antes de cumplir los 14 años, ya que discrepaba con el sistema de escolarización convencional. Más tarde, con 15 años, fue aceptado en la Universidad de California, en Berkeley, donde obtuvo un certificado de estudios en física, matemáticas y otros temas relacionados. Reiser fue uno de los miembros fundadores del "Open Computing Facility" en Berkeley. Aunque quería alcanzar cotas más elevadas en su educación, no continuó con ello, citando las mismas razones por las cuales dejó anteriormente los estudios. Por lo tanto, al no poder seguir estudiando, comenzó a trabajar en el campo de la computación mientras fundaba y construía su empresa, Namesys Inc. Previamente, Reiser trabajó en Synopsys, IBM, Premos y ARDC.

En 1999, mientras trabajaba en Rusia, conoció a Nina Sharanova, rusa de nacimiento, obstetra y ginecóloga, con la que se casó tiempo después. Tuvieron dos hijos, Rory y Niorlene.

Los Reiser se separaron en mayo de 2004, y Nina firmó el divorcio tres meses después, alegando diferencias irreconciliables y que sus hijos apenas conocían a su padre, debido a que se pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa debido al trabajo. A Nina se le adjudicó la custodia legal de los niños y a Hans un régimen de visitas a medias con Nina. El divorcio nunca fue consumado.

Nina Reiser obtuvo una orden de alejamiento contra Hans en diciembre de 2004, después de que ella alegara que Hans la había empujado, en el punto álgido de su divorcio.Recusó la orden a finales de 2005 debido al enfriamiento de sus relaciones. A cambio, Hans estuvo de acuerdo en que durante un año no pudiera "ni contactar, ni acosar, ni molestar la paz" de Nina en su casa y su lugar de trabajo, y permanecer como mínimo a 100 yardas (91 metros) de ella. En mayo, Nina alegó en los tribunales que Hans no había pagado la mitad de los gastos ocasionados por los cuidados médicos de los niños.

En septiembre de 2006 su esposa separada, Nina Reiser, desapareció bajo extrañas circunstancias. En octubre de ese mismo año, Reiser, sospechoso de homicidio, fue detenido por las autoridades de Oakland en California, quienes examinaron su casa y le tomaron una muestra de ADN en busca de evidencias.

En abril de 2008 fue declarado culpable de homicido en primer grado.

La fiscalía aceptó un acuerdo por el que Reiser revelaría la localización del cadáver de su esposa a cambio de rebajar su condena a la de homicidio en segundo grado. El acuerdo se realizó con el consentimiento de la familia de Nina, y fue ratificado por el juez Goodman. El lunes 7 de julio de 2008, Reiser condujo a la policía al lugar donde el cadáver de Nina estaba enterrado, en las colinas de Oakland. El abogado de Reiser dijo que los restos se encontraron enterrados en la ladera de una colina a menos de 800 m de la casa donde Reiser vivió con su madre, y donde Nina Reiser fue vista viva por última vez el 3 de septiembre de 2006. El detective de homicidios de Oakland, Teniente Ersie Joyner, afirmó que Reiser les condujo directamente al lugar exacto, sin ningún titubeo o duda. Reiser dijo que esperaba que existiera un cerezo marcando el lugar de la tumba. El 8 de julio, el forense identificó positivamente los restos óseos como los de Nina Reiser.

El 29 de agosto de 2008, Reiser fue sentenciado a 15 años de prisión, de acuerdo con los cargos de asesinato en segundo grado. Reiser no puede apelar la sentencia como resultado del acuerdo con el fiscal. El 5 de septiembre de 2008, Hans Reiser llegó a la prisión estatal de San Quintín para iniciar el cumplimiento de la pena. En enero de 2009, Reiser fue atacado por varios reclusos de la prisión de San Quintín e ingresado en la enfermería para su recuperación. El 28 de enero de 2009, fue trasladado a la prisión estatal de Mule Creek.
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//20 de Noviembre, 2010

Armin Meiwes

por jocharras a las 11:37, en Hombres Asesinos

ARMIN MEIWES

ARMIN MEIWES
Armin Meiwes era un chico normal en la escuela, algo retraído y apartado de sus compañeros. En su familia vivió las sucesivas separaciones de su madre y al final de su pubertad vivía sólo con ella, sometido a una estricta disciplina. Estos antecedentes no son nuevos en la historia de los criminales más famosos del mundo. En su juventud, el caníbal presenció escenas de matanza que podrían haber influenciado su estado psicológico. Matanzas de animales en las que él participaba para darse después el gran banquete.

A la edad de 18 años, Armin se muda con su madre a la enorme casa que la familia poseía a las afueras de Rotemburgo. La casa tenía 44 habitaciones y los amigos de Armin la llamaban la casa de los espíritus. Posteriormente ingresó en el ejército donde destacó por su disciplina. Apoyaba a los subalternos y se llevaba bien con ellos. Se llevaba a su madre con las excursiones de su brigada y pasaba la noche con ella en habitación separada. Tras su servicio en el ejército, trabajó como técnico de computadoras en un centro informático de Kassel. En su trabajo también se le consideraba diligente y eficiente. Entre sus aficiones estaban la lectura de libros de caníbales, muertes y asesinos en serie. Además coleccionaba partes del cuerpo de muñecas que coleccionaba en un cofre para ocultarlas de su madre.

La madre falleció en 1999 en la casa de Rotemburgo. Tras su muerte, Armin se quedó solo en el mundo y los únicos lazos familiares y sentimentales que mantenía desaparecieron de su vida. A partir de este punto, Meiwes inició su carrera criminal por internet. Fotos de crímenes, accidentes, cuerpos abiertos y otras muchas fantasías violentas componen el archivo fotográfico de su computadora. Foros como "Gourmet" o "Caníbal –Café" le proporcionan la plataforma ideal para contar y compartir sus fantasías más profundas. Comienza la nueva doble vida de Armin como el Dr. Jekill y Mr. Hyde. El Mr. Hyde sigue siendo el buen trabajador, buen vecino y ciudadano que busca la mujer de su vida pero el Dr. Jekill aparece en escena por las noches con sus fantasías caníbales.

Así comenzaron sus primeros contactos. Primero un cocinero ofreció a dos de sus ayudantes para ser degustados. Armin habría tenido la oportunidad de matarlo y devorarlo. Sin embargo, ante las dudas de la víctima, lo dejó marchar. El banquete sólo tenía sentido si la víctima también estaba de acuerdo.

En el chat, conoció a Bernd Brandes, un ingeniero de Berlín. Bernd se declaraba bisexual y su comportamiento sexual no era lo que se puede llamar "normal". Violencia y tortura formaban parte de su rituales sexuales del día a día. Se citaron primero para un fin de semana donde pusieron a prueba sus instintos caníbales. Tras la despedida en la estación, Brandes lo pensó mejor y llamó a Meiwes para que lo recogiese. Quería probar otra vez.

Tras varias horas de conversación, Brandes quiso que el Caníbal le amputase el pene. "Córtalo de una vez", dijo la víctima. Con gran cantidad de alcohol y medicamentos, ya no sentía dolor. Por fin Bernd pudo cumplir su sueño, comerse sus propios genitales. Meiwes cortó el pene en dos trozos y los puso en la sartén aderezándolos con pimienta, sal y ajo.

En cuanto a los motivos que llevaron a la víctima a ofrecerse, Armin manifestó que no entendía el sentimiento de felicidad que Bernd experimentaba. Meiwes asesinó posteriormente a su víctima en la mesa de descuartizar y grabó todo en cámara de vídeo. Descuartizó el cuerpo y conservó la carne. Después de dos días, Armin vio cumplido su deseo de comer carne humana. Según las declaraciones a la policía, la carne humana tiene un sabor parecido a la carne de cerdo.

El "Caníbal" había cumplido su deseo, pero esto no era suficiente. Los meses siguientes los pasó buscando nuevas víctimas. Necesitaba carne joven y fresca. Esta actitud fue la que condujo a la policía a desenmascararlo. Un estudiante de Innsbruck denunció a Meiwes, que aseguraba en los foros haber probado la carne humana. En el recuento de respuestas, se registraron varios centenares de víctimas, dispuestas a dejarse devorar por un caníbal. La policía lo arrestó un año después del asesinato.

El veredicto de los psicólogos y psiquiatras muestra que Meiwes no estaba loco cuando cometió el crimen, pero consideran que la víctima no podía pensar racionalmente.

La fiscalía quiere juzgarlo por asesinato con motivos sexuales e imponerle cadena perpetua. El problema es que la víctima dio su consentimiento al asesino y la defensa usará este argumento para que se considere como homicidio a petición, una especie de eutanasia ilegal, lo que llevará a una sentencia de entre 6 meses y 5 años, anulando la consideración de que fue un asesinato.

Según el profesor Arthur Kreuzer, del Instituto de Criminología de la Universidad de Giessen, el caso podría marcar un hito en la historia judicial. "Es un asesinato convenido por víctima y asesino. No creo que pueda considerarse como el peor caso de asesinato premeditado" matizó el profesor. El abogado de Meiwes citó como una carta favorable, que Armin dejó libres a cuatro personas que se habían ofrecido voluntarias para el sacrificio, por las dudas que mostraban. Su víctima dio el pleno consentimiento antes de que Armin la matase.

El caso de Armin Meiwes conmovió a todo el mundo por su crueldad. Sobre todo por la popularidad que le dieron los medios de comunicación. Pero el fallo judicial se enfrenta a problemas para condenar justamente al acusado.
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//20 de Noviembre, 2010

Dennis Andrew Nilsen

por jocharras a las 11:40, en Hombres Asesinos

DENNIS ANDREW NILSEN

DENNIS ANDREW NILSEN
"Temía despertarlo por miedo a que me abandonase. Temblando de miedo le estrangulé. El se debatía, y cuando estuvo muerto volví a llevar su joven cuerpo a la cama conmigo y fue el principio del fin de la vida que yo había conocido. Había empezado a recorrer la avenida de la muerte y a poseer un nuevo tipo de compañero de piso."
 
El caso de Dennis Andrew Nilsen es increíble. Pues fue un hombre tan atormentado por la soledad que asesinaba a sus diferentes amantes por temor al abandono.

El 3 de febrero de 1983, en el número 23 de Cranley Gardens, al norte de Londres, los ocupantes descubren que sus lavabos están atascados por enésima vez. Otras averías similares ya habían derrotado con anterioridad a un fontanero local, y ese día llamaron al fontanero de una compañía privada para que les ayudase en la tarea.

Lo primero que hizo el fontanero fue inspeccionar la fosa séptica que había junto a la casa, diciendo que en toda su vida profesional nunca había olido una pestilencia tan increíble como la que salía de allí. Al dirigir su linterna hacia el fondo del agujero de tres metros, se llevó la desagradable sorpresa de ver una capa de un líquido blanquecino viscoso salpicado por unas manchas de algo que parecía sangre. Al bajar al agujero descubrió trozos de carne putrefacta, algunos de ellos con pelo adherido a la piel. Inmediatamente se avisó a la policía, quien realizó una inspección de la fosa al día siguiente y encontró más fragmentos de carne y huesos, identificados rápidamente como humanos.

Entre los residentes se encontraba Dennis A. Nilsen, de 37 años. Dennis era un hombre alto, delgado, con los hombros ligeramente inclinados hacia adelante y pelo castaño. Tenía una actitud franca y directa, una gran inteligencia y mirada fija y penetrante. Cuando regresó del trabajo a su casa, la tarde del miércoles 8 de febrero, fue recibido por tres detectives de la policía, expresó cierta sorpresa por el hecho que la policía se interesara por algo tan insignificante como un drenaje atascado. Cuando los agentes le hablaron de los restos hallados exclamó horrorizado: "¡Dios mío, qué espanto!".
 
Uno de los inspectores se dejó llevar por su experiencia e intuición y, desconfiando replicó rápidamente diciéndole que no les hiciese perder el tiempo en pesquisas y que les mostrase el resto del cadáver. Para gran sorpresa del inspector, la respuesta de Dennis fue: "Dentro de dos bolsas de plástico en el armario. Venga, se lo enseñaré". Atónitos, le preguntaron si se trataba de un cadáver o dos, a lo que respondió, encogiéndose de hombros con resignación, que era una larga historia y que prefería contarlo en un lugar más tranquilo, en la comisaría por ejemplo, puesto que era un alivio el poder desahogarse.

Mientras era conducido a la comisaría de policía, confesó que ya imaginaba que iba a ser detenido al llegar a casa, pero que decidió resignarse a esa suerte porque "era inevitable". Ni siquiera se tomó la molestia de deshacerse de los restos humanos que quedaban en su apartamento, pues eran las evidencias para demostrar que no mentía. También reconoció haber pensado en el suicidio al principio, pero pronto desechó la idea porque si moría nunca se sabría lo que había hecho.

Su aparente autocontrol y frialdad mientras confesaba desconcertó a los agentes, quienes pensaron estar ante un verdadero psicópata sin escrúpulos, pero Dennis, al estar consciente de ello, les explicó que sólo permanecía imparcial para que su testimonio fuese lo más objetivo posible para ellos, pues si daba rienda suelta a sus sentimientos de arrepentimiento y a su angustia interior, le costaría muchísimo guardar la calma: "Nadie debe verme llorar por las víctimas, eso forma parte de mi dolor personal".

Toda su declaración fue fría y pausada alegó que su arrepentimiento estaba por dentro. El 11 de febrero comenzó un interrogatorio fuera de lo común que duró once días. El asesino en serie más prolífico de la Gran Bretaña dictaría más de 30 horas de confesión muy detallada sobre los distintos crímenes, ayudando a la policía tanto como le fue posible con detalles y descripciones para que los investigadores pudiesen identificar a las víctimas. Apenas tuvieron que interrogarle, pues él mismo había trabajado como policía en período de pruebas y sabía de sobra cómo se desarrollaba un interrogatorio. Comenzó diciendo que tenía un cargo de conciencia demasiado grande y posteriormente detalló toda su historia como criminal, no sin antes advertirles que una investigación concienzuda de su vida y obras podría producirles angustia.

Confesó que había un total de 15 o 16 cuerpos que él mismo había asesinado desde 1978: tres en Cranley Gardens y unos trece en su dirección anterior de la Avenida Melrose, en Cricklewood. Además, explicó que había intentado asesinar a otros siete jóvenes, pero no lo consiguió porque las víctimas lograron escapar y de otras se arrepintió.

Melrose 195, la residencia donde cometió sus crímenes. Dennis se mostraba profundamente arrepentido de sus hechos, e incluso agradeció numerosas veces a los policías que lo habían detenido: "Ahora me siento culpable, merecedor de castigo. Estoy convencido de que merezco toda la pena a la que un tribunal pueda condenarme. Es un alivio que me hayan detenido, porque si lo hubiesen hecho a los sesenta y cinco años, podría tener a mis espaldas cientos de cadáveres".

El asesino dijo que los jóvenes que había matado eran casi todos de ambientes marginales o vagabundos sin domicilio fijo que deambulaban por las calles de Londres sin que nadie les prestase mucha atención, por eso sus desapariciones no fueron denunciadas y nadie echó de menos su ausencia. Al preguntarle por el móvil que le había incitado a cometer esos crímenes, Dennis dijo que lo había hecho por miedo a la soledad, que no quería que algo tan agradable como es el amor, fuese algo esporádico de una noche, que necesitaba a sus amantes: "En ninguno de los casos estoy consciente de sentir odio hacia ninguna de las víctimas... recuerdo que salía en busca de compañía y amistad, pero nunca pensaba en la muerte, el asesinato o hechos pasados. Vivía únicamente para aquel momento y para el futuro. Invité algunas personas a casa y otras se invitaron solas, aunque el sexo siempre estaba en un segundo orden. Sólo deseaba una relación cálida, buscaba alguien con quién poder hablar, aunque es una sensación muy agradable y relajante tener a alguien en la cama a tu lado durante toda la noche. Después de matarlos, experimentaba un sentimiento doloroso de desesperación y una sensación de vacío. Aunque sabía que el cuerpo estaba muerto, pensaba que la personalidad estaba todavía dentro de él, consciente y atenta a mis palabras. Trataba de conseguir desesperadamente una relación que nunca estuvo a mi alcance".

Al registrar la vivienda, los agentes hallaron los demás cadáveres descuartizados tal y como Dennis les había indicado: tras decapitar los cuerpos sin vida, hervía las cabezas a fuego lento mientras escuchaba música clásica con unos audífonos. Luego, troceaba el resto de los cuerpos y tras meterlos en bolsas de plástico las guardaba en el armario. En efecto, dentro del armario hallaron dos grandes bolsas que contenían otras más pequeñas con brazos, piernas, tórax, torsos sin cabezas y, más desagradable, un corazón, pulmones, riñones e intestinos.

Con su testimonio y los restos de las víctimas los agentes tenían pruebas suficientes como para acusarlo, y le recomendaron la defensa de un abogado. Nilsen rechazó toda defensa legal en un principio, considerando que era capaz de defenderse solo, pero finalmente los mismos agentes le consiguieron un representante para el juicio. Su primer abogado le aconsejó declararse culpable, pero cuando su caso llegó al Tribunal de Old Bailey, ya había cambiado de letrado. Este le había dicho que cambiase su primera alegación por la de "responsabilidad disminuida" debida a un trastorno mental.

Dennis "amaba" a sus víctimas, se enamoraba de ellas. Ese fue el motivo que le llevó al asesinato. No estaba consciente de las muertes, según mostró en las confesiones o los poemas que escribía a los cadáveres: Una de sus víctimas descuartizadas dentro de una bolsa. "Le puse al joven los calzoncillos, la camiseta y los calcetines y volví a taparlo. Me bañé, me metí en la cama con él, lo acurruqué contra mí abrazándolo y empecé a explorar su cuerpo por debajo de las sábanas; entonces me di cuenta de que su cuerpo estaba frío y mi erección desapareció automáticamente, al día siguiente lo coloqué en el suelo de la cocina y decidí descuartizarlo, pero me resultaba imposible hacer nada que pudiera estropear aquel cuerpo maravilloso".

"Aquí, en el umbral de la abundancia, nada hay ahora. Sólo tú en mis brazos, más unas figuras sombrías que se acercan con algunas formalidades para hacerte entrar en su "sistema", y yo. Pienso en tu vida solitaria. Pronto será mañana y se meterán en nuestros asuntos La intimidad no tiene fronteras que no puedan ser franqueadas en nombre de la ley". El mismo Dennis llegó a su propia conclusión, que explicó al jurado: "Puede ser que cuando mataba a aquellos hombres me matase a mí mismo, pues me quedaba de pie muy apenado y sumido en una profunda tristeza, como si acabase de morir un ser muy querido".

Finalmente, todos los miembros del jurado estuvieron de acuerdo en declarar a Dennis Andrew Nilsen culpable de la muerte de seis personas y dos tentativas de asesinato, por lo que el juez le condenó a cadena perpetua, como mínimo 25 años de condena.
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//20 de Noviembre, 2010

José María Manuel Pablo De La Cruz Jarabo Pérez Morris

por jocharras a las 11:49, en Hombres Asesinos

JOSE MARÍA MANUEL PABLO DE LA CRUZ JARABO PÉREZ MORRIS

JOSE MARÍA MANUEL PABLO DE LA CRUZ JARABO PÉREZ MORRIS

Seguramente todos tienen razón. Jarabo es eso y mucho más. Es un señorito en tiempos de crisis, un dandy que disfruta de un tren de vida muy por encima Uno de los crímenes más atroces de la historia española fue, sin duda, el cometido por José María Jarabo.

 

Este individuo acabó con la vida de cuatro personas, una de las cuales era una mujer embarazada. Precisamente, los crímenes de Jarabo fueron los que hicieron que la tirada del periódico El Caso se acercara al medio millón de ejemplares en 1958. Era la primera vez, desde antes de la Guerra Civil, que un medio de comunicación nacional alcanzaba dicha cifra.


Los sonados crímenes de Jarabo salieron a la luz pública el 22 de julio de 1958. El día anterior habían sido descubiertos los cuerpos sin vida de cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, muertos por obra de José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez Morris, de 33 años.


El sábado 19 de julio de 1958 España se recupera de la resaca de patria producida por la coincidencia de los actos de conmemoración del "Glorioso Alzamiento Nacional" y la "Fiesta de Exaltación del Trabajo". Las calles están vacías. El calor es asfixiante.

 
Un joven bien plantado e impecablemente vestido aprovecha la tranquilidad de la mañana para ojear el ABC en una cafetería de Madrid. Las páginas de deportes hablan de un Bahamontes que acaba de ganar el premio de la montaña en el Tour de Francia.

Se detiene en esta información para enterarse de que Jacques Goddel, director de la carrera, piensa que "si el corredor de Toledo tuviera tanto cerebro como músculo ya hubiera ganado varias veces la vuelta francesa". También presta atención a las páginas taurinas, que resaltan la presentación en la capital de Curro Romero. Y a las necrológicas, donde destacan las honras fúnebres del ex ministro Cavestany.

El silencioso lector, que se echa al coleto una copa de coñac y pide otra, no es consciente de que está a punto de provocar la saturación de esas mismas páginas cargadas de necrológicas que ahora contempla. Aún no sabe que dentro de muy poco se convertirá en el personaje encargado de enfangar de sangre la posguerra.

Ignora que la mano que cierra con un movimiento seco el periódico es la misma que, unas horas después, empuñará la pistola y el cuchillo con que se cometerá uno de los crímenes múltiples más brutales de la historia negra española. No puede imaginar que ese cuádruple asesinato que está a punto de cometer será resuelto por la policía en una de las más rápidas investigaciones jamás realizadas, y que una vuelta de garrote pondrá fin a la amarga recta final de su existencia.

El tempranero bebedor se llama José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez Morris. Nació en Madrid hace 35 años y lleva los últimos ocho entregado al alcohol, las drogas y las mujeres. Sus amigos dicen que sabe vivir y divertirse como nadie. Que es un tipo viril capaz de cautivar a señoras y señoritas, poco le importa la condición de las mismas, basándose en su simpatía y en su carácter cosmopolita (fue educado en buenos colegios de Estados Unidos). Aseguran que es un seductor dotado de una gran planta, una enorme labia y un descomunal miembro.

Sus enemigos dicen que sólo es un crápula, un despilfarrador, un vago y un enfermo sexual de sus posibilidades. No tiene trabajo, pero se acostumbra a vivir como un rey con el dinero que su madre le envía puntualmente desde Puerto Rico. Poco a poco van aumentando sus ya cuantiosos gastos, y con los giros mensuales de mamá apenas logra sobrevivir quince días: José María se ve obligado a hipotecar el chalé familiar de la calle madrileña de Arturo Soria y se marcha a vivir a una pensión, a un cuartucho con una cama en la que desplomarse cada mañana después de una noche de parranda. Posteriormente Jarabo reconoció que en las juergas de los últimos dos años bien podía haber dilapidado quince millones de pesetas, una cifra muy elevada si tenemos en cuenta que un flamante Seat 600 costaba en 1958 la friolera de 66.000 pesetas.

Cuando Jarabo salió del bar sintió que el peso de los bolsillos de sus pantalones estaba mal repartido. La cartera, vacía, no ofrecía ninguna consistencia. El forro del lado contrario estaba a punto de ceder ante un objeto que parecía de plomo: una pistola Browning FN del calibre 7,65 de fabricación belga. En ese instante recuerda que tiene muchos problemas.

Su romance con una mujer inglesa casada llamada Beryl Martin Jones había complicado la vida de ambos. Ella había colocado su matrimonio en el disparadero. El había gastado una fortuna en hoteles, cenas y regalos. Asfixiado por la falta de dinero, Jarabo le había pedido a ella un anillo de brillantes que inmediatamente había empeñado para cubrir alguna noche de pasión y lujo. Ahora ella, la única mujer a quien había querido, le reclamaba la joya, alegando que se trataba de un regalo de su marido.

Desde Inglaterra le envió una carta recordándole por enésima vez que debía devolverle la sortija. En esta ocasión adjuntaba una autorización suya como propietaria, que resultaba imprescindible para desempeñarla, y una comprometedora misiva de amor con diversas confesiones íntimas. Para colmo de males, los familiares de Jarabo amenazaban con regresar de Puerto Rico y levantar la tapa de la alcantarilla en que estaba sumergido.

Jarabo se había acercado con la carta en la mano a la tienda de empeños Jusfer, en la calle Alcalde Sainz de Baranda número 19. Como no tenía las cuatro mil pesetas necesarias para recuperar la joya, que en realidad valía mucho más, enseñó la carta y cometió el fallo de dejarla junto a la deseada sortija. Hoy, 19 de julio del 58, se había propuesto recuperar ambas cosas.

Son algo más de las nueve de la noche cuando se encamina con paso firme hacia el número 57 de la calle Lope de Rueda. No es la dirección de la tienda donde tiene empeñadas la sortija y la carta. Es la vivienda de uno de los dueños de ese negocio, un tal Emilio Fernández Díez. Jarabo, que cree que la sortija y la carta pueden estar en casa de éste, pulsa el timbre del cuarto exterior con la uña del dedo pulgar "para no dejar huellas de ninguna clase".

Paulina, la criada, abre la puerta a Jarabo sólo cuando este dice que es amigo del dueño de la casa. En el primer descuido la agarra por el cuello y la golpea con una plancha que encuentra en una mesa cercana. Forcejean. Jarabo agarra un cuchillo de la cocina y de un certero golpe en el pecho le parte en dos el corazón. La sangre irrumpe por primera vez en su vida, pero no parece impresionarle demasiado: arrastra el cuerpo inerte a una habitación junto a la cocina y se dispone a esperar a Emilio Fernández Díez, "el verdadero culpable" de sus males.

Pasan unos minutos de la diez cuando el dueño de la casa abre la puerta y llama de una voz a la criada. Nadie le contesta. Una necesidad urgente le hace encaminarse hacia el cuarto de baño. Pasa por delante del escondite de Jarabo que, tal y como tiene previsto, salta sobre su espalda como un leopardo, le inmoviliza sujetándole por la chaqueta y le pone el cañón de la pistola en la nuca. Al dueño de la casa no le da tiempo a saber quién le está apuntando. Suena un disparo y el cuerpo del usurero cae al suelo como un fardo, quedando tendido entre la bañera y el bidé.

Aún no se había recuperado de sus dos primeros crímenes cuando escucha que la puerta se abre de nuevo. No ha tenido tiempo de buscar ni la sortija ni la carta. Y ya ha matado a dos personas. Está muy nervioso. Amparo Alonso, la mujer de Emilio Fernández, acaba de entrar y se dirige al salón, donde un Jarabo que no logra aparentar tranquilidad responde a su cara de sorpresa con un "Buenas noches, soy inspector de Hacienda y estoy investigando a su marido". "Él y la criada están detenidos", continúa, "y mis compañeros se los han llevado a comisaría".

La mujer desconfía, trata de huir y chilla con fuerza. Ésa es su sentencia de muerte. El grito se clava en la espina dorsal de Jarabo, que la golpea y arrastra hasta una habitación. Sólo cuando la doblega hasta tumbarla sobre una cama saca la pistola, la encañona en la nuca y aprieta el gatillo. Amparo estaba embarazada. "La suerte estaba echada", confesó tiempo después Jarabo a la Policía.

Cuando logra relajarse se sienta en un sillón y bebe anís de una botella que encuentra en una mesa. Para confundir a la policía saca varias copas de un armario y mancha algunas con carmín. Tira por el retrete los casquillos. Limpia las posibles huellas. Bebe más anís. Sólo cuando considera que el trabajo está totalmente acabado se tumba en la cama de la única habitación que no está cubierta de sangre. Finalmente se relaja y pasa una noche entre los muertos, durmiendo un sueño incomprensiblemente plácido y profundo.

A las nueve de la mañana Jarabo abandona el improvisado panteón sin haber encontrado ni la sortija ni la carta. Para solucionar ese problema se encamina a una nueva cita, en este caso con Félix López Robledo, copropietario de la casa de empeños Jusfer. Pero antes desayuna, se toma unos coñacs, ve un par de películas en el cine Carretas, come en un restaurante chino y se echa una siesta en una pensión de la calle Escosura. Rendido por el esfuerzo de matar se toma el domingo libre y alarga el reparador sueño hasta las seis de la mañana. Dos horas después ya está en marcha. Ha desayunado su copa de brandy y comprobado que la Browning del 7,65 está cargada y en su bolsillo. Todo está en orden. Es la mañana del lunes 21 de julio.

Félix López Robledo siente cómo alguien que le estaba esperando en el portal de su tienda le sujeta por la espalda con una torpe llave de lucha. Es lo último que siente. Jarabo dispara dos tiros en la nuca del prestamista. Después registra sus bolsillos y el local y sale a la calle con las manos vacías y ensangrentadas. Se siente acabado. Ha matado a cuatro personas para nada. Más coñac y algunas drogas: cocaína, morfina... Y demasiados errores.

Aturdido por la matanza, Jarabo deja el traje, empapado en sangre, en una tintorería situada en el número 49 de la calle Orense. Luego se va de copas. Gasta dinero como si el mundo se fuera a terminar esa misma noche y despierta las sospechas de toda la gente que le conoce.

A las doce del mediodía del día siguiente, martes 22 de julio, Jarabo se acerca a la tintorería donde dejó el traje para recogerlo. Cuando llega le está esperando un dispositivo de vigilancia policial especial: el país entero está conmocionado por la noticia y el dueño de la tintorería avisó inmediatamente a la policía nada más ver la ropa. Jarabo se resiste en principio a ser detenido. Lleva un DNI falso, una pulsera y un reloj Omega de oro, juegos de llaves de las casas donde cometió los asesinatos y una pistola FN del 7,65 caliente que aún huele a pólvora.

Ya en el despacho del jefe de la Brigada de Investigación Criminal de la Dirección General de Seguridad el sospechoso, muy entero en todo momento, niega los hechos y asegura que hace semanas que no ve a las víctimas. El inspector jefe Sebastián Fernández Rivas y los policías Ramón Monedero Navalón y Pedro Herranz Rosado se encargan de interrogarle. Después de un par de preguntas de trámite le enseñan unas fotos de los cadáveres, y el sospechoso se tambalea y cae desmayado al suelo. Se derrumba. Y confiesa que ha matado por amor, por recuperar una joya y una carta de "la única mujer a la que he logrado querer". Ingresa por segunda vez en prisión: cuentan que ocupó durante algún tiempo la celda de una cárcel de Estados Unidos acusado de dirigir una casa de citas en Puerto Rico.

España entera se estremece con la orgía de sangre. Y con los detalles que rodean al criminal y a las víctimas. Los periódicos publican coleccionables con la historia del crimen, y le dedican portadas y titulares gloriosos. Los psiquiatras dicen que es "un psicópata desalmado". La gente se apelotonaba en las largas colas que se formaban en la calle para poder asistir al histórico juicio de "el último carnicero español".

Un año después, el 5 julio de 1959, todos los periódicos publicaban una lacónica noticia en portada: "En las primeras horas de la mañana de ayer, en el patio principal de la Prisión Provincial de Madrid, ha sido ejecutada, con las formalidades exigidas por la ley en estos casos, la sentencia de pena de muerte dictada contra José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez Morris".

Condenado a cuatro penas de muerte, Jarabo murió con las vértebras del cuello descoyuntadas por la quinta vuelta de tuerca del último garrote vil que se utilizó en España. Está enterrado en el madrileño cementerio de la Almudena.

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//20 de Noviembre, 2010

John George Haigh

por jocharras a las 11:52, en Hombres Asesinos

JOHN GEORGE HAIGH.

JOHN GEORGE HAIGH
En algunos casos, los sueños son capaces de condicionar un comportamiento hasta alcanzar extremos inimaginables, sobre todo si la persona afectada tiene una mente fría y un corazón débil, como puede ser el caso de un criminal.

 

John siempre había tenido un sueño que lo venía obsesionando desde muy pequeño, una pesadilla muy extraña: se veía en un campo repleto de crucifijos que lentamente se iban transformando a su paso en árboles sin hojas con largas ramas por las que caían gotas de rocío. Al aproximarse a los árboles, podía ver como las gotas que cubrían las ramas no eran agua... eran sangre. Los árboles comenzaban a retorcerse como si sufrieran un tormentoso daño y la sangre brotaba de los troncos, mientras una silueta borrosa que portaba una copa recogía el líquido rojo. Luego, una vez llena se le acercaba y se la ofrecía ordenándole beberla.

 

John se sentía completamente indefenso ante la situación. No era capaz de mover un solo músculo y quería librarse de la pesadilla. El ser, le dice que la única manera de librarse de él, es matar, para así saciar su verdadera sed.

 

La cruel pesadilla le estaba destrozando los nervios y cada vez se sentía menos dueño de sus actos. El quería ser libre, no volver a soñar... y terminó asumiendo que para hacerse libre tenía que hacerla real.

 

En 1949, Haigh vivía en una confortable pensión londinense, pasando casi desapercibido por los demás locatarios. Su aspecto físico, moreno, corpulento y muy bien parecido, además de una agradable sonrisa, hacía que todas las mujeres se fijaran en él. Les había hecho creer que era el dueño de una fábrica metalúrgica, por lo que además lo respetaban y eso le agradaba.

 

Pero las cosas no le iban muy bien. Apenas tenía dinero y la dueña de la pensión le había llamado varias veces la atención. Por si fuera poco, esos terribles sueños no dejaban de acosarle.

 

Olivia Durand-Deacon era una de las elegantes viudas de mucho dinero que se sentían interesadas por él, pero más que por su físico, por la actividad que le habían dicho que ejercía: agente comercial. La señora quería que le sirviese de intermediario para llevar a cabo un negocio de uñas artificiales. Cuando se hacen amigos, le enseña una muestra de unas uñas hechas de papel, preguntándole si creía que podían tener éxito comercial. El hombre promete interceder por ella ante un posible negocio y citarla con otro agente comercial. Cuatro días después la condujo a Crowley con el fin de discutir la fabricación de las uñas artificiales haciéndole creer que la cita tenía lugar allí. Quedaron en el pueblo, en dónde la recogería para ir a la fábrica.

 

Antes de la cita, compró un tonel de acero diseñado para resistir la corrosión de los ácidos, luego 153 litros de ácido sulfúrico, y lo hizo enviar a un almacén abandonado en Crowley

.

En realidad a donde conduciría a Olivia no sería a la fábrica, sino a unos almacenes semiabandonados para el depósito de mercancías. La mujer nunca hubiese imaginado que un hombre tan correcto tenía la extraña especialidad de disolver a sus amistades en ácido sulfúrico.

 

Al día siguiente todo el mundo preguntaba preocupado por Olivia, la mujer no tenía por costumbre pasar noches fuera de la pensión y, mejor dicho, nunca; pero en esta ocasión, no había dado "señales de vida".

 

Haigh respondía con aire sorprendido que no había acudido a la cita, que tras esperarla durante una hora se había ido sin verla. Y como seguía sin aparecer, se ofreció junto a otros pensionistas para ir a la policía a denunciar la desaparición de la viuda.

 

Tuvo que hacer dos largas declaraciones en la comisaría, no mostrándose reticente o nervioso y siempre afirmando que la viuda no había acudido a la cita. No tenía nada que temer, pues pensaba que las precauciones que había tomado lo pondrían al abrigo de toda sospecha.

 

Pero el escepticismo y las sospechas del comisario de policía lo llevaron por otras pistas. Por el hecho de que no acababa de gustarle el hombre y dejándose guiar por la intuición, decidió llevar a cabo una serie de investigaciones rutinarias que le ayudaron a descubrir algunos cabos sueltos que Haigh no había tenido en cuenta: tenía antecedentes penales por estafa y robo, además de que se descubrió que no era el tal jefe de la empresa que decía, pues terminaron localizando al verdadero jefe, y declaró que sólo le contrataba de vez en vez como representante.

 

En los almacenes, los policías encontraron tres bombonas de ácido sulfúrico, además de un delantal, unos guantes de caucho y un revólver que recientemente había disparado una bala. También hallaron otras pruebas macabras, como huellas de sangre en la pared y el delantal, un charco de grasa en un bidón vacío de ácido, y para colmo de sospechas, el recibo de una tintorería por un abrigo de astracán.

 

Expertos analistas de Scotland Yard analizaron cuidadosamente los restos de grasa y dos partes casi intactas de una dentadura, que finalmente fueron identificadas por el dentista de la mujer.

 

Haigh mantenía su disfraz de inocencia respondiendo amablemente a cada interrogatorio, aunque la policía de Scotland Yard sabía que mentía en sus declaraciones y que todas las pistas halladas le apuntaban como el asesino. Pero al darse cuenta que no podía seguir ocultando el crimen por mucho más tiempo, termina haciendo unas siniestras declaraciones:

"Si le confesara la verdad no me creería, es demasiado extraño. Pero se la voy a confesar. La señora Durand no existe. Ustedes no encontrarán jamás ningún resto de ella ya que la disolví en el ácido, ¿cómo podrán probar entonces que he cometido un crimen si no existe cadáver? Le disparé a la cabeza mientras estaba mirando unas hojas de papel para confeccionar sus uñas postizas, después fui por un vaso y le hice un corte con mi navaja en la garganta. Llené el vaso de sangre y me lo bebí hasta saciar mi sed. Luego introduje el cuerpo en el tonel llenándolo después de ácido sulfúrico concentrado Después me fui a tomar una taza de té. Al día siguiente el cuerpo se había disuelto por completo, vacié el tonel y lo dejé en el patio".

 

Lo que Haigh no sabía era que la policía londinense, en un minucioso trabajo de investigación, sí había encontrado restos del cadáver y lo habían incluso identificado.

Después de su detención y confesión, la policía sospechó de otros cinco crímenes acaecidos un año antes en similares condiciones. Finalmente también se declaró culpable de esos crímenes, alegando además que a todas las víctimas les había bebido la sangre. En el juicio, su abogado defensor intentó utilizar la pesadilla del hombre y el acto de vampirismo como recurso, queriéndolo hacer pasar por demente que se veía obligado a matar por una obsesiva ilusión vampírica, pero no dio resultado. Si bien los psiquiatras reconocieron sus rasgos paranoides como síntoma precursor de una aberración mental que le acarreaba una alteración completa de la personalidad, trastornándole el carácter y la conducta, el hombre había explotado económicamente a sus víctimas, bien vendiendo objetos que robaba o adueñándose de bienes u otorgándose falsos poderes.

 

Para los jueces se trataba de algo más que de una mente enferma que bebía la sangre de sus víctimas; era un personaje frío y calculador que premeditaba sus crímenes y actos, fingiendo una locura que lo convertiría en irresponsable ante la ley. Finalmente es sentenciado a la pena de muerte, a la que el acusado ni siquiera apela; es ahorcado en la prisión el 6 de agosto de 1949.

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//20 de Noviembre, 2010

John Reginald Christie

por jocharras a las 11:54, en Hombres Asesinos

JOHN REGINALD CHRISTIE

JOHN REGINALD CHRISTIE
A finales de marzo de 1953, el nuevo inquilino del número diez de Rillington Place, proseguía con las reformas que necesitaba su nuevo piso, ya que se encontraba sucio y destartalado. Agujereo la pared de la cocina, al hacer esto se percato de que no había pared, si no un hueco que estaba empapelado. Arrancó el resto del papel para poder comprobar el interior. Al enfocar con su linterna, se sobresaltó al encontrarse con un cuerpo envuelto en una sabana. Detrás de este se hallaban dos cadáveres más. Las tres mujeres habían sido estranguladas.

El anterior inquilino había abandonado Rillington Place tres días antes, su nombre era John Reginald Christie.
 
En un registro posterior se hallaron, a parte de los tres cuerpos del hueco de la cocina, otros dos enterrados en el jardín y el cadáver de la señora Christie sepultado bajo las tablas del suelo de la habitación principal.

John Reginald Halliday Christie nace el 8 de Abril de 1898 en Halifax. Contaba con el cariño de sus seis hermanos y de su madre, aunque no se podía decir lo mismo de su padre, de carácter severo y autoritario Fue un buen estudiante e incluso llegó a ser monitor de los boy scout. En su adolescencia sufrió una gran humillación y se convirtió en el blanco de las burlas de sus compañeros. Éstos, al enterarse que Christie era impotente, comenzaron a llamarle "Reggie no puede".

A los 17 años es sorprendido robando dinero mientras trabajaba como oficinista en la policía local. A raíz de esto su padre le echa de casa. A los 18 años es reclutado para la Primera Guerra Mundial, donde fue gaseado, esto le permitió posteriormente recibir una pensión por incapacidad.

En Mayo de 1920 se casa con Ethel Waddington. En años posteriores es encarcelado en varias ocasiones por robo de dinero y en 1924 pasa varios meses en prisión. Como consecuencia de su conducta delictiva, Ethel le abandona en 1929.

Christie se dedica a malvivir y vagabundear y, tras pasar por prisión en repetidas ocasiones, decide escribir a su mujer y pedirle que regrese; ésta accede y se queda con él hasta su muerte.

En 1938, a la edad de 40 años, John y su mujer se trasladan al nº 10 de Rillington Place. A partir de 1939 consigue, gracias a su relación con el ejército, un trabajo como policía especial.

Es en Agosto de 1943, mientras investigaba a un hombre por robo, cuando conoce a su primera víctima, Ruth Fuerst, una prostituta de 17 años. Aprovechando que Ethel está ausente, Christie invita a la joven a su casa y después de tomar el té la estrangula; a continuación entierra el cadáver en el jardín trasero.

Despertando así su vena más sádica y descubriendo el monstruo que había latente dentro de él desde su niñez.

A finales de ese año deja la policía y comienza a trabajar en los Ultra Radio Works, al oeste de Londres. Allí hizo amistad con Muriel Eady, de 31 años. Ésta le comenta que sufre un catarro y Christie le habla de los conocimientos médicos que adquirió en la guerra; Muriel acude al nº 10 de Rillington Place Esta vez Christie se perfecciona y planea el asesinato premeditadamente: fabricó un tarro de cristal con tapadera metálica, dicha tapa tenía dos agujeros de los que salían dos tubos de goma; uno iba conectado al conducto de gas y el otro a una especie de mascarilla, por la que la víctima inhalaba. Confiando en el remedio para el catarro, Muriel comenzó a inspirar. Cuando se dio cuenta de lo que estaba inhalando, Christie la estranguló y abusó de ella. Después enterró el cuerpo en el jardín.

Pasarían cinco años hasta que Christie volviera a actuar.

En Marzo de 1948 Timothy y Beryl Evans se trasladan al nº 10 de Rillington Place, junto a su hija Geraldine de poco más de un año. El joven matrimonio se llevaba bien con Christie y su mujer, quien estaba encantada con la niña. En 1949 Beryl queda embarazada; no desea tener el hijo ya que los ingresos de Timothy eran muy escasos. Preocupados, comentan el problema a los Christie; posteriormente John se ofrece a practicar el aborto, convenciéndoles de que se puede realizar sin salir de casa.

El 8 de Noviembre de 1949 Timothy regresa de trabajar y recibe la noticia de que Beryl no ha sobrevivido a la operación. Timothy está trastornado y no sabe qué hacer, pues el aborto es ilegal en Inglaterra; así, se deja guiar por la única persona que puede ayudarle, el señor Christie, quien le convence para ocultar el cadáver.

Timothy acepta horrorizado, convirtiéndose en cómplice de homicidio. El señor Christie le sugiere que abandone la ciudad durante un tiempo, asegurándole que él se encargaría de dar en adopción a la pequeña Geraldine.
 
Aunque el joven se marcha de la ciudad, no puede olvidar el trágico suceso; así, se presenta en comisaría y confiesa haber matado a su esposa. Hicieron falta dos registros de la casa para poder encontrar lo que buscaban; el cadáver de Beryl Evans se encontraba doblado debajo del fregadero, enrollado en una manta y ocultado por unos troncos. Se hallaba vestida y con una corbata en el cuello, había sido estrangulada; la pequeña Geraldine se encontraba, también estrangulada, junto a su madre. Evans es trasladado a Londres el 2 de Diciembre y es acusado del homicidio de su mujer e hija. Desesperado, decide confesar la verdad e implicar a Christie como único responsable del aborto fallido.

En el juicio se comprobó que Christie sirvió a su país en la Primera Guerra Mundial y que había trabajado como policía especial; con esto se ganó la compasión del jurado. Mientras declaraba como testigo negó su participación en el aborto y comentó las continuas peleas entre el joven matrimonio así como los malos tratos que sufría Beryl (todo falso). En menos de 40 minutos el jurado encontró a Timothy culpable de los asesinatos y fue sentenciado a la horca.

El joven no dejó de insistir en que Christie mató a su mujer y a su hija, hasta el mismo día de su muerte, pero nadie le creyó. Murió ahorcado el 9 de Marzo de 1950.

John Christie había estado cerca de ser atrapado; el nº 10 de Rillington Place había sido registrado dos veces y nadie se había fijado en el hueso de Muriel Eady que sobresalía en la tierra del jardín.

El 14 de Diciembre de 1952 su mujer Ethel le despierta sufriendo convulsiones y ataques de tos; Christie decide estrangularla como "un acto de compasión", por no poder acabar con sus dolores de otra forma. Conserva su cadáver varios días en la cama, hasta que decide sepultarlo bajo las tablas del suelo.

Prácticamente arruinado, vende todos los muebles y excusa la muerte de su mujer diciendo que se encuentra de viaje. Después de matar a Ethel, la poca cordura que le quedaba se deteriora y entre Diciembre de 1952 y su detención, en Marzo de 1953, atrae hasta su casa a las que serían sus tres últimas víctimas.

Kathleen Maloney, una prostituta de 26 años que conoció a Christie en un pub de Londres. Muere gaseada y estrangulada en Enero de 1953. El 12 de Enero mata del mismo modo a Rita Nelson, otra prostituta de 25 años. El 6 de Marzo conoce en un café a la que sería su última víctima, Hectorina McLenna de 26 años; Christie le ofrece alojamiento y, una vez en casa, le da muerte como a las demás. Los tres cadáveres son escondidos en un hueco en la pared de la cocina, que posteriormente sería cubierto con papel.

El 21 de Marzo abandona Rillington Place y empieza a vagabundear por la ciudad, alternando en albergues y transitando por los parques. El 31 de ese mismo mes es arrestado junto al puente Putney. Comienza entonces el juicio en el mismo tribunal que tres años antes había mandado a la horca a un hombre inocente.

Christie admitió haber cometido siete crímenes entre 1943 y 1953, aunque nunca confesó el asesinato de la pequeña Geraldine. Al cuarto día de juicio el jurado se retira a deliberar; una hora y veinte minutos después tenían el veredicto, culpable. John Christie es sentenciado a morir en la horca. El 15 de Julio de 1953 es ahorcado. 16 años después de ser ahorcado Timothy Evans recibe el perdón de la justicia.
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//16 de Diciembre, 2011

Keith Hunter Jesperson

por jocharras a las 11:58, en Hombres Asesinos
Keith Hunter Jesperson
El asesino de la cara feliz




Keith Hunter Jesperson nació el 6 de abril de 1955 en Chilliwack, British Columbia. Sus padres fueron Leslie y Gladys Jesperson, tenía dos hermanos mayores y dos hermanas menores. La infancia de Keith fue violenta y problemática, su padre era un hombre dominante y alcohólico que lo trataba como sin cariño y solía golpearlo. Sus hermanos solían llamarlo “Igor” o “Ig” por su enorme tamaño. Los niños de la escuela también lo molestaban por esto, por lo que era un niño tímido y retraído.

Una vez su padre lo castigó usando descargas eléctricas por su mal comportamiento, en otras ocasiones lo golpeaba y humillaba en público.

Jesperson era un niño solitario, y su instinto asesino afloró rápidamente. Desde los cinco años comenzó a torturar y matar animales, porque disfrutaba observando cómo morían. Le gustaba golpearlos o estrangularlos hasta la muerte.

De niño solía meterse en problemas constantemente, cuando tenía 10 años, intentó matar a tres niños que lo molestaban. Al primero lo golpeó hasta que su padre los separó, al segundo lo intentó ahogar en un lago llegando a perder el conocimiento. Su último intento fue cuando estaba en una piscina pública, donde casi ahoga a un niño tras sumergir su cabeza en el agua, lo hubiera logrado si el salvavidas no lo hubiese visto y detenido a tiempo.

 

Formando una familia


Jesperson se graduó del colegio en 1973, pero no asistió a la universidad porque su padre le dijo que no era lo suficientemente inteligente. Por lo que comenzó a trabajar consiguiendo un empleo como conductor de camiones, en 1975 mantuvo una larga relación con Rose Hucke y posteriormente la pareja se casó y tuvieron tres hijos, dos niñas y un niño. En ese tiempo él conducía un camión para mantener a su familia.

Sin embargo con el tiempo Rose empezó a sospechar que Keith la engañaba, la tensión en la pareja aumentó con el tiempo y tras 14 años de matrimonio ella se cansó de sus infidelidades y se fue de la casa con sus hijos mientras Jesperson se encontraba de viaje trabajando. Rose fue a vivir con sus padres en Spokane, Washington y Keith solamente veía a su familia cuando decidía visitarles, en 1990 se divorciaron oficialmente. Su familia nunca supo que era un asesino en serie hasta que fue detenido varios años después, la madre tuvo que dar la mala noticia a sus hijos.

Soltero nuevamente y a sus 35 años, con una altura de dos metros y casi 120 kilogramos de peso, Jesperson deseaba convertirse en miembro de la Policía Montada de Canadá, pero una herida que sufrió durante el entrenamiento le arrebató su sueño. Pronto Keith volvió a conducir camiones en Cheney, Washington. Ese trabajo le daba la oportunidad de matar sin ser descubierto.

Keith con su esposa Rose Huck con quien tuvo tres hijos. Su familia desconocía los asesinatos que cometía

Homicidios de la cara feliz

El 23 de enero de 1990, cerca de Portland, Oregon, Keith conoció a Taunja Bennet, de 23 años, en un bar y posteriormente la invitó a la casa que tenía alquilada. Mientras intimaban, Jesperson comenzó a discutir y después de golpearla en repetidas ocasiones la estranguló hasta la muerte.

Para tener una coartada salió nuevamente a beber y se aseguró de conversar con varias personas antes de deshacerse de las pertenencias de Taunja en un baño, donde dejó una nota con una cara feliz.

Sin embargo Keith quedó muy sorprendido cuando Laverne Pavlinac confesó falsamente haber matado a Bennett junto con su novio.

Según su testimonio posterior su falsa incriminación voluntaria se debió a que quería salir de la tortuosa relación que mantenía con su novio. Su novio tuvo que reconocer el asesinato condicionado por su abogado para escapar de la pena de muerte.
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Taunja Bennet una de las primeras víctimas de Keith..

Este evento molestó a Jesperson debido a que no recibió el reconocimiento de su crimen, por este motivo pintó una cara feliz en la pared de un baño donde escribió su confesión anónima del asesinato. Cuando esto no funcionó, comenzó a escribir cartas a los medios y a fiscales.

El 12 de abril de 1990, Daun Richert, una madre joven que junto con su hijo de 4 meses, fue la siguiente víctima Jesperson cuando los obligó a subir a su coche en las inmediaciones de un centro comercial en Mt. Shasta, California. Keith los secuestró tres horas, durante ese tiempo Jesperson abusó de ella físicamente tras golpearla, pero logró escapar con su hijo ya que Keith no pudo romperle el cuello. La mujer logró llegar a la estación de Policía de Mt. Shasta, poco tiempo después Jesperson fue arrestado en Corning, California. Tras ser interrogado fue dejado en libertad por falta de evidencias, sin embargo el fiscal del condado de Siskiyou presentó cargos por abuso sexual, cuando Keith no se presentó en la corte fue arrestado en Iowa, pero el condado de Siskiyou no pudo extraditarlo a California dentro del periodo de tiempo establecido y por ello fue exonerado de sus cargos.

Un año después Keith volvió a matar cuando el 30 de agosto de 1992 se encontró el cuerpo de una mujer a la que violó y estranguló. El cadáver fue hallado en Blythe, California. En su confesión Jesperson dijo que la desconocida mujer se llamaba Claudia.

En septiembre se descubrió el cuerpo de Cynthia Lyn Rose, 32, en Turlock, California, Jesperson la golpeó, violó y estranguló diciendo que era una prostituta que se metió a su camión e intentó robarlo mientras el dormía. Su cuarta víctima fue otra prostituta, Laurie Ann Pentland, 26, de Salem, Oregon, su cuerpo fue encontrado en noviembre de 1992. De acuerdo con Keith ella intentó cobrarle doble tarifa tras haber tenido sexo. Cuando se negó a pagar, ella lo amenazó con llamar a la policía, razón suficiente para que Keith la estrangulara.

Después de seis meses apareció su quinta víctima en Santa Nella, California, una mujer desconocida, la policía pensó que se trataba de una sobredosis.

En 1994, la policía encontró otra mujer desconocida en Crestview, Florida; Jesperson dijo que se llamaba Susanne.

En enero de 1995, Jesperson aceptó llevar a Angela Surbrize, 21, desde Spokane, Washington hasta Indiana. Tras una semana de viaje, ella comenzó a presionar para que la llevase más rápido y ver a su novio, la respuesta de Keith fue violarla y estrangularla, después de esto ató el cadáver a la parte inferior de su camión y la arrastró por la cara, de esta manera borraría su rostro y huellas. El cuerpo de Angela fue encontrado meses después y los únicos detalles fueron revelados por Jesperson.

Dos meses después Keith decidió que su novia de siempre; Julia Ann Winningham, 41, solo estaba interesada en él por su dinero. El 10 de marzo de 1995, en Washougal, Washington, Jesperson la estranguló, convirtiéndola en la única víctima relacionada a él y posteriormente la policía lo descubrió. La mayoría de las víctimas de Keith eran prostitutas o autoestopistas sin conexión, sin embargo su último asesinato, a su propia novia, permitió su captura. A pesar de que Jesperson afirmó haber matado más de 160 personas, sólo ocho fueron confirmadas en los cinco años que merodeo los caminos como asesino.



Julia Ann Winningham

El 30 de marzo de 1995, Keith fue arrestado por el homicidio de Winningham, una semana antes había sido interrogado por la policía. Jesperson temiendo su arresto intentó suicidarse dos veces.

El asesino es detenido

Una vez bajo la custodia policial, Jesperson reveló todos los detalles de sus asesinatos, también se llevó el crédito de otros homicidios, de los que poco después se retractó. Días antes de su arresto, Keith escribió una carta a su hermano, en la cual confesaba haber matado a ocho personas en cinco años. Esta información permitió a la policía reabrir casos ya cerrados, algunas víctimas coincidieron con la confesión de Jesperson.

En un punto álgido de su confesión, Jesperson aseguró haber matado a 160 personas, pero sólo ocho mujeres pudieron ser confirmadas. Los asesinatos se cometieron en California, Florida, Nebraska, Oregon, Washington y Wyoming.

Tras su juicio, Keith está en la penitenciaria estatal de Oregon en Salem, con tres cadenas perpetuas consecutivas. En septiembre de 2009, fue extraditado a California para ser enjuiciado con nuevos cargos.




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//16 de Diciembre, 2011

Richard Leonard Kuklinski

por jocharras a las 12:08, en Hombres Asesinos
Richard Leonard Kuklinski - Iceman


Kuklinski aseguró haber asesinado a mas de 200 personas en casi 40 años.

Kuklinski fue un asesino a sueldo que aseguró haber matado más de 200 personas en toda su su carrera criminal desde 1948 hasta 1986. Sus clientes eran las cinco familias criminales de Nueva York. Sin embargo su carrera como asesino comenzó cuando apenas tenía 13 años. Kuklinski medía 1'96 m de alto y pesaba cerca de 140 kilos, tamaño que le daba una importante ventaja a la hora de liquidar a sus víctimas.


Una familia poco ejemplar

Richard Leonard Kuklinski nació el 11 de abril de 1935, en Jersey City, Nueva Jersey, era el segundo de cuatro hermanos de una familia que tenía raíces polacas e irlandesas. Su padre Stanley Kuklinski era un alcohólico que golpeaba a su esposa e hijos. Después de unas décadas, Richard fue interrogado por los actos pedófilos de su hermano Joseph, quien sólo respondió: “Tenemos el mismo padre”. Su madre, Anna, también les propinaba palizas y les golpeaba fuertemente con objetos contundentes para evitar que robaran.

En 1940, Stanley mató a su hijo, Florian, pero la familia entera le mintió a la policía, diciendo que Florian se había caído por unas escaleras. Cuando Richard tenía 10 años, descargó la ira que sentía por los abusos en su casa con los sacerdotes y monjas de la Escuela parroquial a la que su madre lo obliga ir. Para entretenerse torturaba animales.

Cuando Kuklinski tenía 13 años, en 1948, emboscó a Charley Lane, el líder de una pandilla de adolescentes llamados “The Project Boys”, la misma que lo había molestado por algún tiempo. Para vengarse de los abusos, Richard golpeó a Charley hasta matarlo con una pala de madera, cuando el bravucón no se volvió a levantar, Kuklinski le arrancó los dientes a Lane y le cortó la punta de los dedos con un hacha para que no pudiera ser identificado. Mas tarde lanzó el cuerpo por un puente al sur de Jersey. Al principio  sentía culpa por el homicidio, pero pronto comenzó a sentirse poderoso. En su venganza golpeó hasta casi la muerte a los miembros restantes de la pandilla de Charley. Richard bromeó años después diciendo: “Es mejor dar que recibir”.




Asesino mafioso

Durante mediados de los años 50, Kuklinski tenía la reputación de ser alguien explosivo y temperamental que golpeaba o mataba a cualquiera que lo molestara. Pronto sus tendencias criminales llamaron la atención de la familia criminal de Newark, los DeCavalcante, quienes lo contrataban en sus primeros asesinatos para el crimen organizado. En su tiempo libre, Kuklinski merodeaba por el lado Oeste de Manhattan, lugar donde mataba a transeúntes, después confesó que disfrutaba matar a las personas que se parecían a su padre Stanley.


Richard se asoció con la familia criminal Gambino, por medio del mafioso Roy DeMeo, esta asociación surgió porque Kuklinski debía mucho dinero a un asociado de DeMeo. El mafioso fue a “hablar” con Kuklinski, quien fue golpeado por todo un grupo de mafiosos. Tras pagar la cantidad que debía, Richard comenzó a realizar robos y tareas para la familia, entre los encargos que le hacían inicialmente debía hacer contrabando de cintas pornográficas.

Para probar a Kuklinski, DeMeo salió con él en un automóvil, y se detuvieron en una calle de la ciudad, el mafioso escogió a un transeúnte que paseaba su perro y le dijo a Richard que lo mate. Sin cuestionar sus órdenes Kuklinski se bajó del auto, se acercó al hombre y le disparó en la parte posterior de la cabeza mientras caminó a su lado. Posteriormente Richard se convirtió el matón favorito de DeMeo



A las víctimas con peor suerte las sometía a una brutal muerte que consistía en atarlos en una cueva donde cientos de ratas les comían vivos. Lo grababa en vídeo y lo mostraba posteriormente a los "clientes" para demostrar los mucho que habían sufrido las víctimas de sus encargos

Los siguientes 30 años, Kuklinski mató un gran número de personas, la falta de atención policiaca se debió a que Richard alternaba sus métodos homicidas. El asesino usaba pistolas, cuchillos, explosivos, patas de cabra, fuego, venenos, fundas de plástico para asfixiar e incluso sus puños. El número exacto de sus víctimas nunca fue descifrado por las autoridades, Kuklinski dijo que había matado a más de 200 personas. Su veneno preferido era el cianuro porque mataba rápidamente y era difícil de detectar en los exámenes de toxicología, además lo administraba por varios métodos, inyecciones, en la comida de una persona, en un aerosol y simplemente regándoselo en la piel de su víctima.

Uno de los métodos favoritos de Kuklinski para deshacerse de los cuerpos era meterlos en un barril de aceite de 55 galones, también los desmembraba, enterraba, o guardaba el cadáver en el maletero de un coche y lo trituraba en un depósito de chatarra, en ocasiones solía dejar los cuerpos sentados en las bancos de los parques, o los tiraba a huecos sin fondo, finalmente confesó que a sus víctimas que no estaban muertas se las daba de comer a las ratas gigantes de Pensilvania.

Kuklinski aseguró ser un asesino frecuente para DeMeo, pero cuando testificaron contra el asesino en la corte, ninguno de los miembros de la mafia de DeMeo admitió que Kuklinski estuviera involucrado en los asesinatos que cometían. También se atribuyó haber asesinado al mismo DeMeo, pero las evidencias revelaron que el mafioso fue abatido por sus asociados y el líder de la familia Gambino.


Formando una familia

Durante este tiempo Kuklinski era un reconocido asesino, se casó con Barbara Pedrici y tuvo tres hijos, dos mujeres y un varón. Sin embargo su familia y vecinos no estaban al tanto de sus actividades, y creían que era un exitoso hombre de negocios. En ocasiones salía de su casa mientras almorzaba para encargarse de un objetivo, aunque detestaba trabajar en días festivos, en especial Navidad, porque era importante para él estar con su familia.

Kuklinski se ganó el apodo “Iceman” por disfrazar el tiempo de muerte de sus víctimas congelando sus cuerpos en refrigeradores industriales. Posteriormente le confesó al escritor Philip Carlo, que aprendió esa técnica de otro asesino, Robert Pronge, apodado “Mister Softee”, quien manejaba un camión de “Mister Softee” para pasar desapercibido. También le enseñó a usar cianuro para matar a sus víctimas, finalmente Pronge le pagó a Kuklinski para que mate a sus esposa e hijo. En 1984 apareció muerto en su camión con varias heridas de bala, supuestamente asesinado por Kuklinski.

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"Iceman" con su familia, los vecinos pensaban que era un exitoso hombre de negocios.

Iceman capturado

Kuklinski
fue descubierto por su método de congelar a las personas, cuando no dejó derretir bien un cuerpo y el oficial de la morgue descubrió astillas de hielo en el corazón de la víctima. Cuando las autoridades finalmente descubrieron a Richard en 1986, basaron su caso en los testimonios del oficial encubierto Dominick Polifrone y la evidencia que reunió el Detective de Nueva Jersey, Pat Kane, quien comenzó una investigación de Kuklinski hace seis años. La investigación estuvo coordinada con la oficina del Distrito General de Nueva Jersey y la oficina de Alcohol, tabaco y armas de fuego. En una entrevista Richard reveló que al único amigo que no mató fue Phil Solimene, aun creyendo que él lo delató.

Para capturarlo, el detective Kane reclutó a Solimene y junto con Polifrone grabaron una cinta donde, el agente encubierto contrataba a Kuklinski para un asesinato y el método que iba a usar. Cuando la policía arrestó a Richard, bloquearon su calle, fueron necesarios varios oficiales para poder derribarlo y conseguir arrestarlo. Su esposa también fue arrestada por posesión de armas, pues uno de los coches estaba registrado con su nombre, cuando uno de los oficiales la empujó con su bota, Kuklinski perdió el control y varios oficiales debieron someterlo


En este momento se está grabando una película de su vida protagonizada por Mickey Rourke "Iceman, confesiones de un asesino de la mafia".


En 1988 la Corte de Nueva Jersey condenó a Richard por cinco homicidios con una sentencia de varias cadenas perpetuas, no podría lograr la libertad condicional hasta que tuviera 110 años (una forma de asegurarse que nunca saliera de prisión). En todo caso esa opción desapareció del todo cuando en el 2003 fue acusado por el asesinato del detective de Nueva York, Peter Calabro, a quien Kuklinski emboscó y disparó con una escopeta el 14 de marzo de 1980. Sumando 30 años más a su encarcelamiento

Popularidad tras las rejas

Mientras estuvo preso, Kuklinski recibió abogados, psiquiatras, criminólogos, escritores, reporteros entre otros y filmó dos documentales. En el 2006 Philip Carlo publicó la novela “El Iceman”. Durante una entrevista Kuklinski reveló que jamás mataría a un niño y mucho menos a una mujer. En las entrevistas confesó que en repetidas ocasiones el secuestraba a sus víctimas en vez de asesinarlas, atando sus manos y pies con cinta, para dejarlos en una cueva en la espesura del bosque donde eran comidos vivos por ratas que eran atraídas por el llanto de las víctimas. Richard también filmaba estas escenas como prueba para que el comprador sepa cuanto sufrían antes de morir.


El único asesinato que Kuklinski lamentaba fue cuando iba a matar a un hombre y este comenzó a rezar, el asesino le dijo que si Dios no lo salvaba en 30 minutos, lo mataría, forzando al hombre a esperar ese tiempo antes de morir. Esta fue la máxima expresión del humor sádico del Iceman.

El 5 de marzo de 2006 Kuklinski falleció en el centro médico de St. Francis, en Trenton, Nueva Jersey, su muerte fue algo sospechosa pues tenía que testificar en contra del líder de la familia Gambino, Sammy Gravano, quien le dio la orden de matar al detective Peter Calabro. Iceman negó saber que Calabro era policía, aunque afirmó que lo hubiera asesinado igualmente de haberlo sabido.

Antes del juicio contra Gambino, Kuklinski le dijo a sus familiares que creía que lo estaban envenenando, pocos días después de la muerte de Richard, los abogados retiraron los cargos contra Gravano, diciendo que sin el testimonio de Kuklinski no había suficiente evidencia para continuar la investigación. El médico forense Michael Baden, realizó una autopsia para determinar la causa del fallecimiento del asesino y el resultado reveló que murió por causas naturales.

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El actor Mickey Rourke, reconocido por sus roles de anti héroes está rodando un filme donde representa al notorio asesino bajo el título: “Iceman, confesiones de un asesino de la mafia”.






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//16 de Diciembre, 2011

Clifford Olson

por jocharras a las 12:37, en Hombres Asesinos
Clifford “el asesino de niños” Olson


Desde noviembre de 1980 hasta julio de 1981 desaparecieron varios niños y jóvenes en los pueblos cercanos a Vancouver. Olson dejó un rastro de 11 niños mutilados, algunas víctimas mostraban signos de ataques sexuales.

Clifford Olson nació el 01 de enero de 1940 en el hospital de Saint Paul en la ciudad de Vancouver, British Columbia, Canada. En su niñez ya se perfiló como un abusador molestando continuamente a sus compañeros, pero fue a partir de los 10 años cuando comenzó su carrera criminal, la cual iba en escalada conforme se hacía mayor, durante su adolescencia comenzó con atracos y robos a mano armada, hurto de autos entre otros de su delitos. A lo largo de su vida fue detenido en 90 ocasiones por cargos tan graves como los mencionados, violación, fraude y finalmente por el asesinato de 11 niños y adolescentes.

Olson fue descrito por los psicólogos de la policia como una persona que tenía la inteligencia y madurez emocional de un niño, sin embargo simulaba tener un vida relativamente normal, era un hombre casado con un hijo. La vida penitenciaria de Olson comenzó en sentencias por delitos menores a los 17 años. Fue detenido y sentenciado a la Penitenciaría de British Columbia por sus crímenes, durante su estadía en 1974 atacó sexualmente a un convicto más joven, de 17 años. Después de ser puesto en libertad Olson asaltó a una niña de 7 años en Nova Scotia, este fue el principio de su comportamiento homicida y de la depravación sexual con las que ejecutó sus asesinatos.

La estadía de Olson en prisión fue complicada debido a que se enemistó con el resto de convictos por abusar físicamente de los más jóvenes y por hacer el papel de soplón con los guardias. Olson era atacado constantemente por los otros reos, el más severo atentado contra él fue en 1976 en la penitenciaría de Prince Albert en el estado de Saskatchewan, lugar donde fue apuñalado 7 veces por uno de los reclusos.

Mientras pasaba el tiempo en su celda optó por estudiar leyes y así comenzó a enviar cartas al estado quejándose del mal servicio y de las instalaciones de la prisión, por ello se ganó también el desprecio de los guardias.

Por estos motivos Olson rotaba de prisión en prisión, era la única manera de evitar que lo asesinaran. En la década de los setenta Olson se destacó por saber manipular el sistema penal desde su celda, hasta que finalmente fue trasladado a la Super Máxima Unidad (S.M.U.), lugar que comúnmente era visto como la prisión más segura del país.

Durante este periodo de traslados y cortas estadías en varias penitenciarias Olson conoce al asesino de niños de British Columbia, Gary Francis Marcoux, quien estaba preso por violar y asesinar brutalmente a una joven. Olson solía hablar con Francis sobre el sadismo con el que mataba a niños, sus encuentros con Marcoux le sirvieron para traicionarlo, exponiendo cartas y dibujos de Francis que dieron a las autoridades las evidencias necesarias para condenar a Marcoux. Olson obtuvo lo que quería, las autoridades reconocieron su ayuda por lo que recibió recomendaciones para salir bajo palabra de prisión, pero también ganó algo mas, desarrolló un apetito por la pornografía infantil.

Tras ser liberado en 1978, Olson partió de British Columbia para pasar una temporada en las "Marítimas". Durante ese tiempo era buscado por las autoridades por cargos de pornografía infantil, pero jamás fue arrestado por ello debido a que Olson ya estaba de vuelta en la prisión de British Columbia por otros cargos, en esta ocasión era por violación.

La desaparición de Christine Weller una niña de 12 años que vivía en Surrey, no llamó mucho la atención de la policía, sin embargo un mes después encontraron su cadáver, que había sido atacado sexualmente para después ser mutilado.

Es a partir del mes de abril cuando la policía empezó a recibir varios reportes de niños y jóvenes desaparecidos, uno de los primeros en encabezar la lista fue Darren Johnsrude de 16 años, quien había llegado hace solamente dos días a Vancouver, pero su destino era desaparecer en un centro comercial. El cuerpo de Darren fue encontrado en Mayo con el cráneo partido.

Collen Daignault una tímida niña de 13 años también desapareció de forma similar cuando Olson la raptó sin testigos.

Exactamente dos semanas después Sandra Wolfsteiner de 16 años desapareció mientras hacía autostop en los suburbios de Langley, Olson llevó a Sandra al lago Chilliwack y tras violarla le quitó la vida con un golpe en la cabeza.

En esos tiempos era muy común que los jóvenes hicieran autostop y por ello los reportes que la policía recibía sobre adolescentes extraviados no eran tomados con la respectiva seriedad. Además no contaban con efectivos suficientes, durante el periodo en el que actuó Olson, se reportaron 2.000 desapariciones y 18.000 denuncias por distintos crímenes, demasiado para los tan solo 200 agentes de la policía montada que se disponían en el cuerpo.


Clifford Olson años después en prisión donde aún continua encerrado con 11 cadenas perpétuas una por cada asesinato.

En Julio Ada Court de 13 años no llegó a su casa tras salir de su trabajo como niñera, durante la investigación policial para encontrarla descubrieron el cadáver de Judy Kozma en el lago Weaver quien también había desaparecido a principios del mes.

Cuando la policía armó una lista de sospechosos el nombre de Olson estaba en ella, pero incluso así Olson logró matar a cuatro jóvenes más en la última semana de Julio.

El primero en desaparecer en ese mes fue Raymond King de 15 años en New Westminster, Olson engaño al joven Ray con la promesa de un buen sueldo por un trabajo fácil, tras llevarlo por la ruta #7, camino que siempre usaba, Olson se desvió y tomó un camino rocoso para llegar a Harrison Mills y al lago Weaver, en algún punto de ese camino se detuvieron y el asesino apedreó el cráneo de Ray, se deshizo del cadáver tirándolo por una colina, su cuerpo también fue hallado en el lago Weaver.



Sigrun Arnd una joven alemana que vino a Canadá a visitar a un familiar fue la siguiente víctima de Olson, quien la recogió mientras hacia autostop cerca de Vancouver, su cuerpo fue encontrado en Richmond a unos 365 metros de donde Simon Partington había sido desenterrado el día anterior.


Sorprendentemente la siguiente víctima, Terri Lynn Carson vivía en el mismo complejo de Surrey donde Christine Weller lo hacía. Olson recogió a Terri quien estaba celebrando haber conseguido un empleo de verano, este hecho facilitó a Olson la tarea de que aceptara su habitual bebida con narcóticos para entumecer el cuerpo. Después el asesino se alejó de la ciudad dirigiéndose al este de Agassiz, cuando estuvo cerca de la orilla del norte del rio Fraser la estranguló en el bosque, quemó sus ropas y tiró los zapatos y cartera al rio.

Pero el caso que infundió pánico y terror en los residentes de la zona fue la desaparición del pequeño Simon Partington de 9 años, quien nunca llegó a la casa de su amigo el 2 de Julio de 1981.

Simon desapareció alrededor de las 10:30 am, vestido con pantalones vaqueros y una camiseta azul. Salió en su bicicleta con su cuaderno naranja de Snoopy, el niño se esfumó cerca de donde Christine Weller fue vista por última vez. Simon no pudo terminar su proyecto estudiantil, un cuento llamado “El tigre hambriento y el pato incrédulo” historia que anunció su prematura muerte y presagiando que ningún infante estaba a salvo. El cuerpo mutilado del pequeño apareció en Richmond.

Una semana después desapareció Judy Kozma de 15 años es el caso más extraño de todas sus víctimas. Una semana después de la desaparición de Simon Partington, Judy salió para Richmond a visitar a un amigo y una entrevista de trabajo en un restaurante Wendy´s. Judy era una morena bonita y tímida a quien Olson conocía por su trabajo como cajera en el McDonald´s, Olson se ofreció a llevarla en conjunto con el joven Randy Ludlow, el asesino trató de emborrachar los dos jóvenes, tarea a la que le ayudó Randy sin conocer los motivos de Olson ofreciendo un poco licor a Judy pues era una joven de 15 años que iba a buscar un empleo y estaba bebiendo en la tarde. Olson mostró un gran bulto de dinero y luego se fue a una licorería, al regresar dejó a Randy en Lougheed Mall y partió con Judy, esa fue la última vez que Randy la vio. La siguiente vez que Randy escuchó de Olson se enteró que se había ido de vacaciones con su familia al día siguiente de haber matado a Judy.

La historia de la siguiente víctima, Louise Chartrand de 17 años fue reconstruida por la policía tras su desaparición cerca de Maple Ridge el 30 de julio de 1981, Louise después de salir de su trabajo nocturno fue a comprar cigarrillos, pero Olson la rapto y drogó para llevarla fácilmente a Whistler, antes de llegar hizo una parada en el Squamish RCMP para recoger una pistola confiscada, pero debido a que el oficial a cargo no se encontraba se tuvo que ir y continuó su camino a Whistler utilizando una carretera de alta mortalidad debido a los accidentes en ella. En Whistler, Olson martilló el cráneo de Louise repetidamente para después enterrarla en medio de la nada.

Olson finalmente fue arrestado por manejar peligrosamente y por inducir a la delincuencia juvenil, la pasajera de 16 años no pudo demostrar que Olson era un criminal sexual, pero si colaboró diciendo que Olson le compró cervezas y le dio unas pastillas para dormirla.

Mientras los titulares de los periódicos decían que había un asesino serial suelto, los habitantes de la región de British Columbia estaban atemorizados. Durante este periodo de terror, Olson ya era el principal sospechoso, los oficiales encargados de vigilarlo admitieron que era difícil de seguir, decían que se detenía en la mitad de la calle y hacia repentinos giros en U, o se metía por callejones aledaños a la vía principal. También tenía el hábito de cambiar constantemente de coches alquilados, durante tres meses en los que fue vigilado viajó 20.000 Km en 14 vehículos alquilados distintos. Además durante el seguimiento Olson subió a un ferry para la isla de Vancouver tras haber asaltado dos residencias en Victoria, al salir del transporte se dirigió a Nanaimo, un viejo pueblo minero de carbón donde recogió a dos chicas que estaban haciendo autostop.



Clifford Olson atontaba a sus víctimas con pastillas en la bebida para una vez adormecidas violarlas y asesinarlas sin que estas ofrecieran mayor resistencia

La detención de Olson


Tres horas más tarde el coche salió de la via principal y se adentró en una carretera de tierra, las patrullas cerraron el paso y mientras un helicóptero vigilaba agentes se acercaron al lugar donde se detuvieron. Olson y las dos chicas se encontraban fuera del vehículo pasándose una botella de licor, los agentes escucharon como Olson invitó a una de las chicas a "dar un paseo a solas", la chica se puso a gritar, momento que los agentes aprovecharon para entrar en acción y detenerle, tras asegurarse de que las pasajeras estaban bien, prosiguieron a revisar el vehículo, allí encontraron una libreta verde con la dirección y el nombre de Judy Kozma. Lo cual fue evidencia suficiente para acusarlo del asesinato de la chica.

Clifford Olson fue arrestado el 12 de agosto de 1981 por el asesinato de la joven Kozma, pero la demencia del asesino no termino ahí. Olson tuvo la idea de vender la ubicación de los cuerpos que él había enterrado, cobrando $10.000 dólares por cadáver. La policía se negó a pagar al asesino por sus víctimas, pero el abogado del distrito general de Canadá aceptó crear un fideicomiso para el hijo de Olson y su esposa. El asesino aceptó y cumplió con su parte del trato, al final de toda la negociación se le “pagó” el acuerdo convenido, se estima que entre 90.000 y 100.000 dólares manchados de la sangre de 11 niños inocentes. Lo cual es un tema que aún se debate en los medios de comunicación de la actualidad.


Víctimas de Clifford Olson



Ada Court

Colleen Daignault

Daryn Johnsrude

Judy Kozma

Louise Chartrand

Raymond King Jr

Sandra Lynn

Sigrun Arnd

Simon Partington

Terri Lyn Carson

En los últimos días antes de su arresto, Olson conversó con los oficiales Fred Maile y Edward Drozda en un café sobre las supuestas evidencias que solo el asesino sabría y la ubicación de las pruebas, sus diálogos fueron grabados por los micrófonos que los detectives portaban.


El sospechoso de haber matado a siete niños salió libre tras el interrogatorio, al poco tiempo fue arrestado, aunque en esa periodo logró matar a cuatro niños más.

El traslado de Olson a prisión fue llevado con la mayor seguridad posible dado por sus conocidos escapes, por ello fue escoltado por un convoy policial, en el vehículo donde iba Olson lo acompañaban 3 oficiales desarmados, pero uno de ellos estaba esposado a él, otros dos coches mas con 2 policías armados en cada uno lo seguían y la policía ya tenía permiso para usar el helicóptero en caso de que Olson intentase escapar.

Los cuerpos de Terri Carson y Sandra Wolfsteiner fueron hallados en Chilliwack, mientras que Collen Daignault fue encontrada en Surrey, la adolescente Louise Chartrand estaba enterrada en Whistler, y finalmente el cuerpo de Ada Court apareció en Agassiz.

Cuando los oficiales encargados de traer los cuerpos finalmente cumplieron con su deber, muchos de ellos no pudieron contemplar las escenas de muerte, hoy en día el caso de los asesinatos de Olson, sigue siendo controversia para los residentes de Vancouver, como un tema del que no se suele hablar. Cuando el trato que hizo la policía con Olson llego a la prensa, muchos se quejaron y vieron esta acción como algo repugnante, a partir de esto, Olson quien ya se encontraba en custodia y en juicio, le confesó todos los crímenes a su esposa, quien le dijo que él debía pagar por lo que había hecho y que probablemente muera en prisión, pero que al mismo tiempo tenía que hacer algo por su familia. Esta noticia sacudió a la comunidad canadiense y muchos aun expresan su descontento, el hecho de que un asesino de niños reciba dinero por sus crímenes era algo descabellado.

Tanto el abogado General de British Columbia como el Primer Ministro de Canadá y otros servidores públicos se vieron involucrados en la controversia del tema. Bruce Northorp el jefe de la operación policiaca dijo que encontraba incomprensible que Olson reciba paga para entregar evidencias.

El diario Vancouver Sun escribió un artículo sobre el caso de Olson, en el se citó al oficial Fred Maile quien dijo:

Para mí, si hubiera una imagen del diablo, seria Clifford Olson.”

Al final del todo el horror Clifford Robert Olson, fue enjuiciado y condenado por once cargos de homicidio en primer grado, y sentenciado a once cadenas perpétuas. Hasta el día de hoy, el asesino de niños Olson sigue escribiendo cartas a las cortes canadienses, para que consideren la posibilidad de salir bajo libertad condicional. Canadá continua debatiéndose si los homicidas condenados deberían en algún momento ser liberados...

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//20 de Noviembre, 2010

Donato Bilancia

por jocharras a las 11:58, en Hombres Asesinos

DONATO BILANCIA

DONATO BILANCIA
Italia tuvo conciencia de que estaba en presencia de un nuevo asesino en serie, el número 39 desde los años cincuenta, lo que le ha dado el quinto puesto en el mundo, tras Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Alemania y Francia. El retrato hablado y las dos primeras letras del coche Mercedes oscuro que utilizaba, que fueron vistos por testigos, cerraron el cerco sobre Donato Bilancia, un individuo violento, con antecedentes de robo y agresiones.

Empedernido jugador en casinos de Italia y el extranjero, contrajo deudas millonarias que le llevaron a robar a gente conocida, a las que luego mató para que no lo denunciaran. Algunos de los crímenes los habría realizado también como sicario a sueldo de la filial genovesa de un clan mafioso de Cosa Nostra. Otros crímenes de mujeres habrían sido sólo para calmar la ira que le provocaba perder jugando al póker o a la ruleta.

El asesino, de 49 años, comenzó su cadena de crímenes con el homicidio de una prostituta el 24 de octubre de 1997 y sembró durante seis meses el pánico en Liguria, Italia, especialmente entre las mujeres, que fueron su principal objetivo. Al principio se atribuyeron los homicidios a reyertas entre bandas rivales en el mundo de la prostitución y las drogas, pero más adelante se comprobó que el homicida seguía unas pautas muy concretas.

Sólo cuando dos mujeres jóvenes aparecieron muertas en sendos lavabos de trenes de la zona, también arrodilladas y con un tiro en la nuca disparado por la misma arma, cundió la alarma.

Las dos últimas víctimas, una enfermera y una empleada de hogar, ambas de 32 años, fueron asesinadas en los lavabos de dos vagones de tren, siempre siguiendo el mismo ritual (las obligaba a arrodillarse para pegarles un tiro en la nuca), lo que desató una psicosis de terror tan grande a usar los ferrocarriles estatales, que incluso el fiscal de Génova llegó a pedir a las mujeres que viajaran en tren "sólo lo necesario y siempre acompañadas".
 
La policía había empezado a advertir a la gente sobre un posible agresor de mujeres después de que se confirmase la búsqueda de un presunto autor o autores de tres homicidios no resueltos en los últimos cuatro meses. En sus comunicados advertían: "Es mejor que todos los ciudadanos que han acordado citas o encuentros con personas a las que no conocen presten la máxima atención y, en caso de duda, llamen a la Policía"
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A las similitudes del arma utilizada y el lugar escogido para los asesinatos se había unido la tesis (sin confirmar) de que el homicida habría dejado siempre una carta en la que amenazaba con actuar de nuevo, lo que hizo crecer el pánico entre las jóvenes italianas.

Luego asesinó a dos guardias que lo sorprendieron cuando estaba a punto de matar a un transexual venezolano de nombre Julio Castro alias Lorena, quien resultó sólo herido y fue clave para diseñar su retrato hablado. El 6 de mayo de 1998 delante del hospital genovés de San Martino, Bilancia fue capturado por la policía italiana.
 
Durante más de una semana guardó silencio absoluto, acogiéndose al derecho de no declarar, hasta que finalmente se derrumbó ante el juez, confesando con estas palabras escalofriantes: "Sí, he sido yo. Las he matado aunque no sé por qué, no estoy bien, ayúdenme a curarme".
 
El asesino contó con detalle cómo mató a 18 personas desde 1993 hasta pocas semanas antes de su detención, e incluso, le informó de otro crimen que la policía había considerado un fallecimiento natural. Además, la policía tiene pruebas que lo comprometen en el asesinato de una prostituta nigeriana, Evelin Edoghaie, el 29 de marzo de 1998, quien murió en Cogoleto, un pueblo de las cercanías de Génova, tras recibir dos tiros en la nuca.

En respuesta a la tesis de la defensa de que el acusado es un enfermo mental incapaz de entender sus acciones, la fiscalía solicitó se aplicaran numerosos análisis psicológicos, en los cuales se determinó que: Donato Bilancia lejos de estar loco está muy sano de mente, es consciente de todo lo que hace y actúa con verdadera determinación y frialdad.

Finalmente, el 14 de febrero de 2001 el Tribunal de Apelación de Génova lo sentenció a 13 cadenas perpetuas y 26 años de reclusión, tras confesarse el autor de 18 homicidios.

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