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Hombres y Mujeres Asesinos
Blog dedicado especialmente a lecturas sobre Casos reales, de hombres y Mujeres asesinos en el ámbito mundial.
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Este Blog, no es de carácter científico, pero si busca seriedad en el desarrollo de los temas.

Está totalmente dirigido a los amantes del género. Espero que todos aquellos interesados en el tema del asesinato serial encuentren lo que buscan en este blog, el mismo se ha hecho con fines únicamente de conocimiento y desarrollo del tema, y no existe ninguna otra animosidad al respecto.

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//11 de Agosto, 2010

Ana María Soba

por jocharras a las 16:57, en Mujeres Asesinas
ANA MARIA SOBA


Sus amigas siempre lo supieron: Ana María Soba tenía una especial predilección por las viejas  abandonadas. En su peluquería de barrio, las viejas le contaban sus dramas privados, su soledad, el abandono mil veces repetido, inevitable.

A pesar del aparente altruismo de Soba, las vecinas que iban a su local a ponerse ruleros y tinturas, a lavarse el pelo y modelarlo, invariablemente volvían a sus casas con la sensación de que esa española autoritaria, quejosa y molesta, guardaba alguna carta bajo la manga. A ninguna le parecía normal que Ana María se encariñase siempre con mujeres decrépitas, sin familia, sin amigos, y que además se hiciera cargo de ellas. Mil veces la peluquería estaba cerrada porque Soba se pasaba horas haciendotrámites ajenos para facilitarle la vida a alguna desconocida. Sin embargo, a la mayoría las ignoraba. No tenía la menor intención de intimar con sus clientas jóvenes, con madres de familia, con esposas mejor o peor casadas. Buscaba otra cosa.

"Lo que Anita quería era quedarse con la plata de las pobres viejas que confiaban en ella ", contó una vecina que, además, fue a hablar por su propia voluntad con un comisario. "La conozco como que la hubiera parido. Lo único que le interesa es tener dinero, y para eso se hace amigas de las viejas, para que le dejen todo a ella, para que la pongan en la herencia. Ya lo hizo por lo menos dos veces y ligó unos terrenos cerca de la costa que ahora los tiene el hijo. Es así, yo lo sé. Es como que la hubiera parido".

Ana María Soba nació el1S de abril de 1941 en Torrecillas, provincia de La Rioja, España. A los quince años se mudó a la Argentina con toda su familia. Y cuando llegó a Buenos Aires no tuvo dudas de que la esperaba un futuro insuperable. Se imaginaba a sí misma en una casona gigante, con un living lleno de espejos y arañas de cristal colgando de techos altísimos. Tendría muchos hijos que serían criados por niñeras alemanas, y nunca pero nunca haría nada en su casa, que para eso estaban las mucamas.

El plan era perfecto, excepto que a Ana María nunca se le ocurrió la manera de llevarlo a cabo. En sus fantasías, el dinero necesario para su proyecto era producto del destino, caía del cielo sin que ella necesitase mover un dedo. Cuando cumplió veinte años empezó a advertir que su vida sería mucho más parecida a la de su madre que a las de las mujeres que salían en las revistas. Por supuesto, lo primero que hizo fue odiar a su madre. La observaba día y noche con un resentimiento visceral, miserable.No había una sola cosa que hiciera que a ella no le provocara. rencor. La veía lavar platos, cocinar milanesas, sopas y pucheros, lavar pisos y baños y baldear la vereda para, al fin del día, tumbarse en el comedor a escuchar la radio y cebarle mate a su padre, un empleado público acobardado por la intensidad banal de la vida cotidiana.

Y poco después, tal como ella misma sospechara a los veinte años, Ana María hizo su debut en el mundo de las amas de casa. Como su madre, se casó con un empleado público, y de un plumazo se tuvo que olvidar de las arañas de cristal, los espejos y las niñeras alemanas. Había pensado en no casarse con él y esperar para ver si aparecía un hombre que al menos pudiera acercarla a su ideal de vida. Pero estaba demasiado apurada para conseguir marido: en su cabeza no dejaba de resonar la voz monótona de su madre repitiéndole que si no se casaba pronto iba a terminar "vistiendo santos", tras lo cual seguía una larguísima enumeración de mujeres que, por esperar al hombre ideal, quedaron solas, lo cual, para su madre, era lo mismo que decir que quedaron desahuciadas.

Ninguna historia memorable surgió de esa unión desapasionada. Tuvieron dos hijos que a su vez se casaron compulsivamente, ahorraron un poco de dinero cuando pudieron, hicieron reuniones familiares los domingos y las Navidades, tuvieron algún veraneo en Mar del Plata, compraron en cuotas artefactos electrodomésticos, discutieron por asuntos intrascendentes, enterraron familiares, plantaron malvones y criaron un par de perros feos.

Ana María se quejaba con amargura de su trabajo  de peluquera " Tengo que tocar cada cabeza asquerosa", y su marido repetía el lamento inmemorial del empleado público maltratado por sus jefes.

Para Inés Quintans la vida, al igual que su muerte, no fue nada fácil. Como Ana María Soba y como otros millones de mortales, Inés imaginó un futuro idílico. Pero nada de lo que le pidió al destino, ni una sola cosa, se le hizo realidad. La diferencia abismal entre sus expectativas y los hechos le moldeó un carácter agrio y depresivo. Nunca se casó ni se le conoció ningún hombre, aunque sus vecinas sospecharon siempre que vivía un romance a escondidas con un hombre casado que no estaba enamorado de su esposa ni de su amante sino de otra mujer que lo ignoraba. 

Inés vivió con sus padres hasta que los dos murieron con muy pocos años de diferencia, y cuando al final se quedó sola no pasaba un solo día sin visitar a su hermana Rosa. Tras la muerte del marido de Rosa, las hermanas vivieron juntas durante un tiempo, pero una tarde, al volver del mercado, Inés entró a su casa y descubrió el cuerpo de su hermana tirado en la cocina. Llamó a una ambulancia, pero era tarde: Rosa había muerto de un derrame cerebral.

Ana María Soba conocía a las Quintans desde que tenía 25 años, porque eran del mismo barrio. Pero, según contó en la declaración ante el juez, el vínculo más fuerte se formó entre ella e Inés, después de la muerte de Rosa. "Inés me pidió que le hiciera todos los papeles que hacían falta para el entierro de su hermana y esas cosas. Yo hice todos los trámites. Ella me tomaba como una madre", evaluó Ana María, a pesar de que Inés le llevaba veintinueve años.

A las tres de la madrugada del 8 de enero de 1998, un día después del crimen de Inés Quintans, el Subcomisario Roberto Carlos Kidd recibió una llamada anónima en su oficina de la seccional 12. Una mujer, que se identificó como vecina del barrio, dijo estar enterada de la detención de Ana María Soba. "Estoy segura de que ella mató a la vieja. Tiene una peluquería y atiende a viejitas a las que les cobra poco y nada, se hace amiga de ellas y al final consigue que hagan un testamento a su favor. Ya hizo lo mismo cuatro veces, y con esa plata hasta le compró la casa al marido de la hija, un tal Demarco".

De hecho, a Ana María el tema de las herencias le resultaba fascinante. En sus días de intimidad con la asesinada Inés, Ana María había realizado una ardua tarea de seducción indirecta. Al darse cuenta de la soledad de Inés, se había ubicado en un papel protagónico: la llevaba al médico, le recordaba que tenía que tomar los remedios, le hacía los trámites bancarios, le llevaba ollas con comida sana y la llamaba por teléfono varias veces por día. Tomando mates con facturas, le contó a su amiga desvalida que tenía una hermana que había perdido su casa y su poco dinero en la época de la hiperinflación del gobierno de Raúl Alfonsín. Y que, como buena persona que era, le iba a dejar todo el dinero de la venta de la casa de los padres. Es decir, le cedería su mitad porque quería sentirse útil con la gente necesitada.

Ana María ya estaba al tanto, por supuesto, de que la casa donde vivía Inés, en Cachimayo 1195, de capital Federal, estaba a nombre de las hermanas Quintans, y de que, al haber muerto Rosa, Inés -soltera y sin hijos- no tenía herederos directos.

La conversación acerca de la hermana pobre de Ana María prendió en el pobre cerebro de Inés, una luz iluminó su conciencia; ella también podría hacer algo por alguien, ella también podría ser buena. En el acto dijo que quería dejarle la casa a ella, a Ana María, su amiga de siempre, la que se hacía cargo de todo en su vida.

Juntas fueron a ver al escribano Juan Manuel Miró para hacer el testamento. Las tasas judiciales fueron pagadas por Soba, quien además, como gesto de buena voluntad, decidió aportarle a su benefactora cien pesos por mes como ayuda para completar una exigua jubilación. A su vez Soba quiso pagar los honorarios del escribano (unos mil doscientos pesos), pero Inés se negó y dijo que eso lo pagaría con una parte de sus ahorros.

Esos mil doscientos pesos fueron el inicio de los conflictos entre las dos. Menos de una semana después, Inés comenzó con sus reproches; según ella, Ana María tenía que haberse hecho cargo de ese dinero, tenía que haber insistido con toda firmeza para pagarle al escribano puesto que al final la propiedad de la calle Cachimayo sería para ella. Ana María dejó entrever, por primera vez, su opinión acerca de su amiga, a la que calificó de loca y de insoportable. "No te aguanto Yo, ni nadie te va a aguantar nunca", le gritó.

Después de esa primera discusión, Ana María aflojó la vigilancia amistosa con que había rodeado a Inés; poco a poco fue llamándola menos por teléfono, la visitaba muy de vez en cuando y cambió en forma radical su discurso afectuoso. Ya no decía admirarla, ni extrañarla, ni sentirse feliz en su presencia. Por el contrario sacó a relucir cada defecto de Inés, cada detalle de miserabilidad, cada síntoma de egoísmo.

Inés reaccionó como ante un espejo: si antes mostraba lo mejor de sí frente a esa amiga que se desvivía por ella, después, ante la mujer que la despreciaba, empezó a presentar su costado más oscuro. La relación se enturbió más y más hasta hacerse hostil, insostenible.

El día anterior a su muerte, Inés Quintans llamó por teléfono a la escribanía del doctor Miró. Como Miró estaba ocupado, le dejó un mensaje a su secretaria, Paola Vanesa Giuliano. Le explicó que quería dejar sin efecto su testamento ya que desde el día en que le dejó la casa como herencia, su amiga Ana María Soba había dejado de llamarla, demostrando así que toda su amistad previa había sido obra del puro interés.

Pero ese no fue su único llamado. Una vez que cortó la comunicación, no pudo esperar un solo minuto para contarle a la propia Ana María la consecuencia directa de su desatención. Cuando Soba atendió, Inés le comunicó que la dejaría fuera de su herencia. Después de un teatral intercambio de insultos, quedaron en hablar el  tema personalmente.

El 7 de enero por la mañana, Ana María Soba fue a la casa de Inés Quintans. Había decidido cambiar de estrategia y volver a ser la amiga imprescindible de siempre, la que había sido hasta la redacción del testamento.

Al llegar encontró a Inés en la cama, en camisón, deprimida y llorosa. Con un hilo de voz pidió que le encendiera el televisor en el canal dos. y mientras miraba fijo la pantalla le dijo que era una mujer interesada, deshonesta, prácticamente una ladrona, que en cuanto tuvo asegurada la casa como herencia dejó de tratarla como una amiga, y que eso era imperdonable. En contra de lo que había planeado, Ana María se dejó llevar por el odio y retrucó las acusaciones de Inés. Le dijo que en realidad había dejado de verla porque era una persona insoportable, y que la prueba de eso era que ninguna amiga le duraba, salvo una tal Patricia, que apenas aparecía, y una tal Nélida, que además la volvía más loca de lo que ya era.

En este punto, según lo declarado por Soba, Inés sacó un revólver con la intención aparente de suicidarse. Se inició un forcejeo y Soba logró apoderarse del arma, no sin antes recibir varios arañazos y tirones de pelo. "Después la vi muy mal, como que le faltaba el aire, y le puse un poco de alcohol en la nariz. Es decir, puse alcohol en un pañuelito y le froté la nariz para que estuviera mejor. Después escondí el revólver en un cantero del jardín y me fui apagarle una cuenta a Inés, que al final no la pagué porque me olvidé el recibo en su casa. y me fui, entonces, mientras ella todavía me insultaba. Me quedé como una hora dando vueltas por el Caballito Shopping para comprarle unos regalos de Reyes que les estaba debiendo a mis nietos. y después volví a buscar el papel para pagar el impuesto ese, pero Inés no estaba. Mientras estaba .tocando timbre apareció la otra amiga, Nélida, y nos quedamos charlando afuera. Después la amiga se despidió de mí y yo fui a buscar a Inés al parque Chacabuco, pero tampoco estaba. Cuando volví golpeé la puerta y escuché la voz de Inés, desde adentro, que decía que le estaban dando una paliza o algo parecido".

A las seis de la tarde del mismo 7 de enero, el inspector Alejandro Mario Prieto, de la seccional 12, fue notificado por radio de un incidente en una casa de Cachimayo 1195. Fue al lugar acompañado por un cabo de apellido Juárez y un agente de apellido Flores. Al llegar vieron la puerta abierta, entraron, pasaron por el pasillo y vieron que en unos escalones que comunicaban la cocina con el comedor había una mujer que tenía en las manos una botella de alcohol y un trapo con el que le limpiaba la cara a otra mujer que estaba tirada en el piso, con la cabeza aplastada y ensangrentada. La ambulancia del SAME llegó enseguida y el médico Martín Galmarini constató que la mujer que estaba tirada ya había muerto. Mientras tanto, la otra, Ana María Soba, lloraba a mares, llamaba por su nombre a su amiga Inés, y luchaba para que la dejaran seguir impiándole la cara con el trapo con alcohol.

En toda la cocina había sangre, y también en las ropas de Soba. Una vecina que estaba en la puerta de la casa, Elda María Beatini, le preguntó a Soba qué había pasado. Soba, que entraba y salía, lloraba y se retorcía las manos, le dijo que estaba tratando de reanimar a su amiga porque no podía creer que estuviera muerta.

"Después de escuchar a Inés que me decía, desde dentro de la casa, que le estaban pegando, probé de abrir la puerta y estaba abierta. Entré -continúa Soba en su declaración-. Mi amiga estaba tirada en el piso de la cochera y tenía como un hilo atado al cuello. ESo hacía que le costara hablar, estaba ronca, y yo me arrodillé y con una tijera corté ese hilo. En ese momento alguien me agarró del pelo. Alguien que vino por detrás  y me vendaron los ojos con una tela negra. Yo insulté al que me agarró, y lo arañé, pero me dejaron a un costado. Yo tenía mucho miedo y me quedé quieta, y escuché unos golpes, como si estuvieran abriendo un zapallo, y después escuché un chorro de agua que me llamó la atención. Yo tenía tanto miedo que me sentía como en otro mundo, no tenía fuerzas para caminar ni para levantarme. Un tipo me apretó el hombro tan fuerte que me dejó un moretón y me dijo 'doblá la cabeza, lesbiana puta'. Al rato abrió la puerta una persona, una mujer, que llamaba a Inés. Le dije que pasara, por lavoz era Nélida, y además la pude ver porque me saqué la venda y también vi a la pobre Inés. Pensé que Nélida se iba a impresionar, entonces le dije que no mirara, que llamara a la policía. Mientras tanto volví a mirar a Inés y estaba en tal estado que pensé que a lo mejor no era ella, por eso le quise limpiar la cara. Yo estaba Como loCa, la quería desinfectar,  y me agarró un ataque de locura y salí a la calle a pedir que llamen a la policía, porque no llegaban nunca".

La declaración de Ana María Soba no convenció a nadie. Fue procesada por homicidio simple. En prisión, las mujeres que la custodiaban hacían esfuerzos permanentes para no acercársele: "Esta Soba, la mina que le reventó la cabeza con una piedra a una vieja, es lo más jodido que tenemos acá. Por primera vez una presa me da miedo, yeso que como policía vi muchas más cosas de las que ve cualquiera. No puedo mirarla a los ojos, no puedo, pero todas nosotras, que trabajamos acá hace años, sabemos que esa mina es loca, tiene que ser loca, seguro. Seguro".

Ante los psicólogos forenses, Soba es hermética. Se queda sentada frente a ellos, mirando al piso, sin abrir la boca. Si insisten, ella espera un poco. Y al final levanta la vista, muy despacio, desde el suelo hacia la cara de sus interlocútores. Sonríe apenas, sin abri la boca, y se despide en toda amabilidad. "Hasta luego". Nada más que eso.


Fuente :

Libro Mujeres Asesinas , de Marisa Grinstein, archivado en la Biblioteca Municipal " ALMAFUERTE " - Ciudad de Arroyito (cba)

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8 Comentarios  ·  Recomendar
 
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Comentarios (8) ·  Enviar comentario
es cierto, este es un fragmento del libro "mujeres asesinas"? me gustaría saber cuanto hay de verídico en las fuentes!!! muchas gracias...
publicado por flavia, el 06.09.2010 22:58
Estimada Flavia, gracias por ingresar en mi blog, te cuento que no lo hice con el fin de que me juzgaran por el mismo, sino por un pasatiempo, y ademas porque me gusta este tipo de lecturas. Te cuento para tu informacion personal que los datos fueron extraidos del libro original, y tu pregunta si los hechos son o han sido verídicos, te puedo garantizar que efectivamente lo son, si tienes alguna duda consulta en otros sitios de internet y veras que lo que digo es real. Seguramente eres muy joven, pero te aseguro que hay casos como el de yiya murano que - recuerdo perfectamente - ocurrio cuando yo era jovencito. Gracias por haber ingresado un gusto y mucha suerte.
publicado por Jorge Omar Charras, el 07.09.2010 12:08
gracias por compartir esta informacion!
publicado por pablo, el 04.11.2010 16:52
gracias Jorge por compartir esta historia, mi madre gustaba mucho de este tipo de lecturas y tenia el libro MUJERES ASESINAS, obviamente sabemos q es un caso real: Ana Maria Soba Tejerina, este caso y el de Emilia Basil, me resultan los mas escalofriantes...
publicado por Nestor Albizuri, el 29.01.2011 15:24
Fué condenada a 8 años por homicidio simple. Se supone que salió en 2007. No puedo imaginar como continuar una vida con ese cargo de conciencia.

Un saludo y muchas gracias por estos excelentes escritos.
publicado por armando, el 11.12.2013 16:17
psugzdbnbeb41, hgjqoaycmf , [url=http://www.gayyzbutmx.com/]ibeoyspicm[/url], http://www.tinrhyrevk.com/ hgjqoaycmf
publicado por puvmgbwqhb, el 17.12.2013 05:22
Naaa... ¿realmente amistad? Para mí, ahí pasaba otra cosa.
publicado por Paula, el 13.01.2014 22:57
jtgofdbnbeb41, tmawhnnssj , [url=http://www.klncjqspyi.com/]ifdxmxuxdk[/url], http://www.quyixwhdvd.com/ tmawhnnssj
publicado por iiovhgjfdv, el 18.03.2014 10:50
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